Capítulo 23

24.9K 2.5K 15
                                    

-          ¿Entonces ,estuvo bien?.-

-          Genial.-

Elsa sonrió al otro lado del teléfono, le encantaba la inocencia con la que Briana aún la sorprendía. Hizo bien en tutelarla, porque adiestrarla y dejarla por libre... no, Bree no habría sido capaz, le faltaba una madurez que no se adquiría tan fácilmente. La edad, la experiencia, eran factores que no tenía tiempo de hacer crecer en ella.

-          Me alegro. Ahora tienes que pasar al siguiente paso.-

-          Eso me pone nerviosa.-

-          No debería. Sabes que deseas hacerlo. Además, te aseguro que Jed no solo dará gracias por ello, sino que será el punto de inflexión entre el antes y el después.-

-          Lo sé. –

-          Entonces hazlo, tal y como te he dicho. Ese hombre caerá noqueado a tus pies.-

Briana estiró su espalda, como si se pusiera firme ante su general. Estaba preparada para esta misión, y la duda no era una opción.

*****

Jed escuchó el timbre de su apartamento. Las 7 de la mañana, tan solo unos minutos más tarde y abría salido él mismo por esa puerta. Pero ahora, no estaba seguro si abrir en pantalón de pijama era apropiado. ¡ A la mierda!, que no se presentaran a esas horas.

Cuando abrió la puerta, una sonriente Briana se lanzó hacia él. Sus labios lo devoraron como si fuera un chupito de tequila. De golpe y hasta el fondo. Cuando pudo tomar aire de nuevo, sus brazos se resistían a soltarla, y su boca se moría por más.

-          Tus buenos días son mejores que los míos.-

-          Pues prepárate para las buenas noches.-

Y así, sin más, ella se dio la vuelta y se alejó hacia el ascensor.

-          ¡Eh!, espera. ¿A dónde vas?.-

-          Tengo un taxi esperando abajo con mi maleta.-

Jed corrió hasta detenerse ante las puertas del ascensor, dejando que comenzaran a cerrarse.

-          Recógela y vuelve, te esperaré.-

-          Esta noche. Es una promesa.-

Lo último que Jed pudo ver fue una traviesa mirada que lo dejó jadeando. No tenía ni idea de lo que pretendía esa mujer, pero, ¡maldita sea si no iba a estar contando los minutos hasta esa hora!.

Volvió a su habitación, justo a tiempo para escuchar su teléfono, había recibido un mensaje.

-          "En mi casa, a las 8".-

-          "Allí estaré".-

Algo le decía, que los lunes ya no serían un mal día para él.

A las 8 menos 5 minutos, Jed estaba golpeando sus nudillos en la puerta de Briana. Cuando ella abrió, su respiración  se paró. Allí estaba ella, vestida como había descrito una vez, lista para seducirle. Un vestido corto y muy ceñido, tacones interminables, medias, una copa de vino blanco en su mano, y una sonrisa de labios rojos y promesas inconfesables.

-          ¿Impaciente?.-

-          Na, encontré rápido un sitio para aparcar.- Mentira, si que estaba impaciente, y ni se podía imaginar cuanto. La última vez que estuvo así, tenía 10 años y era el día de Navidad. Hoy, no era 25 de diciembre, pero se moría de ganas de ponerle encima la mano a su regalo. Sus dedos ardían de necesidad por aferrar la tela de ese vestido, y descubrir la lencería que imaginaba había debajo.

-           Espero que tengas hambre, la cena ya está lista.-

Jed asintió con la cabeza. Sí, tenía hambre, y mucha, pero no estaba precisamente pensando en comida.

Briana se detuvo en la isleta, dejó la copa de vino y se giró de nuevo hacia él. Estaba cerca, lo suficientemente cerca, como para sentir el calor de su cuerpo, pero sin llegar a tocarse. Sus dedos empezaron a arañar su pectoral, por encima de la camisa. ¡Mierda!, quemaba como si lo estuviese haciendo con una brasa candente.

-          No sé a ti, pero a mí me apetece empezar con un buen entrante.-

Y sin esperar respuesta se giró para empezar a caminar lejos de él, eso sí, no sabía cuando llegaron sus dedos a la cintura del pantalón, pero al mirar hacia el lugar sobre el que sentía que algo tiraba de allí, vio sus dedos aferrados a la hebilla de su cinturón. Si alguna vez pensó en ser él el que tomara el mando, esa idea se había esfumado de su cabeza.

2 minutos después, estaba con medio cuerpo tendido sobre la esquina de la cama, la camisa abierta, y atascada en sus bíceps, impidiendo que sus brazos se movieran con total libertad. Y una Briana sin vestido, pero con aquellos tacones aún puestos, casi sentada sobre él, atormentando lenta en incansablemente sus pezones.  Cuando sus dientes empezaron a raspar un camino descendente, sus manos empezaron a trabajar sobre su cinturón, a la vez que no evitaba apretar y acariciar la carne que estaba debajo, lista para salir disparada en cuanto le dieran vía libre.

Cuando la cremallera estuvo abierta, ella no sacó a su pequeño "ya no tan pequeño", si no que metió sus dedos por encima del bóxer, resiguiendo el relieve de su erección, no acariciando, más bien presionando con la fuerza suficiente, como para sentir una exquisita sensación de delicioso preámbulo. Ella se alzó sobre sus rodillas, sin apartar la palma de su mano de aquel lugar, dando pequeñas y apreciativas pasadas. Tenía el labio inferior aferrado entre sus dientes, y su mirada turbia. Sus senos se exponían tentadores en aquel exquisito sujetador, y las medias se detenían a medio muslo, donde las tiras del liguero se ocupaban de mantenerlas. Si tenía que elegir un momento para morir, bien podía ser ese. ¡No, una mierda!, mejor sería al día siguiente, cuando el sueño lo venciera después de la maratón que les esperaba a los dos.

Jed tenía la respiración tan pesada, que parecía que acababa de atravesar medio campo intentando atrapar al portador del balón. La tortura ya era suficiente, o eso creía. Sus hombros se despegaron de la cama, al tensar los prietos músculos de sus abdominales para sentarse, pero una mano se posó sobre su torax, obligándole a recostarse de nuevo.

-          Todavía no es tu turno. Aún me toca a mí.-

Y no protesto, maldita sea si lo iba a hacer. Ella lo silenció pasando la punta de su diabólica lengua sobre su boca. Si había alguna palabra a punto de salir de los labios de Jed, Briana la había lamido.

Una nueva cazadora 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora