Capítulo 18

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Briana observó su reflejo en el espejo de cuerpo entero de su habitación. Antes tenía otro concepto de lencería sexy, pero después de la tutela de Elsa, si que podía apreciar la diferencia. Una cosa era ir gritando "fóllame", y otra muy distinta envolver su cuerpo como si fuera un regalo exquisito y caro, con sedas y encajes, con diseños sensuales y favorecedores. Si vistiese como una "chica caliente y fácil", un tío sólo tendría en mente estrellarte contra la pared, girarte, bajarte las bragas y follarte duro. Con lo que llevaba puesto ahora, su objetivo era cortarle la respiración con cada prenda que quitara hasta llegar a ver toda la ropa interior. Después pararse a admirar, sin saber que tocar, con miedo a hacerlo, saboreando cada pequeño bocado como si se tratara de una delicatesen. Pero no iba a ser demasiado obvia. Taparía todo aquello con unos jeans, una blusa bonita y unas bailarinas. Que quedase bien claro que su intención no era seducirle, aunque fuera a hacerlo.

Faltaban dos minutos para las siete, cuando sonó el timbre del portero automático. Estaba impaciente, bien.

-           Hola.-

-           Hola.-

Jed no intentó besarla, ni siquiera en la mejilla. Tan solo sonrió y mantuvo una fingida distancia de seguridad. Desde aquel momento, se esforzó por estar cerca, rozándola ocasionalmente, como si quisiera que se acostumbrara a su presencian, sin imponérsela. Buen chico, pensó Briana.

-           Veo que no te has puesto tacones, como te pedí.-

-           Me tienes intrigada.-

-           Bien.-

Y sonrió, como sólo puedo hacerlo alguien que sabe lo que va a llegar y espera que sea algo bueno. Con educación, la abrió la puerta del todoterreno, y después trotó hasta llegar a sentarse en el asiento del conductor.

Jed mantuvo el silencio todo el tiempo que pudo mientras conducía, hasta que Briana reconoció el camino.

-           ¿Me llevas al Aussie Stadium?.- era imposible de negar, el edificio, donde los Sydney Roodsters jugaban sus encuentros, era tan familiar para ella como el apartamento de su primo Chris.

-            Nop.-

Jed pasó de largo la zona deportiva, enfilando por una carretera menos transitada. Pronto el macizo verde apareció ante ellos.

-           ¿El parque centenario?.-

-           Si.-

-           Vaya, has salido todo un amante de la naturaleza. Primero los peces, ahora los árboles...-

-           Como decía Shrek, soy una persona con muchas capas, como las cebollas.-

Jed caminó hacia el maletero del coche y sacó una cesta y una manta.

-           Umm, ¿cena a la luz de la luna?.-

-           ¿Qué mejor sitio para charlar y cenar?, tiene buenas vistas, es tranquilo, y siempre puedo escoger la mejor mesa del local.-

Briana soltó una risotada.

-           No sé. Siempre pensé que eras más de locales de moda; atestados de gente guapa y música atronadora.-

-           ¿Por qué no me pueden gustar las dos cosas?.-

-           Es verdad, a mí también me gustan cosas muy diferentes.-

Jed pareció encontrar el lugar apropiado, y empezó a extender la manta.

-           ¿Cómo qué?.-

-           Por ejemplo...me gusta el ballet y la música de ACDC.-

-           ¡Vaya!, tu sí que eres un mundo por descubrir.-

-           ¿A qué te refieres?.-

-           Pues que ni de cerca se me había ocurrido pensar que te gustaran esas cosas. Bueno, el ballet puede, a las chicas os gustan esas cosas tan cursis. Pero ACDC...-

Briana ladeó la cabeza y entrecerró los ojos.

-           ¿Qué?, tu nunca has tenido que hacer zafarrancho de limpieza. No sabes lo que motiva escuchar Thunderstrack mientras sacudes las alfombras.-

Ahora fue el turno de Jed de reír a mandíbula partida. No, no se imaginaba el cuerpecillo estilizado de Briana aporreando una alfombra.

Jed empezó a sacar los recipientes con la comida, y una botella de vino con dos copas.

-           Sólo falta que me digas que también sabes cocinar.-

-           ¿Te sorprendería?.-

-           Bueno, pocos chicos jóvenes saben hacerlo.- Jed esbozó una leve sonrisa.

-           No te creas que soy un chef, tan solo tuve que apañármelas para alimentar este cuerpo de forma sana mientras estuve en la universidad. La comida de la cafetería no es muy compatible con el templo de un atleta.-

Se acarició el liso abdomen, dejando bien claro a qué se refería. Briana no pudo evitar recordar aquel cuerpo casi desnudo. No, estaba claro que el cuidaba su cuerpo, comida sana y ejercicio habían creado una máquina letal para la lívido de una mujer, además de para el rugby, claro.

-           Cocinas, amas la naturaleza, dime que planchas, recoges tu ropa sucia y eres una máquina en la cama, y me quedo contigo.-

-           Bueno, planchar no sé, y limpiar... tengo una asistenta que se encarga de esas cosas dos veces por semana. En cuanto a lo último...-

Sus ojos se oscurecieron considerablemente cuando la miró. El verde se hizo más profundo, más intenso. Estaban cargados de una promesa que hicieron que un escalofrío recorriera la espalda de Briana. Pero no tenía que dejar que lo notara.

-           Una pena. Bueno, será mejor que ataquemos la comida, me muero de hambre, y todo tiene una pinta estupenda.-

Jed le tendió el plato y comenzó a llenarle el plato con un poco de todo.

Estuvieron allí hasta que las estrellas empezaron a dibujarse en el cielo. Briana estaba tan relajada como Jed, pero no hacía más que preguntarse ¿porqué no se acercaba más?. Parecía que su cuerpo deseaba acercarse, pero cuando se daba cuenta de su proximidad, rápidamente ponía distancia entre ellos. Fue así hasta que la llevó de vuelta a su apartamento. Esta vez, la acompañó hasta la puerta de casa, pero cuando llegó la despedida, sólo le dio una pícara sonrisa. Ni beso, ni contacto físico, nada.

-           Buenas noches, Briana.- empezó a irse.

-           ¡Espera!.- él se giró, pero tenía las manos metidas en los bolsillos, como si de esa manera las mantendría bajo control.

-           Volveré a llamarte. Sabes que lo haré.-

-           No, no es eso.-

-           ¿Entonces?.- arrugó el ceño mientras sus ojos se perdían en el labio que Briana se mordía inconscientemente.

-           ¿Por qué no me has besado?.- Jed acercó su rostro al de ella, pero cuando estuvo a sólo unos centímetros, dejó de mirar su boca, y se centró en sus ojos.

-           Porque no quiero que salgas corriendo, como la última vez.-

-           No voy a correr.- él se apartó con una sonrisa aún más grande en su boca.

-           La próxima vez, Bree. –

Y con esas palabras, la dejó frustrada bajo el marco de la puerta. Menos más que tenía agua fría en abundancia, porque después de sentir su calor tan cerca, su olor tan intenso, necesitaba una larga ducha si no quería pasar la noche en vela.

Una nueva cazadora 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora