11-Niña mala

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Julia

Cruzo la puerta de la cabaña descalza tratando de no hacer ruido. En la oscuridad no veo la sombra que está sentada en el sillón del living, entonces Tricia enciende la luz de la lámpara delatando su posición.

   ―¿Dónde estuviste?

   ―Hija de... ―me llevo una mano al pecho― ¿quieres matarme de un infarto? Salí a despejarme, mami Trish, no fastidies ―Tricia se acerca a olerme― ¿Qué haces? Loca. Shu, shu ve para allá.

   ―Oliéndote... ese perfume no es tuyo y no traes tu chamarra de cuero ―entre cierra los ojos― ven ―me lleva de la oreja a la silla del comedor, mientras solo digo au― ¿Qué habíamos hablado de ligarte gente en este viaje? Aparte tienes a tu chica, por qué sigues polinizando a otras flores, maldita abeja sexópata.

   ―Me hiere profundamente que digas eso ―finjo ofensa.

   ―Si tuvieses corazón o alma, podría creerte.

   ―En realidad ―comienzo a golpear con la punta de los dedos la mesa― estuve con mi chica, bueno en realidad no es "mi chica" pero estuve con ella.

   ―Debí saberlo, traes más cara de estúpida que de costumbre ¿Cómo te fue?

   ―Bastante bien, pero ella no me deja llegar más lejos.

   ―Si que está difícil ―se ríe de mí―.  De verdad te gusta, no es pregunta ―levanta la mano, para frenar mi respuesta afirmando lo contrario―, así que no te molestes en responder o negarlo. Julia ―llama mi atención― te veo bien, por primera vez en mucho tiempo no te ves solo enojada, te ves un poco más feliz y eso me gusta de esta chica, no solo es diferente en que te la hace difícil, sino también en que al parecer te hace bien ―me mira seria― ¡ASÍ QUE NO LA CAGUES!

   ―¿Por qué me dices eso?

   ―Porque sé cómo eres. Cuando te das cuenta de que eres feliz ―me levanto y me sirvo un trago― activas el modo idiota y la cagas ―bebo todo a fondo―, o rompes con ellas, o te dejan. Julia ―vuelve a llamar mi atención, tomándome el mentón para quedar frente a frente― mereces ser feliz.

   ―¿Y si no lo merezco? ―muerdo el interior de mis mejillas― sabes muy bien lo que me ha pasado antes con mis parejas, mi familia ocultando todo y yo quedándome callada, quizás la felicidad no es para mí y no la merezca, pero la quiero, quiero a Victoria... es... ―una lagrima cayó por su mejilla― la primera vez en mucho tiempo que me interesa alguien de esta manera ―Tricia se acerca y me abraza como una madre, yo dejo abrazar y la apreto de vuelta.

   ―Sabes que no fue tu culpa y que no te quedaste tan callada como dices. Deja de culparte, ellos hicieron lo que hicieron para no dañar su imagen por estar con ellas, nunca debieron tapar al maldito que te acosaba ―el llanto y el temblor me invaden, mi cuerpo tiembla entero, siempre me siento segura entre los abrazos de Tricia, pero aún no estoy lista para contarle toda la verdad―. Ahora ―seca mis lágrimas― ¿te sientes un poco mejor? ¿Quieres que te prepare un té y te vas a dormir?

   ―Está bien, mamita Trish. Por cierto le prometí unos arreglos al refri con ruedas si arrancaba, así que toca dejarla en el taller esta semana.

   ―Deja de llamarme así o te daré un té laxante —me río—. Genial que arregles mi auto, definitivamente tengo que conocer a Victoria, porque querías ir a verla y por eso me gané un arreglo al refri móvil, y yo si le puedo decir así ―ambas reímos, despacio para no despertar a Luke.

   Luego del té de Tricia, camina hasta la habitación para acostarse plácidamente. De vez en cuando necesito a alguien que me recuerde que yo no tuve la culpa de lo que pasó, y que mi castigo auto impuesto es cargar con esa maleta pesada de la ira y la culpa, que no me permiten ser nunca feliz completamente.

   En la mañana nos levantamos para desayunar con Tricia y el pequeño Luke en la cocina, salgo con el bebé en el coche a dar una vuelta, mientras mi amiga vacía las tiendas y llena las tarjetas. Caminl con el pequeño mientras recolecto varios números de teléfono a mi paso.

   ―De saber el poder de un bebé, te hubiese pedido a Luke antes ―le digo a Tricia cuando nos encontramos de nuevo.

   ―¿De qué hablas? ―Saco una bola de diferentes papeles con números y nombres anotados.

   ―Este niño es un imán.

   ―Quizás te hace ver más humana ―sonríe―, aparte ni que te hiciera falta mi hijo para conseguir números ―eso es cierto en promedio me ofrecen 3 o 4 números de teléfono en la semana―. Tu capacidad lingüística es grande, si fueses una estafadora, serias lo que eres ahora, multimillonaria pero deshonesta.

   ―No solo tengo capacidad lingüística para hablar —le guiño un ojo.

   ―Eres una ―me larga un peluche de Luke en la cabeza, mientras me alejo a las risas.

   Ya estaba pensado en el beso de anoche, en las sensaciones, en el olor del perfume de Victoria y en el calor de su cuerpo, en los latidos de su corazón al tenerla cerca y en como sonrío sin darme cuenta cuando la veo o la recuerdo, en como el enojo no es una constante cuando ella entra en el panorama.

   Me pongo a pensar en el fin de semana de la reunión familiar próxima, en cómo le dije una verdad a medias, ya que no serán tres días sino una semana completa la que tendremos que pasar con mi familia. Ahora finalmente me doy cuenta que en realidad si Victoria fuese mi pareja, estoy lista para una relación, aunque le dije y le aclare que no. Sin aguantarme y como nunca antes, soy yo quien le envía primero un mensaje. Yo quien no buscaba a nadie, que no llamaba, ni mensajeaba primero a nadie, yo, la misma Julia Moore inalcanzable, estoy rendida a sus pies.

¿Qué haces?-

-

Vinimos a la playa a meternos al mar,
nos iremos esta tarde, como no tengo
ganas de meterme al agua, estoy
Leyendo un libro ¿y tú?

Ir al mar para no meterse al agua-
me das a pensar que solo viniste a la
playa a para verme a mí.

-No voy a responder a eso, pero
simplemente no tengo ganas de meterme al agua, aunque estoy en traje de baño.

Me intrigas ¿usas bikini o traje de- baño?

Qué lindo seria verte con bikini.

-Si te hubieras quedado unas horas más, lo hubieses visto.

Es muy fácil girar el auto e ir de- vuelta, pero no solo me quedaría a mirar.


Escribiendo...

Escribiendo...

-borra y vuelve a escribir-

-Tu capacidad de habla, te funciona para cerrar tratos o con tus aventuritas de una noche, conmigo no.

Ya sé que contigo no, Victoria, ya lo sé, pero eso no quiere decir que seas imposible, solo serás más difícil y a mí me encantan los retos. Te veo en la oficina el lunes, mi amor.

   ―¿Otra vez con el teléfono? Y por la cara que tienes supongo que es con Victoria con quien hablas.

   ―¿Qué cara pongo según tú?

   ―Esta ―Tricia me imita. Entrecierro los ojos.

   ―No pongo esa cara, exageras.

  ―Acá tengo evidencia ―me muestra una foto que sacó con su teléfono― que dice lo contrario, negadora compulsiva.

   ―¿En qué momento la tomaste?

   ―Bueno cariño, un mago no revela sus secretos. Pero puedo decirte que la tomé en el momento justo en el que la reina de hielo se comenzó a descongelar.

   ―Sigo siendo la misma Julia de siempre.

   ―No está mal cambiar, Julia, eres tan fóbica del amor. Lo que está mal es que pienses que ser fría y distante de tus sentimientos va a salvarte del amor.

   ―No la amo.

   ―Es demasiado pronto para afirmar eso. Confía en, mami Trish, tengo un buen presentimiento con esta.

Odio a mi jefa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora