Hoy es el cumpleaños de Philip. No es el primer cumpleaños que pasamos juntos, pero si el primero con un bebé en camino. Ese fue uno de los regalos. El otro es un paseo en lancha y una noche en una cabaña en una isla alejada de todo el mundo, le vendría bien.
Philip aún duerme, así que me levanté, hice mis necesidades, me vestí y bajé a la cocina, voy a prepararle panqueques y café de desayuno.
—Buenos días, Diana. —saludó Robert.
—Buenos días, Robert.
Preparé un sándwich y se lo di para que desayunara. Mientras él lo comía, yo me preparaba té y panqueques de avena y banana.
—¿Qué haces cocinando? —preguntó Philip apenas bajó las escaleras y me vió.
—Feliz cumpleaños, cariño. Buenos días —sonreí ignorándolo.
—Gracias, amor —se acercó y me dio un beso en la frente—. Te he preguntado algo.
—Te estaba preparando el desayuno —hice un puchero.
—Tienes que descansar, no puedes estar parada y cocinando, de eso me encargo yo —me regañó.
—Conway, estoy embarazada, no soy inválida ni mucho menos manca, puedo hacer las cosas, al menos ahora —me encogí de hombros.
—Pero
—Pero nada —me quejé—. Por ahora puedo hacer las cosas, ya cuando me quede poco para parir ahí harás todo, mientras tanto, déjame a mi.
No se quejó. Convivir 5 años conmigo le sirvió para aprender que conmigo no vale la pena discutir, porque siempre quiero tener la razón.
—¿Tienes planes para hoy? —pregunté—. Espero que no.
—No tengo ninguno.
—Bien. Después de desayunar iremos al castillo —mencioné.
—Aún sigue viviendo Eleanor —avisó.
—No me importa —me encogí de hombros—. Iremos a pasar la tarde con tu familia y luego pasaremos juntos tu cumpleaños.
Mientras desayunábamos estábamos hablando sobre mi cumpleaños, quedan aún dos meses pero Philip ya está planeando absolutamente todo.
—Febrero es mi mes favorito —sonrió.
—Por supuesto, cumple la más linda de la casa —reí.
—Por ahora —advirtió Philip y lo fulminé con la mirada—. Si ese bebé formándose en tu vientre es niña va a ser la más hermosa de la casa.
—Tienes razón.
Philip y Robert se quedaron hablando de deporte —algo que a mi no me gustaba, como mucho veía fútbol pero nunca me llamó la atención— yo fui a la habitación a bañarme.
Me coloqué un vestido celeste, unos tacos blancos, algunos accesorios y salí de la habitación. El primero en verme fue Philip que quedó boquiabierto y Robert que fue el primero en hablar.
—Luces preciosa —elogió.
—Gracias —sonreí.
—Te ves muy hermosa —los ojos de Philip me analizaron de pies a cabeza—. Espero no te caigas con esos tacos.
—Siempre arruinando los momentos románticos, Conway —rodeé los ojos—. Vamos.
Nos subimos al auto, Robert conducía y Philip y yo nos sentamos en el asiento de atrás, entrelace su mano con la mía y empecé a mirar por la ventana, con los mismos paisajes que veo desde hace cinco años, incluso me inventé el nombre de cada palmera, me sé los nombres de cada calle, ya es rutina. Mis pensamientos comenzaron a fluir y no me agradaba.
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Una situación inesperada
RomanceDiana Howell, una chica Uruguaya que siempre tuvo miedo al compromiso, odia cualquier cosa que se relacione al amor, aunque toda su vida se idealizó tener una familia con el chico "perfecto". Philip Conway, un chico Italiano que está en busca de su...