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El reloj parecía avanzar más lento. Mi corazón late tan rápido como el de un colibrí. 

Después del beso, como si el destino hubiera decidido reírse de mi. Oliver se quedó dormido, supongo que la adrenalina y el alcohol se llevaron lo mejor de él. Pero no sus labios.

Sus labios se sintieron como terciopelo junto a los míos. Ya nos habíamos besado antes para las cámaras. Pero este beso fue distinto, fue un beso real, un beso de solo nosotros dos, sin cámaras ni otras personas esperando el comportamiento de una pareja real.

Lo observé dormir, su sabello alborotado, su respiración lenta ¿De verdad merezco a alguien así? ¿Alguien como Oliver pudo fijarse en mi de verdad?

Dicen que los niños y los ebrios siempre dicen la verdad. Tal vez el alcohol le dió la valentía para hacer lo que deseaba, o el mismo alcohol lo hizo hacer algo impulsivo de lo que tal vez se arrepienta.

Quizá no lo recuerde cuando despierte.

Guardé la botella de licor en la gaveta de la cual la había sacado, es impresionante la cantidad de licor que tiene, hasta en esto solo tiene marcas de lujo. Puse los vasos en el fregadero y lo miré una última vez.

Retiré un mechón de cabello de su rostro y me incliné para dejar un beso en su frente.

Casi me da un infarto cuando tomó mi mano.

— No te vayas — murmuró poniendo mi mano en su pecho, pude sentir los latidos de su corazón. — Quédate conmigo.

Asentí y me recosté a su lado en el sofá, puse mi cabeza en su pecho y él me rodeo con sus brazos.

¿Cómo se supone que pueda dormir cuando el corazón se me va a salir del pecho?

[...]

Desperté sintiendo como si un elefante hubiera pasado por mi espalda. No importa que tan costoso sea el sofá, dormir en uno nunca es buena idea.

El aroma a café inundó mis fosas nasales.

— Buenos días — dijo Oliver dejando un vaso de Starbucks en la mesa de café frente a mi.

Una manta me cubría las piernas

— Gracias...— me senté y tomé el vaso, lo sostuve dejando que el calor del café inundara mis manos. — ¿Cómo estás?

— Un poco de dolor de cabeza, suelo beber mucho más, pero hace mucho que no bebía nada.

Nos quedamos en silencio ¿Recordaba el beso? ¿No lo recordaba? No voy a traer yo el tema a colación. Él me besó. Yo no.

— Escucha...Emma — se sentó junto a mi, tiene la expresión que ponen las personas cuando te dicen que tu perrito acaba de morir. — Yo, lamento lo de anoche.

Entonces si fue impulso.

— Estaba ebrio y con muchas emociones.

— No, no te preocupes, entiendo — sonreí, pero al mismo tiempo quería llorar.

— Ahora que me dieron la empresa supongo que eres libre de tu contrato, de todos modos, te depositaré el sueldo equivalente al resto de los meses que cubría el contrato. Estaré eternamente agradecido contigo.

— Nunca me habían despedido de una manera tan agradable — reí.

— Ya veremos como cubrir la nota de nuestra ruptura, no tienes que decir nada, solo, postear la letra de una canción triste o la foto de un paisaje, ya sabes, esas cosas, yo me encargaré del resto.

Ruptura. Se acabó, oficialmente se acabó.

— Lo haré ver muy creíble — sonreí intentando contener las lágrimas. — Iré a empacar mis cosas.

Novia a DomicilioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora