El silencio abunda en la sala mientras el sonido de sus pasos firmes suenan cada vez más cerca del sitio que le corresponde. No entiendo porque siento tantas ganas de llorar solo con verlo.
Giro mi rostro hacia el abogado y cuando este gira su cabeza ligeramente, sé que me está mirando por el rabillo del ojo. Es un milagro que la única solución que nos quedaba, la única salida posible, solamente apareciera.
No entiendo porqué, pero mi cabeza sigue girando hasta que mi mirada se clava en cierta perra malnacida a la que odio con locura. Esta parece percatarse de ello porque gira su cabeza en mi dirección y nuestros ojos hacen contacto visual.
En mis labios se dibuja una sonrisa de medio lado mientras que mi dedo medio se levanta lentamente en su dirección. Puedo sentir el odio y la humillación en ella pero más el terror de ver al único ser que puede mandarla a la mierda con mucha información que todos aquí desconocen.
Poso la mirada nuevamente en Gabriel cuando sus pasos se detienen frente a la barandilla que separa al público de los miembros importantes de los casos. Su mirada está fija en el juez y la del juez está fija en él, como si tuvieran una batalla que nadie entiende.
-Le solicito que diga su nombre y el motivo por el cual ha interrumpido un juicio...-dice el juez con firmeza. Mi mente no deja de inquietarme por la extraña palidez de Gabriel.
-Mi nombre es Gabriel Stoker y soy el acusado, su señoría...-Samuel acerca su rostro ligeramente al mío en cuanto nota lo que yo también he notado.
-¿Lo has notado?...-pregunta en un susurro. Asiento con la cabeza en respuesta porque definitivamente lo noté: la voz de Gabriel muestra el cansancio y la debilidad que están pintadas en su rostro.
-¿Es usted consiente de que llega tarde al juicio en el que se le acusa?...-Gabriel asiente con la cabeza y el juez levanta una ceja.-¿sabe que eso podría constarle su libertad, la vida de lujos que conoce y hasta su reputación, señor Stoker?...-odio como este hombre le habla a Gabriel y más que no puedo levantarme para defenderlo porque me podrían sacar de la sala.Sin embargo, lo que me hace intentar levantarme de mi asiento y ser detenida por Samuel cuando doy un paso hacia su dirección es ver a Gabriel sostenerse con rapidez de la barandilla cuando su cuerpo parece no responderle.
-Valeria...-me dice Samuel en un susurro. No dejo de mirar a Gabriel, quien no deja de mirar al juez, aún a pesar de su dolor.
-¿Me permite sentarme, su señoría?...-pide a media voz. El juez le da una señal con la manos de aprobación y Gabriel se incorpora despacio para avanzar con lentitud hacia la silla junto al abogado.
-¿Se encuentra bien, señor Stoker?...-Gabriel deja escapar el aire y asiente con la cabeza en respuesta. El abogado lo mira y Gabriel a él, como si pudieran comunicarse por medio de sus miradas. Tomo asiento lentamente, con el corazón al mil y la duda sobre que demonios se han dicho estos dos en silencio.
-¿Me podría conceder unos minutos con mi cliente, su señoría?...-pide el abogado cuando posa la mirada en el juez. Este aprueba su solicitud después de unos segundos meditando y el abogado de inmediato toma asiento al lado de Gabriel.Samuel y yo nos miramos por unos segundos cuando la duda parece dominarnos a ambos. Algo le sucede a Gabriel y en este momento sólo el abogado lo sabe, solo él está escuchando sus débiles palabras.
Me pongo alerta cuando Gabriel le entrega un sobre que saca del bolsillo secreto de su saco y más con la expresión consternada del abogado, tan consternado que no puede ni tomar el sobre a la primera.
-No entiendo una mierda de lo que sucede aquí...-dice Samuel en un susurro. Estoy exactamente igual que él o quizá más.
