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El pasar de los minutos me estaba volviendo loca, ya había pasado una hora exacta desde que Oliver se había marchado abruptamente para resolver aquella nota amarillista. No podía dejar de pensar en nuestra charla, en su propuesta, vivir bajo el mismo techo que Oliver. Siend honesta, el miedo que le tengo a Henry pesa sobre cualquier otra opción justo ahora y, de todos modos, opciones no tengo muchas.

El ruido del cucharón moviendo la sopa en la olla de metal me sacó de mis pensamientos. La mucama que mandó Oliver, la señora Baker, se encontraba cocinando una sopa de verduras que, según ella, sanaría todos mis males. 

La señora Baker había llegado minutos después de la partida de Oliver, resulta que ella fue quien me cambió y preparó para dormir anoche, al verme con el sándwich se rió y me dijo que me prepararía una sopa que curaría todos mis males.

Era una señora de aproximadamente 50 años, regordeta, de mejillas sonrojadas, su cabello castaño canoso se encontraba atado en un moño firme, su uniforme constaba de unos jeans de tela beige y una camiseta azul con cierre al medio. Tarareaba un canción como las que mi abuela solía cantarme cuando era niña.

— Querida, la sopa está lista — cantó la señora Baker al mismo tiempo que servía la sopa en un pequeño tazón blanco.

Me acerqué y el delicioso aroma de la sopa inundó mis fosas nazales. 

— Huele increíble Señora Baker — dije tomando asiento en la barra de la cocina, la mujer me sonrió y se dió la vuelta para comenzar a limpiar.

Tomé una cucharada y, después de soplarle un poco, le di un sorbo. La señora Baker no estaba bromeando, esa sopa calentó mi corazón y me hizo sentir como una pequeña niña de nuevo. Tenía ese sabor como de hogar, como la comida que mi madre solía preparame en un día lluvioso. 

Creo que debí ser mu explisita en mi disfrute, pues escuché una pequeña risa provenir de la Señora Baker.

— Me alegra que te guste querida — sonrió ampliamente, sus mejillas achinaron sus ojos.

— Está deliciosa, tenía razó cuando dijo que curaría todos mis males — dije mientras juntaba otra cucharada. 

— La buena comida siempre arregla los problemas del corazón.

Ojalá también arreglara los problemas de fuera del corazón.

La Señora Baker me platicó muchas cosas, sobre su familia, sus hijos, al parecer comenzó a trabajar para la familia de Oliver desde que tenía 17 años, mucho antes de que Oliver siquiera naciera.

Cuando él nació, ella fue la encargada de su cuidado, lo siente como un hijo más.

— No sabes los feliz que me hace por fin cocinarle a su novia, estoy tan acostumbrada a prepararle sopa para la resaca, que esto se siente como si hubiese ganado la lotería.

Ouch, otra gota a mi cubo de la culpa. La Señora Baker cree que Oliver y yo estamos juntos, no me imagino lo decepcionada que estaría de saber la verdad.

— De verdad que le has hecho mucho bien a mi niño, te juro que es otro — notó que había terminado la sopa y retiró mi plato. — Y tú eres preciosa, nada que ver con todas esas mujeres que se le resbalaban en las fiestas.

— Nunca lo he visto en una fiesta, solo, los artículos de las revistas y esas cosas.

— Ay, mi niño estuvo mucho tiempo perdido, las heridas del corazón cambian mucho  la gente 

—  ¿Heridas del corazón?

— Si, si, mira, no le digas que te conté, pero, el tuvo una novia, hace mucho, estaba por empezar la universidad, aún no se adentraba mucho en el medio, el asunto es que conoció a la muchachita en una fiesta, se enamoró muy rápido,  incluso la quiso presentar a sus padres pero los señores se encontraban en temporada de viajes, esta mujercita, ay no, jugó como quiso con el corazón de mi niño, un día desapareció sin más, mi pobre Oliver se deprimió por meses, luego es que comenzó su vida pública y el resto es historia.

Novia a DomicilioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora