DIANA
Han pasado unos días desde que volví. He hecho videollamada con mi madre, mi abuela e incluso con mi mejor amiga, Stacy.
Algo que no mencioné, cuando estuve en Uruguay, hubo un día que decidí ir a ver a mi padre, llevaba años sin saber de él. Me sentí mal por él. Mi madre al menos tenía el apoyo de mi abuela y de Stacy, mi padre no tenía el apoyo de nadie, perdió a su madre hace unos años y también me perdió a mi. Después de haberlo pensado por unos días, decidí ir a verlo, lo abracé muy fuerte, estuvimos hablando, soltando todo lo que llevábamos guardado y terminamos llorando. También le conté sobre la noticia de mi embarazo, estaba muy emocionado porque va a ser abuelo. Estuvimos viendo fotos de cuando yo era una niña y reíamos por los recuerdos. Por supuesto, también he hablado por llamada con él, no quiero que se sienta solo, quiero que sepa que tiene apoyo en mi, aunque no esté en Uruguay.
—Cariño, ¿dónde estás? —escuché la voz de Philip que provenía del pasillo.
—En la cocina, babe —respondí. Se acercó a mi y me dio un beso en la frente.
—¿Estás cocinando? —preguntó.
—No —respondí—. Solo vine por agua.
Fuimos a la sala de estar y nos sentamos en el sofá.
—Eleanor está complicando todo —soltó—. No quiere divorciarse de Felipe.
—Es más fácil que firme los malditos papeles que seguir complicándolo. De alguna forma u otra terminarán divorciándose.
—Si, y también tengo que contarte algo que sucedió mientras no estabas —hizo una mueca, yo esperé en silencio a que continuara—. Se me insinuó, dijo que si yo aceptaba casarme con ella, ella se divorciaba de Felipe, e incluso intento besarme.
—¡Zorra! —grité—. No puedo creer que esa estúpida se haya querido aprovechar de ti.
—Tranquilízate —intentó calmarme—. No sucedió nada.
—Ya lo sé. Te sentías muy lastimado y decepcionado como para pensar en besarte a otra, pero intentó aprovechar tu momento de debilidad, si será perra —Philip no sé aguantó y comenzó a reírse—. ¿Qué?
—Es que me encanta como la insultas —siguió riéndose, cuándo logró calmarse, volvió a hablar—. Le dije que aunque me pidieras el divorcio no volvería a casarme, porque siempre serás tú.
—Siempre serás tú —repetí—. It will always be us.
—Siempre seremos nosotros —repitió él—. Juntos y ahora, con un nuevo miembro.
Señaló mi vientre, sonriendo.
—Nunca me imaginé así a esta edad —admití—. Nunca me imaginé casada, enamorada y mucho menos, embarazada a los 24 años.
—Si te soy sincero, yo tampoco me imaginé casado ni enamorado a mis 24 años —admitió—. Y mucho menos con un bebé. Te he dicho que me gustaría tener hijos, pero sinceramente antes de conocerte no quería saber nada de eso ni de el amor y cuando te conocí, también encontré el amor y ahora tendré un bebé. Honestamente estoy aterrado.
—¿Y crees que yo no lo estoy? —cuestioné—. Tengo un jodido bebé dentro de mi.
—Juntos vamos a poder, te lo aseguro —me reconfortó.
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Una situación inesperada
RomanceDiana Howell, una chica Uruguaya que siempre tuvo miedo al compromiso, odia cualquier cosa que se relacione al amor, aunque toda su vida se idealizó tener una familia con el chico "perfecto". Philip Conway, un chico Italiano que está en busca de su...