Capítulo 10

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CINCO AÑOS DESPUÉS.

Los años habían pasado, las cosas cambiaron.
Voy a hacer un pequeño resumen de todo lo que sucedió, luego de esa noche en la que Philip y yo logramos soltar lo que llevábamos guardado, la convivencia mejoró. Philip asumió el cargo de su padre, actualmente es el rey de Italia y yo la reina, decidimos mudarnos a una mansión bastante grande en el medio del campo lejos de todo, yo estuve estudiando mientras trabajaba —por supuesto desde casa, una reina no podía ser vista trabajando—, respecto al matrimonio arreglado, no hemos hablado de eso, no nos hemos echado en cara absolutamente nada, y sobre tener hijos si hemos conversado, aún no tenemos planes de embarazo, por ende, nos seguimos cuidando —algunas que otras veces no usamos condón pero yo siempre tomo pastillas anticonceptivas—, y sobre mis sentimientos, estuve dos años asimilando lo que sentía por él, logré comprender lo que sentía, luego de haber aceptado mis sentimientos a mi misma, se lo dije a Philip, necesitaba decírselo, esa misma noche follamos y creo que fue una de las primeras veces donde realmente disfruté —aclaro, también disfruté la primera vez que sucedió eso entre nosotros en la luna de miel, pero no es lo mismo follar con amor que sin amor—, respecto a mi familia, no me he podido comunicar, llevo cinco años sin saber de ellos. El estar trabajando me ayuda a guardar dinero ya que es Philip quien se ocupa de los gastos, yo no le doy dinero a menos que él me pida o sea necesario. Estoy guardando dinero para volver a Uruguay a ver a mi familia y tal vez eso Philip no lo sabe. No sé lo he dicho. Por último, respecto a mi esposo, con los meses logró asimilar que su padre no estaba, le costó, todas las noches tenía pesadillas, sobre todo, su miedo constante a perderme. Felipe hace un año se casó con la chica que estaba cortejando cuando lo conocí y actualmente está viviendo en el castillo junto con su madre.

—Buenos días, preciosa —se acercó y me dio un corto beso en los labios.

—Buenos días, dormilón —le saludé—. Te dejé el desayuno arriba de la mesa.

—Gracias.

Respecto a guardaespaldas, seguimos teniendo, pero esta vez cuidan la casa y a nosotros cuando salimos, dejaron de perseguirme hace ya unos años que se dieron cuenta que no intenté nada para escaparme, siempre creí que era el rey quién los mandaba a perseguirme.

—¿Cómo está Robert? —pregunté.

—Mejorando —respondió mi esposo—. Por suerte tiene una esposa e hijos que lo cuidan.

—Me alegro muchísimo —sonreí—. Cuando hables con él dile que se mejore y que no se preocupe por trabajar, primero está su salud.

Robert, el guardaespaldas —que conozco desde el momento en que llegué a Italia— enfermó, lleva más de un mes así, al parecer tiene una gripe, su esposa e hijos lo cuidan y lo miman.

—Te adoro, cariño.

Nos besamos y él se fue a trabajar. Yo agarré mi laptop y también me puse a trabajar.

Me tomé un descanso y me puse a pensar sobre la vuelta a Uruguay. Primero, tendría que ir en el horario de la madrugada, en esta casa a esa hora todos duermen, incluidos guardaespaldas, y en el aeropuerto no hay casi nadie, aún así, saldría de mi casa toda tapada, no quiero que nadie me reconozca. Segundo, al llegar a Uruguay tendría que ir a buscar a mi familia a su casa y si no, buscar en la casa de varios familiares hasta encontrar a alguien.

Hace unos años tenía pensado viajar a Uruguay a ver a mi familia y no volver, por más sentimientos que tuviera hacía Philip no quería volver, priorizaba a mi familia, pero esta vez no, esta vez si pienso volver.

Una situación inesperadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora