24.¤

151 13 7
                                    

Me meto en el agujero que tiene el escritorio en el medio y cubro mi boca con fuerza. No me cabe la menor duda de que este pequeño objeto contiene las pruebas en prueban la libertad de Gabriel, pero me sigo cuestionando el porqué de que lo escondiera en un sitio tan obvio. 

"Quizá..."

Observo el objeto con detenimiento, sin quitar la mano de mi boca y casi puedo escuchar la voz de Gabriel dándome la respuesta: es un señuelo. El lugar más obvio y en el que cualquier persona que trabaje para Hope buscaría sería este. El lugar más obvio y menos indicado para que alguien como Gabriel Stoker oculte lo que puede salvarlo. 

El sonido de unos pasos a mi lado izquierdo me hacen girar el rostro por inercia, como si estuviera expuesta ante el atacante y no oculta. Gracias a ello logro ver una abertura detrás de las gavetas. 

Introduzco los dedos con cuidado, muy despacio y con demasiada dificultad por lo estrecho del sitio. Este es el sitio perfecto para ocultar lo que debe ser ocultado pero si realmente lo escondió aquí, eso quiere decir que....

"Gabriel sabe de nana.."

Mi búsqueda no da resultado por algunos segundos, pero cuando empujo más la mano, siento algo. Dios, lo escondió tan bien que es imposible llegar a él.

Pego mi mejilla a la madera y meto los dedos aun más para tratar de alcanzar ese extraño objeto que sentí. Este debe ser, por mucho, el mejor escondite que se le ha ocurrido.

La punta de mis dedos lo sostienen y con cuidado de no soltarlo o hacer algún ruido, lo arrastro hacia la orilla. Debo ser cuidadosa o esta madre se puede caer y perderse en quien sabe que rincón se este escritorio.

Siento la victoria en la lengua cuando veo el plástico en el que esta envuelto lo que parece ser un CD. Ha sido difícil pero lo he conseguido y creo que ha sido gracias a Gabriel.

Mi cabeza se desconecta del CD y envía una alerta a todo mi cuerpo. Los pasos han dejado de escucharse y la luz que entraba en este agujero ahora es casi inexistente.

El CD está con la mitad afuera cuando giro mi rostro lentamente hacia la entrada del agujero. Hay unos pantalones frente a mí y honestamente no sé si son de Julieta o de nana.

Cubro mi boca con la mano libre y aguanto la respiración. Sé que para poder sacar el CD no puedo hacerlo más rápido porque podría perderlo pero mis venas están a nada de reventarse por la presión que tengo de hacerlo tan lento.

-Nana...-la voz de Julieta me hace quitar la mano de encima del CD por la sorpresa y la alarma. Su voz ha sonado a la distancia y en eco, por lo que me hace creer que quien está aquí de espalda a mi escondite es nana.-¿qué haces?...-ella gira en su sitio y da un paso hacia mí. Estaré perdida si sé agacha y me ve escondida aquí.-ya está sonando la olla...-mis ojos dejan escapar las lágrimas por el terror que me da verla tan cerca. Sus piernas se alejan un poco y mi respiración parece volver a la normalidad.
-Lo siento señorita, vamos...-las piernas desaparecen de mi campo de visión y a los segundos la puerta se cierra. Limpio mis mejillas con el dorso de la mano y bajo la mirada para buscar el CD.

Estoy segura de que se ha perdido pero no podía sostenerlo más cuando estaba a punto de ser descubierta. Me desespero aún más cuando veo que en el maldito suelo no hay nada.

Aprieto los puños con fuerza ante la desesperación de no ver nada. Lo tenía en mis manos, tenía la salvación de Gabriel y por cobarde lo he perdido.

-Mierda...-digo en un susurro. He perdido las pruebas que podían salvar a Gabriel y las he perdido para siempre.

Aprieto los dientes y me abrazo a mi misma por unos instantes mientras recuerdo cuan patética he sido al dejar escapar lo único que abriría la puerta de la libertad. Soy una maldita cobarde.

Duro unos segundos ahí abrazada hasta que finalmente salgo del agujero del escritorio y me pongo en marcha. He fallado en la misión y el juicio es dentro de poco, por lo que debo llegar antes de que empiece.

Siento la derrota, la impotencia y la rabia en cada fibra de mi cuerpo. No podría ver a Gabriel tras la rejas por mi culpa y menos cuando sé que su tiempo en la tierra es muy poco.

Me detengo en seco al imaginar las caras del abogado y del idiota de Samuel cuando llegue sin nada. Es que sé que me dirán todo lo que deseo gritarme a mí misma ahora mismo.

Reanudo mi marcha y estoy a punto de llegar a la puerta cuando está se abre de golpe haciendo que mi corazón se detenga por un breve instante y reanude su marcha a toda velocidad.

Julieta aparece en mi campo de visión, esta completamente agitada y antes de que pueda decirle algo, ella coloca un dedo sobre sus labios para indicarme que no haga ruido.

Extiende su mano hacia mí y en ella está el CD que dejé caer hace un momento. El hecho de que esto esté pasado, que esté viendo ese objeto frente a mí debe ser porque el cielo ha oído mi oración.

Parece que me equivoqué al creer que Julieta se encontraba lejos del escritorio cuando vino a llevarse a nana para la cocina, quizá fue mi mente la que me hizo creer que estaba lejos. Tomo el objeto, con mano temblorosa, el corazón al mil y asiento con la cabeza en agradecimiento.

En completo silencio, mueve los labios para decirme que salga después de que ella salga. Asiento nuevamente y ella sale de la habitación con sigilo, calma y alerta.

Me hace una seña con la mano por detrás de su espalda para indicarme que salga y yo lo hago deprisa. Nunca me sentí tan libre y victoriosa como ahora.

Entro en el ascensor y toco el botón para bajar. Antes de que las puertas se cierren, clavo mis ojos en Julieta, que aún está de pie afuera del estudio y veo como me regala una pequeña sonrisa con un asentimiento de cabeza.

De no haber sido por ella, ahora mismo estaría perdida. Estoy segura de que ha sido enviada por alguien que me cuida desde la distancia y ese alguien es Gabriel.

Prometida Liberación. ¤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora