Capítulo 6

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Escuché la alarma sonar y me desperté. La cama estaba completamente vacía. Philip no estaba a mi lado. Me levanté, entré al baño, me cepillé los dientes, salí y me puse un vestido largo, cómodo y de color blanco.

Salí de la habitación y en la puerta estaban Robert y el otro guardaespaldas. Ambos tenían ojeras notorias, eso confirmó mis sospechas de que vigilaron mi habitación toda la noche. Había mucho revuelo, estaba todo el mundo en constante movimiento.

—Buenos días, señorita Diana —saludó Robert.

—Buenos días —saludé a ambos—. ¿Dónde está Philip?

—Él salió de la habitación apenas usted se durmió —respondió el otro guardaespaldas.

—Robert, antes de ir a desayunar con toda la familia tengo que hacer algo y como sé que no puedo ir sola a ningún lado, pueden acompañarme.

Ninguno mencionó nada, simplemente me siguieron hasta el jardín. Una vez allí, estaba la misma mujer de ayer.

—Buenos días —le saludé—. ¿Se pueden cortar las rosas?

—Por ser la boda real, está permitido —asintió.

—¿Podría cortarme cuatro rosas blancas? Por favor —pedí, la mujer obedeció y se fue, unos minutos después volvió y me dio un ramito con las cuatro rosas blancas. Me dio algunas indicaciones sobre cómo cuidarlas hasta el momento de la boda y se fue, no sin antes agradecerle—. Gracias.

Le pedí el favor al otro guardaespaldas que llevara el ramo de rosas a mi habitación sin que nadie lo viera y que cumpliera con las indicaciones que dio la mujer.

Me enderecé y comencé a caminar hasta la mesa. Una vez llegué, me incliné frente al Rey.

—Buenos días —saludé. El Rey dio la orden de que podía sentarme y eso hice.

—¿Está muy nerviosa? —preguntó la Reina.

—Demasiado —admití.

—Buenos días —saludó un chico unos años menor a Philip—. Tú debes de ser Diana, la futura princesa, ¿no?

—Si, ¿y tú eres? —pregunté.

—Oh, veo que nadie te habló de mi —fingió un tono de desagrado—. Soy Felipe Conway, hermano de tu futuro esposo.

—Un placer conocerlo —sonreí.

Estábamos todos sentados en la mesa desayunando en silencio, hasta que mi futuro esposo decidió hablar.

—¿Estás cortejando a alguien? —preguntó.

—De hecho, si —respondió su hermano—. La señorita Campbell.

—¿Meghan Campbell o Eleanor Campbell? —cuestionó el Rey.

—Eleanor Campbell —respondió.

—Invítala a la boda —propuso la Reina Sofía. Felipe asintió—. Diana, ¿estás preparada?

—Me lo preguntaron mucho durante todo el mes y es la primera vez que puedo responder con sinceridad —hablé—. Si, estoy preparada.

Me despedí de todos y fui a mi habitación junto con la Reina, me tenían que maquillar, vestir, iba a estar todo el día ocupada.

—Estoy feliz de que mi hijo Philip por fin se vaya a casar, lo veo muy emocionado —sonrió la Reina.

Después de unas horas, llegaron las maquilladoras y un montón de personas más. Primero me duché, una vez que terminé me puse el vestido y trataron de arreglarlo para que no quede arrugado, una vez listo, me senté en una silla y comenzaron a maquillarme. Por suerte era en tonos naturales, detestaba los colores muy llamativos y fuertes.

Una situación inesperadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora