2-Come conmigo, o comemé.

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Toco la puerta y entro, el sol que se mete por el enorme ventanal que está a su espalda ilumina su cabello castaño, sus facciones y a ella de una manera, casi majestuosa, los rayos el sol dejan ver aún más lo hermosa que es.

   ¿Otra vez pensado que ella es linda? no, la odio, guacala mi jefa.

   —¿Vas a decirme qué quieres o seguirás ahí parada como un cono y en silencio? —Su comentario me hace salir de mis pensamientos, pero es que abre la boca y la caga de una manera, épica.

   —Aquí están las copias de los contratos que me pidió.

   —Bien, déjalos en el escritorio y ya los reviso —me doy medía vuelta para irme— por cierto Víctoria se me apetece café, ya sabes de dónde me gusta tomarlo y esta vez no iré a la cafetería, te aviso, así puedes hablar mal de mí, tranquila por teléfono. Ahora sí, retirate y traemelo rápido.

   Definitivamente pierde el encanto cuando abre la boca y vuelve a recordarme que por más hermosa que luzca, su apariencia es la cascara que cubre el huevo podrido.

  Llego de vuelta con su café, golpeo la puerta y me hace pasar.

   —Aquí está su café, señorita Moore —lo dejo en su escritorio— ¿Necesita algo más?

   —Me había olvidado que te lo pedí —da tres sorbos, mientras sigo parada frente a ella— llévatelo y tira lo que queda ya se me fueron las ganas.

   La miro para transmitirle mi enfado, y mis violentas ganas de matarla ya que el vaso esta lleno y es café ¿Quién en su sano juicio desperdicia café? Ella tan sana y juiciosa no es, mala mía en pensar algo bien de esta mierda de persona.

   —¿Necesita algo más? —me sigue mirando un instante— sí —¿ahora qué otro puto capricho tendré que cumplir?— vamos a almorzar.

   —No, no gracias.

   —¿Por qué no?

   —Ya quede con...

   —Desqueda con quien sea que hayas quedado —me interrumpe, mientras hablo— me gusta tener una linda vista mientras como y... —La puerta se azota y entra una pelirroja tán colorada como el color de su cabello.

   —¡ASÍ QUE SÍ ESTABAS! —entra el guardia de seguridad detrás de ella, tratando de detenerla—, ves que si estaba gordinflón —señala a Julia, quien se pasa una mano por la frente en señal de agotamiento.

   —Está bien Carl ya está aquí, déjala.

   —Si déjame ¿no ves? —se sienta en sus piernas y le da un beso de lengua que ella sigue— que soy su novia —Carl se retira y me abre los ojos grandes antes de irse— y tú mojigata, vete que quiero tiempo a solas con mi osita —Suspiro con el vaso de café en mi mano, las chicas con las que se acuesta están tan locas como ella.

   —Víctoria —tanto dice mi nombre que en cualquier momento me lo gasta. Tiro la cabeza hacia atrás, revoleo los ojos y suspiro— de lo que te dije no te salvas, ahora vete.

Julia

Victoria sale por la puerta ofuscada, pero que buena vista ofrece su culo para mí. Admito que aunque amo verla sonreír también me gusta ver sus expresiones de enojo.

   —Bueno quítate que estás pesada —digo sacándome a Sophia de encima— ¿Qué quieres? Fui clara la última vez que nos vimos —me afirmo bajo el aparador de mi ventana— no quiero una relación.

   —Estar contigo —hace un gesto de tristeza, con la boca en forma de puchero— ya no me llamas...

   —Yo no llamo nadie, ni escribo, a mí me buscan, no ando buscando.

Odio a mi jefa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora