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Gabriel: 

Tamborileo con los dedos sobre mis rodillas mientras aguardo a que aparezca nuevamente. Quizá debí posponer esta sesión para otro día, hoy no me siento con energía suficiente para evadir las preguntas.

Como si me hubiera escuchado los pensamientos, él entra al lugar y se sienta en su silla tras el escritorio. Su mirada encuentra la mía casi de inmediato y casi puedo oír las preguntas que me hará.

Desvío la mirada hacia el librero y dejo escapar el aire con latente fastidio. Sabe que odio que se me quede mirado de esa forma y más que se quede callado cuando sé que tiene mucho que decir.

-¿Empezará a preguntar o debo preguntarme yo sólo...-eso le arranca una risa. Deseo volver a casa ahora mismo.
-Siempre he creído que pierdo mi tiempo intentando sacarte las respuestas cuando evidentemente no me dirás lo que deseo oír...-muevo las manos y la cabeza de un lado a otro para darle a entender que está en el punto medio del sí y el no.-entonces quizá podrías decirme sobre el abuso de las doce...-niego con la cabeza en respuesta, sin dejar de mirarlo y sin emitir un solo sonido.-pues entonces dejaré en tus manos lo que desees decirme...-me inclino en la silla para quedar más cerca suyo y ladeo ligeramente la cabeza.
-¿Y si en lugar de hablar sobre mis problemas mentales hablamos sobre algo que atormenta mi cabeza desde hace un tiempo?...-él se acomoda en la silla y me hace una señal con las manos para que continúe.-¿es posible que en realidad no tenga cáncer?...-su expresión cambia a una cargada de extrañeza por mi pregunta.
-¿Que te hace creer eso?...-el recuerdo de la noche de la fiesta en la que mi sangre cayó en el rostro de Hope viene a mi mente.
-Es solo una corazonada...-quizá mi respuesta haya sonado como si esto fuera producto de mi mente.
-¿No has pensando en hacerte exámenes en otro lugar?...-clavo la mirada en sus ojos y niego con la cabeza en respuesta. No lo había pensando antes.-no digo que guardes esperanza, Gabriel, solo opino que una segunda opinión no te vendría mal...-quizá por esta vez si deba escuchar su consejo y buscar otro sitio para hacerme los exámenes.
-Me resulta muy extraño que mi enfermedad sea cáncer y que hasta ahora lo hayan detectado...-si algo me enseñó mi padre antes de morir fue a estar siempre pendiente de mi salud.
-De acuerdo, esto es lo que haremos...-dice sacando una libreta de su gaveta en el escritorio y apuntando algunas cosas en una hoja.-yo consultaré sobre tus exámenes y tú vas a chequearte en este lugar...-me da la hoja con una dirección que nunca en la vida había visto.-este hombre es colega mío, mantiene una clínica privada a las afueras de la ciudad y creo que es de mejores doctores que existe...-no debo ilusionarme con nada, pero hay en mi un pequeño atisbo de esperanza por el resultado de estos exámenes.
-Lo haré...-digo observando el papel por unos instantes. Cuando levanto la mirada y sus ojos están clavados en mí, una extraña necesidad por decirle lo de mi madre invade mi cabeza rápidamente.-ayer vi a mi madre...-su expresión se llena de sorpresa rápidamente, pero no sé si por la información que le he dado o por mi extraña abertura de corazón.
-¿A tu madre biológica?...-asiento con la cabeza en respuesta y dejo escapar el aire con fastidio.-me parece que no salió del todo bien...-hago cara de espanto y él de inmediato capta el mensaje.-¿por que no me cuentas sobre ella?...-dejo escapar el aire mientras ladeo la cabeza ligeramente. Esa si que es una historia profunda y llena de sentimientos. 

Me siento derecho en la silla mientras medito en que parte de la historia debo iniciar. Siempre me he preguntado si los grandes escritores tienen el mismo problema a la hora de escribir la gran historia de sus vidas. 

-Honestamente no sé como empezar la historia con mi madre, ya que mis recuerdos con ella se volvieron oscuros hace mucho tiempo atrás...-paso una mano por mi cabello y la suavidad de este me lleva al preciso instante en el que mis dedos se enredaron en el suave cabello de mi madre.-todos en la escuela siempre contaban lo maravillosas que eran sus madres y cuanto los amaban, pero yo no tenía nada que envidiarles porque creía que mi madre era la mejor de todas ellas...-bajo la mirada hacia el suelo y para mi fastidio puedo sentir el ardor en mis ojos. No es momento de llorar, no ahora, no aquí.-recuerdo cuando me sujetaba con sus suaves manos mientras iba sobre la bicicleta para que no me cayera y también cuando me empujaba en el columpio...-cuando el liquido caliente cae sobre mi mejilla, me apresuro a limpiarlo y a hacer que no ha sucedido nada.-recuerdo la suavidad de su cabello cuando me abrazaba para consolarme y sus susurros en mi oído para darme fuerza, para no rendirme ante nada...-la imagen suya de ayer viene a mi mente deprisa y me hace consternarme por mi propia actitud.-sé que fui un maldito con ella ayer...-más lagrimas descienden sobre mis mejillas por la rabia que siento ahora mismo con ella, conmigo mismo y con la vida en general.-pero siento rabia de no poder entender que mierda hice para que me olvidara en ese maldito lugar...-cuando me dijeron que se había casado con alguien, que había dado a luz a gemelos y que había construido un hogar en el que yo no estaba, esa parte de mí que todavía la amaba, que todavía la recordaba, solamente se cerró.-yo realmente quiero morir, doc...-clavo la mirada en sus ojos y veo en ellos ese dolor que siente un amigo por el dolor ajeno.-o al menos desaparecer de la vida de todos, dejarles el camino libre de quien fue Gabriel Stoker y que puedan ser libres de toda la pesadilla que es vivir a mi lado...-coloco una mano sobre mi estómago y una risa sin humor escapa de mis labios.-yo realmente espero que esto me mate y ya no tener que sentir las espinas del maldito pasado condenado que tuve que vivir...-la imagen de Valeria viene a mi mente de golpe y hace que mis deseos se vuelvan hacia el lado contrario.-pero luego aparece...Ella y...Y trae consigo esa luz que...Que me hace...-hablo entrecortado y a duras penas por el tremendo enredo que tengo en mi interior.-ella me hace querer vivir...-digo finalmente. Soy un maldito enredo de pies a cabeza.-ella me hace desear la luz y el cielo, aun a pesar de que una persona como yo no merece ni desear algo así...-cierro los ojos por unos instantes mientras dejo escapar el pesado aire que tengo en mi interior.
-¿Porqué dices que no mereces eso? No ha sido tu culpa nada de lo que ha sucedido...-vuelvo a abrir los ojos y levanto la mirada lentamente hasta que llego a los suyos.

Trago una roca de saliva mientras acuesto mi espalda sobre el respaldar de la silla. El vómito verbal sube por mi garganta como una maldita piedra enorme y amenaza con salir disparada en dirección a él.

-En realidad sí es mi culpa...-aprieto mis manos con fuerza y bajo la mirada por unos segundos. Mi peor secreto está por salir disparado de mi boca y ya veo venir el desagrado de su parte.-es mi culpa porque...-no podré resistir el desprecio que sentirá por mí cuando sepa todo.-porque fui yo quien le pidió a Hope que tuviéramos sexo a cambio de que dejara libre a mi hermana...-esa línea ha salido tan clara de mi boca que ni parece que hubiera sido yo quien la dijo.-sabía que ella me deseaba, que quería quitar a todos los que me rodeaban de una forma u otra para así tenerme de una buena vez y yo...-me detengo un instante para recobrar el aliento y la energía.-yo no podía dejar que se deshiciera de Julieta como lo hizo con mi padre, simplemente no podía ver morir a nadie más, no cuando podía hacer algo para evitarlo...-en sus ojos no hay pizca de asombro o asco, solo hay tristeza y comprensión.-sé que soy una prostituta, una zorra, un pedazo de mierda y un esclavo, pero al menos protegí a quienes debía proteger...-lágrimas rabiosas bajan por mis mejillas ante toda la ola de emociones que siento ahora mismo.

No sé en que momento bajé la mirada como un perro regañado, pero la levanté hasta que él colocó su mano sobre mi hombro. Nuestros ojos no hicieron contacto visual, pero podía sentir con que calidez me miraba.

-Pusieron sobre tus hombros una carga que no te correspondía...-una lágrima se abre paso sobre mi mejilla lentamente. Dice eso para consolarme, pero sé que en el fondo cree que fue mi decisión.
-Yo pude haber detenido esto si no hubiera dicho nada, todo esto es mi culpa...-su agarre en mi hombro se hace más fuerte, más cálido y más comprensivo.
-Estoy seguro que ni siquiera eso hubiera cambiado algo...-quizá tenga razón, pero quizá no y yo solo le abrí la puerta para hacerlo más deprisa.-ella haría lo que quisiera contigo sin necesidad de que le dieras el permiso...-me perturba la comprensión que oigo en su voz, pero a la vez la frustración se oye cuando deja escapar el aire.-no es tu culpa, Gabriel, esto solo fue el maldito resultado de la enfermedad mental que sufre esa mujer...-esto es tan endemoniadamente frustrante y fastidioso, pero a la vez me ha aliviado. Esta revelación me ha sacado la roca que tenía en mi interior.

Siempre he creído que este maldito infierno me lo he ganado yo y sé que tengo razón al creer eso porque fui yo quien le abrió la puerta. No interesa cuanto intente tocar el cielo, jamás lo conseguiré. Alguien que se ató al infierno no puede desear el cielo.

Prometida Liberación. ¤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora