Capitulo 8

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La oscuridad había tomado el lugar.

Giraba hacia su alrededor y no podía ver ni su sombra.

Una luz.

Un destello de luz metros lejos de ella se podía ver en medio del... ¿Qué era éste lugar? ¿El purgatorio? ¿La nada misma?

Cuidadosamente se acercó hacia la luz con el ceño fruncido buscando respuestas.

La luz la atraía, por alguna razón.

Al estar frente al destello de luz, las ganas inmensas de tocarlo eran insanciables.

Se sentía como una prueba a la que estaba destinada a fallar.

No podía parar.

Así que lo hizo.

Tocó el destello de luz con la punta de su mano.

El destello la teletransportó hacia una habitación diferente, llena de tecnología de última generación, haciéndola caer de rodillas al suelo porque el impacto del viaje repentino.

¿Qué estaba pasando?

— Natalia Alianova Romanova. — La voz grave de un hombre chocó en sus oídos haciéndola levantarse alerta.

— ¿Quién eres? ¿Qué quieres? — Natasha exigió firmemente sin apartar su mirada del hombro misterio.

— Advertirte... — Respondió colocando sus manos detrás para caminar a través de la habitación. — De la bruja escarlata.

— ¿La bruja escarlata? — Natasha replicó con exasperación y desconcierto.

— La bruja escarlata está destinada a gobernar el mundo... O destruirlo. — el hombre explicó. — Y tendrás que salvarla, porque si no puedes salvarla... entonces tendrás que matarla.

Antes de que Natasha pudiese responder el hombre llegó a ella a toda velocidad colocando su mano sobre su frente.

Natasha despertó sobresaltada y sudorosa en su habitación. Girandose a mirar el reloj se dió cuenta que eran pasadas las seis de la mañana.

Sus sentidos se pusieron alerta casi de inmediato cuando notó la ausencia de Wanda.

— ¿Wanda? — dijo sacando las sábanas de encima de ella. — ¡Wanda! — llamó en voz alta.

Se levantó para salir de su habitación y correr hacia la de Wanda, encontrando el lugar intacto de como lo habían dejado la noche anterior y sin señales de Wanda.

Su corazón comenzó a acelerarse con nerviosismo.

— ¡Wanda!

Al llegar a la sala de estar la encontró dormida profundamente en el sofá con una manta ligera sobre ella.

Dejó escapar la respiración que estaba conteniendo al encontrarla sana y salva.

Dió unos pasos hacia ella para sentarse a su lado. No entendía porqué el sueño la había dejaba tan afectada, incluso al verla aquí a salvo seguía sintiendo unas ganas incomprensibles de llorar.

— No puedo prometer que no te llevarán. — Natasha le susurró luchando contra sus emociones. — Pero puedo prometer que tendrán que pasar sobre mí para intentarlo.

Acarició su cabello cariñosamente mirándola dormir cuando sintió que Wanda se movía debajo de su manta.

— Hey. — Natasha murmuró con una sonrisa forzada al ver los ojos verdes de Wanda abrirse hacia ella.

Ángel. | Wandanat.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora