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Gabriel:

Mis manos no dejan de temblar sobre la mesa mientras aguardo a que ella aparezca. No sé porqué demonios accedí a verla después de haberle dicho mi estado, pero ahora me estoy arrepintiendo.

No he dejado de pensar en esta maldita reunión desde hace tres días y todo se debe a que no la he visto en años. Quizá tuve que haber mantenido el orgullo y haberle dicho que se fuera al carajo con su maldito interés por mí. Maldita necesidad por una explicación.

-Esto es ridículo...-digo antes de ponerme de pie de la silla y darme la vuelta para ir hacia la puerta. No me gusta esperar a nadie y mucho menos a esa mujer.
-Gabriel...-no logro dar ni un paso porque su voz, que ha sonado a mi espalda, se ha adentrado en mi cabeza cuál sonido de música. Giro lentamente en mi sitio y en cuanto nuestros ojos hacen contacto visual, todo nervio se evapora de mi cuerpo rápidamente.
-Mamá...-digo muy bajo. No puedo describir lo que siento ahora mismo.

Como en cámara lenta, veo como se acerca hacia mí y sin pensarlo mucho, me envuelve con sus brazos. Mi cuerpo y mis manos se han quedado inmóviles en cuanto han sentido el calor que emana de ella. Dios, una parte de mí parece haberla extrañado tanto que duele como el infierno y otra desea apartarse con brusquedad.

-Perdona...-dice alejándose lentamente de mí, sin apartar sus brazos de ambos lados de mi cuerpo.-sé que no te gustan mucho los abrazos...-trago una roca de saliva y pongo el peso de mi cuerpo en la otra pierna, con la esperanza de que esto me quite la tensión que tengo en mi interior por el solo toque de su mano.
-Descuida...-digo desviando la mirada hacia la mesa en la que me encontraba hace unos instantes sentado.-¿nos sentamos?...-digo señalando la mesa con la cabeza. Siento como el nudo en mi interior se libera cuando ella se aleja de mí para tomar asiento en la silla.

Imito su acción luego de indicarle al camarero que venga con los menús. Entre menos hablemos ella y yo, más rápido me libraré de esto y podré volver a casa. O al menos podré volver a la oficina.

Me siento ligeramente inquieto al tenerla frente a mí, es como si lo que tuviera en frente fuera un espejo y no una persona. En la mansión siempre dijeron que saqué todos sus rasgos y ninguno de mi padre y por ello me sentía orgulloso, pero cuando me abandonó, todo orgullo se evaporó.

-Bienvenidos, me llamo Derrick y hoy seré su mesero...-dice el camarero colocando los menús frente a nosotros. Le agradezco por el menú con un asentimiento de cabeza y él se retira.
-Puedes pedir lo que desees, yo pagaré...-digo mientras observo el menú. Al cabo de instante sin recibir respuesta, levanto la mirada y de inmediato me doy cuenta que ella me esta mirando.-¿esta todo bien?...-ella me regala una ligera sonrisa y asiente lentamente con la cabeza.
-Perdona, es que no puedo creer que te esté viendo...-bajo la mirada hacia el menú y trato de tragar liviano para que ella no note el efecto de sus palabras.-Gabriel...-desvío la mirada y la clavo en la mesa, en el punto medio entre ambos, aguardando a que continúe y que no espere que nuestros ojos hagan contacto visual.-¿te sientes bien?...-dejo escapar el aire y asiento con la cabeza en respuesta. No puedo creer que la enfermedad realmente atraiga la atención de quienes se van.
-No estoy retorciéndome de dolor, ¿o sí?...-finalmente levanto la cara y hago contacto visual. Me arrepiento al instante al ver su expresión cargada de dolor.-no debemos hablar de la enfermedad en un reencuentro, ¿no te parece?...-deja escapar el aire con derrota y asiente con la cabeza antes de bajar la mirada hacia el menú. Imito su acción y trato de buscar algo apetitoso.
-Y...-empieza a decir casi inaudible. Estoy seguro de que ni siquiera ha alzado la cabeza para mirarme.-¿cómo está tu hermana?...-mi cabeza se queda unos segundos analizando su pregunta y formulando una respuesta. Cuando finalmente la tengo, levanto la cabeza y ella imita mi acción de inmediato.
-Ella está bien...-una respuesta breve y que deja a quien preguntó con la necesidad de saber aún más.
-Me alegro...-Julieta se retorcería de rabia si se da cuenta que ha preguntado una cosa tan poco interesante.-casi lo olvido...-se agacha ligeramente y toma algo que ha dejado en el suelo antes de sentarse en la silla.-preparé comida saludable para ti...-dice colocando el bolso sobre la mesa. Mi mirada baila de sus ojos al bolso y luego a sus ojos de vuelta.-yo...solo...sentí que debía hacer...-estiro una mano y la coloco sobre el bolso para arrastrarlo hacia mí sobre la mesa.
-Te lo agradezco mucho...-ella me regala una sonrisa emocionada y nuevamente baja la mirada hacia el menú. No sé porque demonios mi corazón palpita de esta forma. No es gran cosa, solo es comida.

Prometida Liberación. ¤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora