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Miré el e-mail con decepción.

"Lamentamos informarle que no ha pasado a la siguiente etapa de entrevistas" se leía al inicio, me sentí tan desesperanzada.

— Tranquila Em, la siguiente será la buena — dijo Lydia intentando animarme.

— Ya no se Ly, tal vez deba conseguir muchos trabajos de medio tiempo.

— ¿Walmart otra vez?

— O, podrías intentar con otra empresa —una tercera voz nos interrumpió.

Era Carter, solíamos ser compañeras de piso, pero se comprometió y su prometido se la llevó a vivir con él, pero ella nunca nos devolvió la llave.

— Carter, cariño, ¿Cómo estás? — soltó Lydia, se levantó rápidamente y le dio un abrazo a Carter.

— Todo bien querida, ocupada con la boda, ¿Quién diría que planear un evento así sería tan complicado?

— ¿No estudiaste Organización de Eventos? — pregunté divertida, le propiné un abrazo a mi querida amiga.

— Si, si, pero no es lo mismo planear para esas frívolas novias — suspiró y se sentó en el sofá largo — Además, la madre de Louis es tan complicada, por fin entiendo a esas novias que me pedían que no contestara las llamadas de sus suegras.

Las tres reímos.

— En fin, vine a pedirles algo a ustedes dos — sonrió y sacó unas cajitas de su bolsa, nos entregó una a cada una y las abrimos al mismo tiempo, ambas gritamos de emoción al ver su contenido.

Eran un par de pulseras de cristales con una pequeña notita que leía "Madrina".

— ¿Es real? — dijo Lydia con una enorme sonrisa.

— Claro que es real — respondió Carter — ¿Quieren ser mis madrinas de boda?

Asentí con la cabeza mientras me ponía la hermosa pulsera, se veía realmente costosa.

— Es bellísima — miré detenidamente los detalles — ¿Es de Cartier?

Carter asintió.

 — Debió costar una fortuna, son personalizadas  — Lydia estaba realmente asombrada, admiraba la pulsera como si fuera un oasis en medio del desierto.

 — Bueno, supongo que puedes darte esos lujos cuando eres la prometida del hijo de uno de los empresarios más grandes de londres — le dí unos golpecitos con el codo a Lydia. Quien asintió efusivamente.

— Tu historia parece sacada de una novela de romance, fuiste su asistente personal, se enamoraron y ahora serás su esposa — dijo Lydia llevándose las manos al corazón — ¿No es eso romántico?

— Totalmente, totalmente romántico — la imité adoptando un tono dramático.

— ¿Cuándo será el turno de las pobres mortales?

— ¿Cuándo, cuándo?

Carter rió ante nuestras tonterías.

— En primera, tú — apuntó a Lydia — tú ya tienes novio y tú — dirigió su dedo acusador hacia mi — tú necesitas encontrar un empleo, no tienes tiempo de pensar en romances de telenovela.

— Yo se, yo se — dije suspirando.

— ¿Siquiera dijeron por qué no pasaste? — preguntó Lydia tomando la laptop y poniéndola en sus piernas, sus ojos atravesaban fugaces cada palabra del desastrozo e-mail.

— Dijeron que no tengo el perfil que buscan — me encogí de hombros.

— Louis dice que cuando una empresa dice eso, para un puesto como el de una secretaria o recepcionista, es porque tienes un gran currículum y no quieren arriesgarse.

Novia a DomicilioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora