Capítulo 18

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Hace unos días fuimos a la ecografía. El bebé va bien, no hay ningún problema con el embarazo, aún no sabemos su sexo. Philip me acompañó todo el tiempo, no quería dejarme sola ni un segundo, pasa pegado a mi. Sobre todo ahora que estamos por viajar a Uruguay, le preocupa que el viaje le afecte de alguna forma al pequeño brownie, si, así le apodé y por supuesto, tiene su significado. Philip y yo tenemos el cabello de casi el mismo color, y es muy probable que nuestro hijo o hija salga con el cabello castaño y por esa razón le apodé brownie, como la comida.

—¿Estás bien? —preguntó—. ¿Segura que quieres ir? Si no quieres ir no hay problema, mando el jet a buscar a tu familia.

—Philly —le llamé. Es la primera vez que uso ese apodo—, estoy bien y estoy segurísima de que quiero ir.

—Está bien —se rindió—. Pero si te sientes mal, me lo dices, ¿si?

—Si, cariño, te lo diré —sonreí.

Ya se acercaba Año Nuevo e iba a pasarlo con mi familia y también con Aarón.

Ya estábamos en el jet viajando a Uruguay. El jet estaba dividido en varias partes. Una de ellas es una pequeña pero lujosa habitación para poder dormir y también tiene una televisión grande para poder ver películas, y la otra parte son simplemente cuatro asientos, allí van Felipe y Sofía.

Decidieron aterrizar en el aeropuerto, por suerte en este horario de la madrugada todos están durmiendo y muy pocas personas estarían interesadas en ir al aeropuerto.

Un amigo de Philip que vive en Uruguay vino a buscarnos en una camioneta y nos llevó hasta una casa bastante grande.

—Bienvenida a nuestra casa, esposa —sonrió.

—¿Nuestra casa? —pregunté atónita. No podía creer lo que acababa de decirme. Me imaginé cualquier cosa, menos que iba a tener una casa en Uruguay y menos así de grande. 

—Si —respondió—. Es la casa que me dejó mi padre antes de morir.

—Es hermosa —miré a mi alrededor, admirando cada rincón.

—Igual que mi esposa —y a continuación me dió un beso en la frente—. Ahora, vayámonos a dormir, porque tienes que estar descansada para luego.

Mínimo tendría que dormir hasta las tres de la tarde para descansar bien, pero recuerdo el calor de diciembre y hasta máximo las doce del medio día no voy a poder dormir más. Pasé de estar en Italia, con frío y nieve al verano de Uruguay. Espero no enfermarme.

—¿Dónde dormirán Felipe y Sofía? —pregunté.

—Ellos tienen su propia habitación, al igual que nosotros —nos despedimos de su hermano y su madre y subimos a la habitación—. La habitación está remodelada.

—¿En que momento lo hiciste? —pregunté.

—Mi amigo lo hizo, él me ayudó —sonrió—. Ahora, vayamos a dormir, que será un día largo.

Me he despertado, miré la hora y eran las 11am, a mi lado no había nadie, supuse que Philip estaba en la cocina, así que me levanté, bajé las escaleras —con el pijama puesto—, me acerqué a la cocina y me preparé un té con pan de manteca.

—Buenos días, cuñada —saludó Felipe.

—Buenos días, Felipe —saludé—. Buenos días a ti también, Sofía.

—Buenos días, Dani —saludó.

—¿Alguien sabe dónde está Philip? —pregunté. Sofía y Felipe se miraron, sus miradas se veían sospechosas.

Una situación inesperadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora