Jed escuchó el grito de Briana segundos antes de entrar en el pasillo. El respiro que había sentido cuando ella se fue de la mesa, le duró hasta que vio como Mike tomaba el mismo destino. Tenía una clara visión de lo que aquello significaba, y que los demonios se lo llevasen, si permitía que aquel cretino le pusiera las manos encima a ella. Sus puños estaban casi blancos de tanto apretar, y listos para aplastar cualquier parte del cuerpo del cretino, preferiblemente la nariz. Sí, le iba a romper la cara, a desfigurarla por... pero sus pies se quedaron clavados en el suelo. Mike estaba mal sentado en el suelo, torpemente apoyado contra la pared, con una mano sosteniendo su garganta, y su cara congestionada por el doloroso esfuerzo por respirar.
- ¡Si vuelves a ponerme las manos encima, te corto las pelotas y te las meto por la nariz!.-
El rostro de Briana se alzó hacia él, mostrando una furia asesina en él que hizo que todo su cuerpo vibrara como la cuerda de un arco. ¡Dios, era una diosa!, ¡una valquiria!
- Veo que lo tienes todo bien controlado aquí.-
- Puedes ocuparte de tu colega, yo ya he terminado con él.-
Vio sus caderas girando airosas mientras desaparecía. Jed se agachó junto a Mike. El tipo parecía no poder hablar, pero más por la impresión que por el golpe en sí, sobreviviría.
- Si vuelves a acercarte a ella, tu madre necesitarán una prueba de ADN para reconocerte cuando termine contigo.-
Mike se apretó contra la pared, porque sabía que aquella amenaza era un billete al infierno, y que le partiera un rayo, él no iba a coger ese tren.
Briana escuchó su nombre a su espalda. Casi estaba en la acera, camino a casa. Ni muerta iba a volver allí dentro.
- ¡Brian!, espera.-
Jed llegó a su lado, antes de que atravesara el umbral del local.
- No estoy de humor, Jed. Así que vuelve con tu amigo y déjame en paz.-
Jed levantó las manos en señal de rendición.-
- Mike no es mi amigo, y ahora sé que nunca lo vamos a ser.-
- Jed, de verdad, no tengo ánimos para una conversación ahora. Solo quiero ir a casa.-
- Deja que te lleve.-
- No hace falta, de verdad.-
- Sabes que no me rendiré.-
- En serio, vuelve dentro. Tus "cool wave" te están esperando.-
Jed sonrió y levantó un hombro, como si no le importara. Y no sabía por qué, pero las deportivas habían dejado de ser su prioridad desde el principio de la noche.
- Son sólo unas deportivas.-
- Carla es más que unas deportivas.-
Jed lo sabía. Dejar plantada a su acompañante no decía nada bueno de él, como persona al menos. Y no quería dar aquella imagen a Briana. Que supiera que ella estaba por encima de Carla, por supuesto. Que era un canalla al que los sentimientos de una mujer no le importaban, ni de coña.
- Quédate aquí, enseguida vuelvo.-
Empezó a caminar de nuevo hacia el salón, pero se giró de nuevo hacia ella.
- Lo digo muy en serio. Espera a que vuelva.-
La miró de tal manera, que Briana sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. Habría consecuencias si no obedecía.
Pocos minutos después, Jed volvió a su lado.
- Vamos. Te llevaré a casa y luego regresaré con mi acompañante. —
- Pero...-
- Ella ya sabe que te estoy acercando a casa, y que después regresaré con ella.-
- Vale.-
Briana sintió la mano caliente de Jed apoyarse en su espalda, guiándola hacia la salida.
- Tengo que preguntarlo. ¿Qué demonios le hiciste?. El tipo te dobla el peso y es un toro de carga, y tú, lo dejaste tirado en el suelo luchando por respirar.-
- Hace tiempo tomé clases de defensa personal.-
Tampoco le iba a explicar las nociones de defensa que Elsa la había obligado a aprender. Decía " Una chica bonita tiene que saber cómo defenderse sola, nunca se sabe cuando lo puedes necesitar". Y tenía razón, aquel borracho salido no se esperó el golpe directo a su nuez de Adán. No moriría por ello, pero le detuvo en seco. Y lo mejor de todo, le dolería como el infierno por una buena temporada. La borrachera se iría, pero el dolor sería un buen recordatorio de que no se volviese a propasar con una chica.
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Una nueva cazadora 2
RomanceBriana había disfrutado siendo la pequeña de la familia, hasta que Jed se cruzó en su camino. Entonces, dejó de ser divertido. Tenía que hacer que dejara de verla como una niña, y descubrir a la mujer que era. Pero cambiar su modo de verla no era lo...