14-Encantada de conocerlos

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Llegamos comedor principal por lo que ella me dijo, es bastante grande y si este es el principal ¿Cuántos comedores más tienen? ¿Qué tan necesarios son en una casa exageradamente grande? nos recibe su madre con dos besos, luego se acerca su padre trago en mano, y se suma su abuelo, a quien por lo que veo, Julia sacó su mirada y sonrisa, solo que él se ve mucho más afable.

   —Esta debe ser Victoria, de quien tanto me han hablado ―le guiña un ojo a Julia, quien se ruboriza desviando la mirada.

   ―Espero que le hayan hablado bien de mí ―dije.

   ―Juli solo habla maravillas de ti, por eso tenía muchas ganas de conocerte.

   ―Es un gusto, señor Moore ―estiro la mano, pero él me da un afectuoso abrazo.

   ―No sabes lo encantado que estoy de conocerte, eres la primera que Juli trae ―¿No me había dicho que le pidieron llevar a alguien? Lo que omitió es que yo, debía ser ese alguien.

   ―No me diste muchas opciones o si, viejo.

   Noto en ellos mucha mejor relación, de la que tiene ella con sus padres y hermano, ambos extremos parecen guardar una cierta distancia los unos con los otros, de hecho apenas entró su abuelo, sus padres, hermano y cuñada salieron al patio a sentarse en una mesa llena de comida y refrigerios. Hasta es un poco incómodo el ambiente que se genera cuando están todos juntos y Julia parece reacia a las muestras de afecto por parte de ellos... por demás raro.

   ―Julia también me ha hablado mucho de usted, tenía muchas ganas de conocerlo ―obvia mentira, hasta ahora recién lo conozco y hasta hace unos días sabía apenas que existía.

   ―Me alegra que sea así entonces, porque esta niña cascarrabias, es muy cerrada ―mira a Julia serio―. Pero lo importante es que aquí estás y que por esta semana, vamos a poder conocernos bien.

   ―Fin de semana ―lo corrijo.

   ―No, semana ¿Julia no te lo dijo? ―La miro un poco indignada, por eso me decía lo de no escatimar en ropa

   ―Sí, yo solo debo haber escuchado mal.

   ―Ahora si quieren ir a refrescarse, almorzaremos en una hora, su habitación ya está lista.

   Me mira suplicando que no haga una escena, y no la haré, no aquí. Me toma de la mano y me arrastra prácticamente hasta la habitación escaleras arriba. Entramos y cierra, me siento a la orilla de la cama simulando tranquilidad cuando por dentro hiervo en ira, todo el trabajo de esta semana, reprogramar reuniones, correr pidiendo favores, hablando y llamando como loca a las secretarias de sus clientes, todo en vano, para que un fin de semana, sea una semana. Por supuesto que ahora vienen sus disculpas, pero esta me la voy a cobrar y bien cara.

   ―Escucha sé que estas enojada, pero...

   ―¿Pero por qué? Porque te pasaste todo mi trabajo y esfuerzo por el culo ―la sangre latina corriendo en mi tiene su efecto―. Trate de dejarte con las reuniones al día y reprogramar todo para esta semana, pero me mentiste con que eran 3 días. O quizás debo estar enojada porque me dijiste que tenías que llevar a alguien, lo que omitiste es que yo era ese alguien. Claro, que estoy enojada, por supuesto que estoy enojada. Tengo demasiadas ganas de tomar mis cosas y largarme en este momento...

   ―Lo sé, lo sé, entiendo.

   ―No, no entiendes pero vas a entender, me voy a asegurar de que entiendas.

   ―Te daré una licencia por 10 días...

   ―¿Diez días? No, por 20 días pagos claramente, y un bono, me lo merezco ―me mira seria.

Odio a mi jefa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora