Briana abrió los ojos a la claridad de la mañana. Su cuerpo estaba dolorosamente saciado y relajado. Lentamente recorrió la habitación, dándose cuenta enseguida que aquel lugar nada tenía que ver con ella. Entonces el recuerdo de la noche anterior la golpeó, eso, y notar que el peso sobre su cintura correspondía a un brazo masculino. Un brazo que pertenecía al propietario del sólido y caliente cuerpo casi pegado a su espalda. Siiiiiii, había sido increíble, mejor de lo que hubiese imaginado. La fama de Jed era totalmente merecida, las chicas no exageraban sus capacidades para satisfacerlas en la cama. Sus ojos pasaron sobre la mesita de noche, y los números fosforescentes del despertador la hicieron volver violentamente a la realidad.
Jed notó como el cálido cuerpo al que se aferraba salió disparado de su agarre, junto con una sonora maldición. Contempló relajado, como Briana recogía sus ropas diseminadas por la habitación, y después corría al baño.
- Pensé que esta vez no huirías.-
Ella se paró de golpe, giró sobre sus talones y se precipitó sobre la cama. Con energía, dio un sonoro y rápido beso a la sorprendida boca de Jed.
- Lo siento. Llego tarde.-
Y con las mismas se giró de nuevo y corrió a asearse y vestirse. Jed miró el reloj con curiosidad, y alzó la voz lo suficiente como para que pudiese oírle al otro lado de la puerta.
- Son sólo las 6:15 de la mañana.-
Briana apareció en el umbral de la puerta, saltando sobre un pié mientras se calzaba el zapato en el otro.
- Tengo que coger un avión a las 7:30.-
- Te llevo.-
- No hace...-
Antes de que pudiese decir más, Jed se había metido en unos vaqueros y tiraba una camiseta sobre su cabeza.
- Puedes perder el tiempo discutiendo, pero te llevaré de todas formas. –
- Eres un mandón.-
- Sólo cuando es necesario.- Jed le regaló una sonrisa mientras señalaba la puerta de casa.
- Vale.-
- No me dijiste que tenías que viajar.-
- No suelo dar explicaciones sobre mi agenda de trabajo a todo el mundo.-
- Lo siento, por esto.-
- No te eches toda la culpa. No tenía que haber dormido en tu casa.-
- No estoy de acuerdo.- cruzó los brazo sobre el pecho y frunció el ceño.
- Ha estado bien, pero...-
- Ha estado más que bien, y lo sabes.-
Las puertas del ascensor se abrieron en ese momento, y ambos salieron deprisa hacia el auto de Jed.
- ¿Primero a tu casa?.-
- Eh, si. Tengo que recoger la maleta.-
Jed hizo chirriar las ruedas cuando abandonaron el garaje subterráneo.
- ¿Es un secreto, o puedes decirme a dónde vuelas?.-
- A Melburne. Hay un certamen de surf el Geelong este fin de semana, y he de preparar toda la parte publicitaria allí.-
- Entonces, ¿estarás allí toda la semana?.-
- Hasta el lunes que viene, si.-
Jed permaneció en silencio unos eternos minutos, tenía que poner en claro el punto en que se encontraba su relación, porque no iba a permitir que cualquier guaperas en bermudas y bronceado tropical (como ese tal Pierre), rondara a su chica.
- No quiero que salgas allí con nadie.-
- ¿Eh, que quieres decir?. Por supuesto que tengo que salir con gente, es mi trabajo, relacionarme.- Jed paró el coche frente al portal de Briana y presionó los dedos en el puente de su nariz. Le costaba decir las palabras, seguramente porque no lo hacía desde su época del colegio.
- Quiero ser el único, Bree. No quiero que beses a otro tío. Y mucho menos...-
Ella entendió, le regaló una sonrisa y le besó en la mejilla antes de salir del coche.
- Has sido el único, y lo sabes.-
Salió del coche con prisa, dejando a Jed que rumiara aquellas palabras. Sí, lo sabía Bree había llegado virgen a él, había sido el único en tenerla, el primero, y algo en su interior le susurraba que estaría bien ser el último. Sobre todo porque no quería compartirla, y mucho menos renunciar a ella, no todavía.

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Una nueva cazadora 2
RomanceBriana había disfrutado siendo la pequeña de la familia, hasta que Jed se cruzó en su camino. Entonces, dejó de ser divertido. Tenía que hacer que dejara de verla como una niña, y descubrir a la mujer que era. Pero cambiar su modo de verla no era lo...