Hace unos días fuimos a la ecografía. El bebé va bien, no hay ningún problema con el embarazo, aún no sabemos su sexo. Philip me acompañó todo el tiempo, no quería dejarme sola ni un segundo, pasa pegado a mi. Sobre todo ahora que estamos por viajar a Uruguay, le preocupa que el viaje le afecte de alguna forma al pequeño brownie, si, así le apodé y por supuesto, tiene su significado. Philip y yo tenemos el cabello de casi el mismo color, y es muy probable que nuestro hijo o hija salga con el cabello castaño y por esa razón le apodé brownie, como la comida.
—¿Estás bien? —preguntó—. ¿Segura que quieres ir? Si no quieres ir no hay problema, mando el jet a buscar a tu familia.
—Philly —le llamé. Es la primera vez que uso ese apodo—, estoy bien y estoy segurísima de que quiero ir.
—Está bien —se rindió—. Pero si te sientes mal, me lo dices, ¿si?
—Si, cariño, te lo diré —sonreí.
Ya se acercaba Año Nuevo e iba a pasarlo con mi familia y también con Aarón.
Ya estábamos en el jet viajando a Uruguay. El jet estaba dividido en varias partes. Una de ellas es una pequeña pero lujosa habitación para poder dormir y también tiene una televisión grande para poder ver películas, y la otra parte son simplemente cuatro asientos, allí van Felipe y Sofía.
Decidieron aterrizar en el aeropuerto, por suerte en este horario de la madrugada todos están durmiendo y muy pocas personas estarían interesadas en ir al aeropuerto.
Un amigo de Philip que vive en Uruguay vino a buscarnos en una camioneta y nos llevó hasta una casa bastante grande.
—Bienvenida a nuestra casa, esposa —sonrió.
—¿Nuestra casa? —pregunté atónita. No podía creer lo que acababa de decirme. Me imaginé cualquier cosa, menos que iba a tener una casa en Uruguay y menos así de grande.
—Si —respondió—. Es la casa que me dejó mi padre antes de morir.
—Es hermosa —miré a mi alrededor, admirando cada rincón.
—Igual que mi esposa —y a continuación me dió un beso en la frente—. Ahora, vayámonos a dormir, porque tienes que estar descansada para luego.
Mínimo tendría que dormir hasta las tres de la tarde para descansar bien, pero recuerdo el calor de diciembre y hasta máximo las doce del medio día no voy a poder dormir más. Pasé de estar en Italia, con frío y nieve al verano de Uruguay. Espero no enfermarme.
—¿Dónde dormirán Felipe y Sofía? —pregunté.
—Ellos tienen su propia habitación, al igual que nosotros —nos despedimos de su hermano y su madre y subimos a la habitación—. La habitación está remodelada.
—¿En que momento lo hiciste? —pregunté.
—Mi amigo lo hizo, él me ayudó —sonrió—. Ahora, vayamos a dormir, que será un día largo.
•
Me he despertado, miré la hora y eran las 11am, a mi lado no había nadie, supuse que Philip estaba en la cocina, así que me levanté, bajé las escaleras —con el pijama puesto—, me acerqué a la cocina y me preparé un té con pan de manteca.
—Buenos días, cuñada —saludó Felipe.
—Buenos días, Felipe —saludé—. Buenos días a ti también, Sofía.
—Buenos días, Dani —saludó.
—¿Alguien sabe dónde está Philip? —pregunté. Sofía y Felipe se miraron, sus miradas se veían sospechosas.
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Una situación inesperada
RomansaDiana Howell, una chica Uruguaya que siempre tuvo miedo al compromiso, odia cualquier cosa que se relacione al amor, aunque toda su vida se idealizó tener una familia con el chico "perfecto". Philip Conway, un chico Italiano que está en busca de su...