Capítulo 8

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Philip está conduciendo a un lugar que desconozco, según él, me va a encantar.

Hoy voy vestida diferente, llevo puesto un jean, un top, un saco largo hasta las caderas y un calzado Air Force. Sé que al pertenecer la realeza debería de usar vestidos, pero me cuesta acostumbrarme y al estar lejos de la familia Conway prefiero sentirme cómoda y me pone feliz que mi esposo lo acepte sin quejas. Realmente estoy sintiéndome bien a su lado.

—Hemos llegado —anunció finalmente. Miré a mi alrededor y no veía nada llamativo.

—¿Acaso tendremos que caminar para llegar al lugar? —pregunté.

—No, ya llegamos —anunció. Él notó mi cara de confusión—. Mira allí.

Señaló a un lugar con escaleras abajo y noté movimiento de personas, quizá, ahí me quiere llevar, y lo confirmé cuando agarró mi mano y caminamos hacia el lugar mientras bajábamos las escaleras, el lugar se llama "Bowling", al entrar al lugar vi un montón de juegos como el juego de bolos, el pool, entre otros, los nombraría, pero no recuerdo sus nombres.

—Me encanta, siempre quise venir a un lugar como estos —sonreí y de la emoción, lo abracé.

Él correspondió el abrazo y después de unos segundos así nos separamos. Philip se acercó a un guardia, dijo algo en francés que no entendí y subimos unas escaleras, al parecer, mi esposo —se siente tan raro decirle así— contrató el sector VIP para nosotros.

Allí arriba también habían juegos. Nos sentamos en una mesa frente a frente, nos trajeron comida, siendo más específica, pizza y comenzamos a hablar sobre nosotros.

—¿Te gustaría tener hijos? —su pregunta me tomó por sorpresa, no era algo que realmente me esperaba, aunque es algo que ya habíamos hablado antes de casarnos.

—Si —respondí—. ¿A ti?

—Si —respondió él—. ¿Cuántos?

—Dos —titubeé, realmente no estoy segura de querer dos hijos.

—Noté tu duda, Diana, ¿por qué?

—No lo sé, quizás es el miedo al parto —respondí, aunque tal vez ese no sea ese el verdadero motivo. Yo siempre planeé mi vida, es decir, dije que me gustaría tener un novio con el cuál tener dos hijos o tres sin la necesidad de casarme y mis planes cambiaron—. ¿A ti cuántos te gustaría tener?

—Uno —respondió—. Él heredero o la heredera. No necesito más hijos.

De alguna forma esa respuesta me afectó, porque si estamos casados, en algún momento vamos a tener hijos y genéticamente tengo posibilidades de tener mellizos y si él no quiere más de uno, no sé cómo irá a reaccionar.

—¿No te gustaría tener más? Sería lindo tener más de un hijo, un hermano o hermana con quien compartir.

—¿Para que sean como mi hermano y yo? No, prefiero uno.

No seguí con la conversación porque iba a terminar en disputa.

—¿Cuándo volveré a ver a mi familia o al menos comunicarme? —pregunté. Si iba a discutir por algo, prefiero que sea por eso.

—No lo sé, no es mi decisión —respondió.

—Philip, ya somos mayores de edad, podemos tomar nuestras propias decisiones, si no puedo ver a mi familia, al menos, quiero hablar con ellos, saber cómo están, tengo mi celular y estoy incomunicada.

—Intentaré hablar con mi padre para que puedas comunicarte, no te prometo que pueda lograrlo.

Estuvimos hablando por unos minutos mientras comíamos, cuando terminamos, jugamos al juego de bolos, que obviamente ganó él, porque siempre lograba tirar todos los bolos mientras que a mi me quedaba alguno parado.

Una situación inesperadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora