Estábamos con Philip en el avión, volviendo a Uruguay después de la luna de miel. Sofía, madre de Philip nos había llamado para anunciarnos que Eleanor por fin está en la cárcel después de haberme atropellado.
Ya había pasado casi un mes, ya era febrero, mi mes favorito, era el mes de mi cumpleaños.
—Mañana cumples años, ¿estás preparada? —preguntó Philip.
—No, y espero que no hayas planeado nada —le miré—. Estoy cansada de la luna de miel, no quiero más festejos.
Su mirada demostró todo lo contrario, sabía que algo planeaba, sin embargo, no iba a discutir, seguro lo planeó hace más de un mes.
—¡Mamá! —grité apenas llegué a su casa—. Te extrañé.
—Yo a ti —me abrazó—. Tu abuela está en la cocina.
—¡Abue! —corrí y la abracé. Ella era una de mis personas favoritas, si la pierdo es como perder una gran parte de mi.
—Dani, mi niña —me abrazó.
—¿Para mi no hay abrazo? —preguntó Stacy, que estaba sentada en el suelo, algo normal en ella.
—Por supuesto —me tiré al suelo y la abracé.
—¡Ten cuidado! —gritó Philip, que vio cómo me tiré.
—¡No estoy embarazada, supéralo! —grité.
Todos a nuestro alrededor me miraron, a pesar de que había perdido a mi bebé, seguí con mi vida, no podía estancarme, ni seguir llorando. No me afecta tanto el haberlo perdido, porque tengo a mi familia unida y tengo la posibilidad de tener más hijos más adelante.
—Iremos a casa, nos vemos mañana —anuncié.
Me despedí de mi familia. Ya era de noche, habíamos quedado con Philip de ir a casa de mi madre antes de volver a nuestra casa y eso hicimos.
Llegamos a la casa, me puse el pijama y caí en la cama.
•
—Buenos días, Smallie —escuché a Philip apenas abría un ojo.
—Buenos días, Bear.
Se acercó y me dio un corto beso en los labios.
—Feliz cumpleaños, mi reina.
—Gracias —me acerqué y lo besé.
—¿Estás preparada para esta noche?
—No —respondí.
—Bueno, inténtalo, por favor —dijo casi en una súplica.
—Lo intentaré.
Miré lo que había traído en la bandeja, era café con tostadas, algo completamente delicioso, sin embargo, salí corriendo al baño a vomitar. Philip corrió tras de mi.
—¿Estás bien? —preguntó después de que terminé de vomitar. Me volvieron a dar ganas y él me agarró del cabello para no vomitarlo.
—Vi el desayuno y me dio asco cuando sentí el olor a café —respondí cuando terminé de vomitar.
—Pero a vos te gusta el café —hizo una mueca—. ¿No estarás—
—No —respondí al instante—. Ni lo pienses, porque no hay posibilidades.
—¿Quieres que vaya a comprar test de embarazo para sacarte de dudas? —preguntó.
No quería ilusionarme, no quería pensar en la posibilidad de estar embarazada otra vez, sentía miedo.
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Una situación inesperada
Storie d'amoreDiana Howell, una chica Uruguaya que siempre tuvo miedo al compromiso, odia cualquier cosa que se relacione al amor, aunque toda su vida se idealizó tener una familia con el chico "perfecto". Philip Conway, un chico Italiano que está en busca de su...