-Su señoría...-dice el abogado antes de ponerse de pie. Deja escapar el aire y baja la mirada hacia el sobre que está sobre el escritorio.-solicito que mi cliente pueda mantenerse sentado durante todo el juicio...-el juez mira a Gabriel, con esa mirada de águila que te arrebata hasta lo último del alma.
-¿Cómo podríamos siquiera continuar con el juicio cuando el demandado ha llegado tarde, su señoría?...-pregunta el maldito abogado de la perra de Hope. El señor Montgomety acerca el micrófono hacia Gabriel y mantiene apretado el botón para que hable.
-He llegado tarde porque vengo llegando de un viaje, su señoría...-el juez alza las cejas, con latente incredulidad por las palabras de Gabriel. Cuando quería responder, Gabriel continuó.-un viaje para tratar mi enfermedad...-frunzo el ceño con latente confusión. Por primera vez desde que llegó, Gabriel gira su rostro lentamente hacia mí y nuestros ojos hacen contacto visual por unos segundos.-yo...-gira su cabeza y clava nuevamente la mirada en el juez, quien aguarda pacientemente por qué continúe.-tengo cáncer de estómago en etapa cuatro, su señoría...-los presentes levantan una ola de susurros y casi creo que la ciudad entera también.-hice quimioterapia durante varias semanas...-el abogado Montgomety le entrega el sobre al juez y este lo abre. Parece que ese sobre contiene el comprobante de lo que Gabriel ha dicho.-sin éxito alguno...-el silencio aumenta en la sala nuevamente ante esas palabras que ha dicho. Una roca de saliva pasa por mi garganta con dificultad y las lágrimas bajan por mis mejillas.-ya no hay nada más que hacer conmigo...-cubro mi boca con la mano para evitar que los gemidos salgan como desean hacerlo.
-Lamento escuchar eso, señor Stoker...-dice el juez levantando la mirada del papel. Realmente parece conmocionado por todo esto.
-Le pido, su señoría, que resuelva esto y me dé mi libertad...-dice Gabriel con voz muy débil. Eso explica la palidez y ese cansancio.-ya que...-gira su cabeza ligeramente y sé que me está mirando por el rabillo del ojo.-mi tiempo se agota...-cierro los ojos con fuerza y solamente dejo salir las lagrimas. Sus palabras queman mi sistema y rompen aún más lo poco que queda de mi corazón.Me levanto rápidamente de mi asiento y salgo corriendo hacia la puerta para salir de la sala. Es la primera vez que lloro sin importarme una mierda, es la primera vez que siento la agonía y la impotencia.
Veo como voy golpeando a tanta gente a mi paso pero no puedo devolverme para disculparme cuando estoy perdiendo pedazos de mi alma conforme avanzo por el pasillo hacia la salida.
Salgo del edificio, con los pulmones negándose a funcionar correctamente y las lágrimas saliendo desbocadas. Camino un poco hasta que mis piernas pierden el equilibrio y me hacen caer de rodillas al suelo.
Sus palabras rodean mi cabeza, suenan en eco y taladran mil agujeros en mi corazón. Gabriel no. Él no. Él no puede irse de mi lado. Mi Gabriel no puede irse sin mí.
Mi boca deja escapar un "No" susurrado varias veces hasta que comienza a dejar escapar gritos desesperados cargados de todo el miedo, el dolor, la tristeza y la impotencia que siento ahora mismo.
No es justo. Esto no es justo. Me niego a creer que perderé a este hombre. Me niego a creer que lo veré en un ataúd, inmóvil, frío y sin vida. Me niego a creer que no lo volveré a ver reír, que no volveré a ver esos ojos que derriten todo en mi interior, que no volveré a sentir el calor de su cuerpo ni la emoción cuando llega a la casa luego del trabajo. Me niego a creer que se irá de mi lado
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Prometida Liberación. ¤
RomanceTercera parte de: Tentación prohibida. ♤ Tras las revelaciones sobre el doloroso pasado y presente de Gabriel, la sed porque se haga justicia aumenta en el interior de Valeria y esta, con su latente deseo, desatará la ira de las culpables y dará ini...