Capítulo 21

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DIANA

Ya había pasado una semana de haber perdido a mi bebé. Lloré lo necesario, pero tenía que seguir con mi vida, no podía simplemente quedarme acostada, llorando sin querer hacer nada, no me gustaba esa vida. Pasé mi duelo los primeros días, hasta que llegó Philip y fue él quién me ayudó a salir de mi habitación, para no entrar a un pozo sin salida. Philip me invitó a salir en varias ocasiones —al estilo de esos novios que suelen invitar a la chica que les gusta a salir—, me llevó a cenar a un restaurante bastante lindo, también me llevó a un parque de diversiones, vi muchos niños jugando, corriendo de un juego a otro, gritando de emoción, llorando de miedo —por algunos juegos—, divirtiéndose. Después de observar por largo rato a los niños, decidimos subirnos a la tan conocida "rueda de la fortuna" o "rueda gigante". Admito que me daba un poco de miedo subirme, sobre todo por la altura.

—¿Estás dudando, cariño? —se burló.

—Claro que no —mentí.

—Oh, claro que sí —rió—. Olvídalo, subiré solo.

—He dicho que no —zanjé—. No subirás solo. Yo subiré contigo.

Él sonrió. Logró su cometido. Sabía que lo hacía para que yo subiera con él.

Nos subimos a la rueda. Cuándo ya estábamos arriba cerré los ojos, pero no podía permitirme perderme la hermosa vista, estaba oscuro, por ende, se veían luces por todo el parque, desde arriba de podía ver el mar, que estaba bastante cerca, los demás juegos en funcionamiento, algunos niños corriendo, algunas parejas abrazadas, besándose o simplemente existiendo.

—Tu es la personne la plus horrible de ma vie, mais quand même, ça me ferait mal de te perdre.
«Eres la persona más horrible de mi vida, pero aún así, me dolería perderte»

—La tuya por si acaso —bromeé—. Ya, en serio, ¿que has dicho?

—He dicho "eres la persona más terriblemente importante que existe en mi vida" —respondió. Su voz sonó a sarcasmo, sabía que mentía así que le hablé, pero en inglés.

—You're an idiot, but also the best husband.
«Eres un idiota, pero también el mejor esposo»

Estaba todo en silencio, solo se escuchaban nuestras respiraciones. Nuestras miradas se encontraron, es cierto cuando dicen que la mirada habla mucho antes que la boca. Se nota en sus ojos celestes el cariño que me tiene, aunque intentemos negarlo, ocultarlo, esconderlo, callarlo, el cariño está ahí, y sus pupilas dilatadas lo demuestran.

Su mano rozó la mía y subió hasta mi mandíbula, poco a poco se acercó a mi y me dio un beso en la comisura de los labios, luego en el cachete, seguido de la nariz y por último en los labios, sabía que estaba provocándome, sin embargo, aprendí sobre autocontrol. Lo besé de manera lenta y apasionada pero me aparté enseguida.

Me acerqué a su oído y susurré. —Ahora por intentar provocarme, intento claramente fallido, esta noche, dormirás solo.

Sonreí triunfante, la rueda de había detenido en el momento que nos tocaba bajar, lo hice y detrás de mi, bajó Philip.

—¡Ahora subirás conmigo a la casa del terror! —le grité.

—Oh, no —se quejó.

Una situación inesperadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora