Capítulo 17

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-           ¿Puedes bajar al portal de tu edificio?.-

Briana miró por segunda vez el mensaje que había recibido. ¿En serio?. Acababa de llegar frente a la puerta de su apartamento, no había ni sacado la llave del bolsillo. ¿Y ahora ese loco le decía que bajara a la calle?. Aún jadeaba por la hora de carrera que se acababa de pegar, tenía la camiseta tan sudada, que ya podía sentir el tirón de su piel cuando intentara sacársela. Estaba mucho más que tentada en no hacerle caso, en olvidar que había visto el mensaje. Pero la curiosidad era demasiado fuerte. Aunque tratándose de Jed...

-           ¿Ahora?.-

La respuesta no tardó mucho en llegar.

-           Estoy esperando.-

Así que soltó un suspiro y dio la vuelta en su dirección.

Jed giró la cabeza al oír la puerta del edificio abrirse tras él. Allí aparecía ella, con unos pegados pantalones de deporte, y una camiseta que se ajustaba  a su figura con demasiada información para su recalentado cerebro.

-           Quiero otra cita.-

-           Hola a ti también.-

-           Hola. Quiero otra cita.-

-           Llamar habría bastado.-

-           Ja, ¿como la última vez?. Me estuviste ignorando dos días hasta que te dignaste a contestar a mis llamadas. De ser otro habría pensado que no te intereso.-

-           ¿Y si ese fuera el caso?.-

Jed la miró incrédulo.-

-           ¿Bromeas?. Soy el sueño de todas las chicas de esta ciudad. ¿Cómo no ibas a estar interesada?.-

-           Estas demasiado pagado de ti mismo.-

Briana hizo un gesto con la mano y empezó a girarse de nuevo hacia la puerta.

-           ¡Espera, espera!.-

Jed la sostuvo por el brazo, y Briana alzó una ceja hacia él.

-           Sabes lo que le ocurrió al último que me agarró así, ¿verdad?.-

Jed la soltó como si quemara y alzó las manos en señal de rendición.

-           Lo siento, es solo... quiero que me des una oportunidad más. Quiero que me conozcas. Si luego no te gusto, pues me lo dices y tan contentos. Pero si te gusto pues...-

Briana cruzó los brazos bajo su pecho y lo estudió un par de segundos.

-           Estás demasiado seguro de que va a ser así.-

-           La última cita estuvo bien, ¿no es así?.- Briana sonrió mientras recordaba.

-           Si lo estuvo.-

-           Entonces, ¿Qué te cuesta?.-

-           Mira, antes de que te lances voy a dejarte un par de cosas claras.-

-           Te escucho.-

-           Hace tiempo que deje de ser una adolescente sin cerebro, que se embobaba con tipos monos como tú. Y nunca, repito, nunca, me gustaron esos juegos de sexo sin compromiso. Yo no juego, ¿está claro?.-

-           Muy claro.-

-           Tampoco soy de esas mujeres que buscan atrapar una buena cuenta corriente que las solucione el futuro, ni soy un florero decorativo que pasear del brazo.-

-           Entendido.-

-           Y deja de sonreír como un tonto porque haya dicho que eres mono.-

-           Pero lo has dicho.-

-           Ya tendrías que estar acostumbrado a oírlo.-

-           No siempre de labios de una mujer vestida tan sexy.-

-           ¿Crees que esto es sexy?. ¡Puag!.- arrugó la nariz con asco.

-           ¡Diablos!, sí. Seguro que te vistes así para seducir a todos los hombres de este edificio.-

Briana entrecerró los ojos.

-            

-           ¿Piensas que estoy sexy con ropa de deporte, el pelo sucio y oliendo como un caballo de carreras después de un  Derby?.-

-           Me tienes a mil, cariño.-

Ella  colocó sugestivamente la mano en su cadera, acercando su rostro demasiado  íntimamente a su rostro.

-           Si quisiera seducirte, cariño, llevaría lencería sexy, de escasa tela y con ligeros, unos zapatos de tacón infinito, un vestido pequeño y muy ajustado, pelo suelto y sedoso, labios rojo pecado, y dejaría a mi paso un aroma que gritara "sexo salvaje".-

Jed se humedeció los labios y tragó saliva. Con aquella imagen que su calenturienta imaginación había creado con aquellos datos, era imposible llevar algo de sangre a la zona destinada a una respuesta mordaz. ¡Oh, Dios!, toda, absolutamente toda su sangre, se había ido a concentrar en ese apéndice que normalmente colgaba entre sus piernas, y que ahora suplicaba por sentir a esa diosa hecha carne.

Briana sonrió, y se encaminó de regreso a su edificio.

-           El viernes, a las siete. Ahora necesito una ducha.-

La puerta se cerró, pero Jed no se movió un centímetro. Cuando finalmente comprendió que había ganado, una sonrisa se dibujó en su cara. Alzó la mano hasta su cara, y la cerró en un puño, en señal de victoria. ¡Sí!. Tenía una cita con Bree.

Una nueva cazadora 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora