Capitulo 10

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Wanda caminaba en medio de la carretera despejada con el cuerpo inconsciente de Natasha flotando en una especie de burbuja roja encima de ella.

El desgaste en ella debido a la cantidad de energía que utilizaba probablemente superaba todo lo que había hecho antes. Su piel ahora era más pálida, sus ojeras cada vez se oscurecian más y era difícil mantener sus ojos abiertos. Pero había decidido continuar hasta encontrar un lugar donde podría descansar y encontrar provisiones.

La herida de Natasha estaba curada y aún respiraba, pero ella no despertaba y Wanda no era doctora ni tenía conocimientos básicos para saber lo que ocurría.

Comenzaba a oscurecer, Wanda miró del cielo hacia Natasha con cansancio. Continuó caminando al menos unos cuantos kilómetros más dónde encontró un granero; Parecía viejo y desabitado, sus dueños debieron irse hace muchos años antes, y posiblemente nadie hubiese parado en la carretera hasta ahora.

Con cautela se acercó hacia el granero. con Natasha flotando detrás de ella.

Al abrir la puerta murciélagos salieron volando haciendo que Wanda se agachara mientras volaban encima de ella. Por suerte, Natasha estaba protegida y no fué tocada.

— Es perfecto. — Wanda decidió una vez pudo ver el lugar.

Estaba cubierto de polvo y telarañas, posiblemente insectos. Pero era mejor que permanecer en la interperie.

Wanda bajó a Natasha cuidadosamente dejándola en el suelo. Con un suspiro de agotamiento.

— Ahora necesito hacer una fogata aquí dentro. — Wanda murmuró para sí misma. — Ya vuelvo, Natasha. — Wanda le dijo al cuerpo inconsciente en el suelo mientras salía del granero cerrando las puertas grandes para proteger a Natasha por si algo ocurría.

Encontrar madera por su cuenta en la oscuridad era un desafío ahora, sin agregar que nunca había hecho sola una fogata.

Wanda miró su ropa desgastada y más sucia que antes. Incluso olió las mangas de su camiseta notando el mal olor haciendo una mueca. Pero, ¿Quién podía culparla? Había sufrido un atentado hace dos días, y desde entonces estuvo caminando por su cuenta durante todo un día sin darse una ducha y transpirando como nunca incluso estando en época de frío.

— Wanda Maximoff. — Wanda alzó su cabeza disparada hacia la persona que había pronunciado su nombre.

— Alejate de mi. — Wanda advirtió levantando sus manos preparadas para la defensa.

— Ven con nosotros, y nadie más saldrá herido. — Era un hombre quien le hablaba, frente a ella con un grupo de al menos 8 personas detrás de él quienes llevaban el mismo uniforme policial de las personas que habían estado en el atentado.

— ¿Tu gente intentó matarme, y crees que voy a acceder a ir contigo sin dar batalla? — Wanda se atrevió a responder ignorando los temblores involuntarios enviados por si cuerpo.

— ¿Matarte? No, no hicimos eso. Eres prófuga, ex convicta y muy peligrosa. Nosotros no somos los malos aquí, Wanda.

Wanda tragó saliva al mirar como todos la apuntaban con sus armas.

— Ustedes me torturaron, experimentaron conmigo. — Wanda gruñó entre dientes. — ¡Me violaron! — les gritó con lágrimas en sus ojos. — ¡Alejénse de mí o juro por Dios que los mataré de la peor forma imaginable!

— Tú no harías eso.

— Tú lo dijiste, soy peligrosa. — Wanda juntó sus manos preparando sus poderes.

— ¡Disparen! — El hombre gritó.

Wanda envió en su dirección ráfagas constante de energía hacia a todos, encerrandolos entre cuerdas creadas por su magia. Sus ojos se tornaron rojos y su ira tomó lugar en su cabeza, nublando su razón.

El grupo suplicaba y gritaba de dolor pero Wanda no podía oír eso. Ella solo veía a las personas que la habían arruinado, así que ajustó las cuerdas con todas sus fuerzas despedazando a todos, cayendo en el suelo hechos pedazos.

La sangre de sus víctimas salpicó sobre ella, haciéndola retroceder.

De alguna manera, logró volver a su cuerpo. Mirando lo que había hecho.

— No, no, no, no. — Wanda tembló negando con la cabeza. — N-no, Dios, no, yo no quería... N-no quería...

Wanda miró sus manos llenas de horror y temor hacia si misma.

No supo en qué momento ocurrió, pero en algún lugar de la noche. Wanda decidió no volver a entrar al granero, por miedo a que la ira se apodere de ella y pueda dañar a Natasha. Y eso... Eso no se lo perdonaría jamás.

Así que se quedó en la entrada del jardín antes del granero. Sentada, con sus rodillas en su pecho y su cabeza recostada sobre sus rodillas mientras lágrimas silenciosas rodaban por su rostro observando el granero, obligandose a quedarse despierta.

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Un pitido ensordecedor atravesó sus oídos, inundado su cabeza provocandole un dolor indescriptible.

Se incorporó sintiendo la superficie dura debajo de su cuerpo.

Estaba en el suelo.

Se levantó adolorida, llevando su mano hacia la herida de su estómago pero no había nada allí.

Con el ceño fruncido miró a su alrededor para intentar identificar dónde se encontraba.

«Un granero» dedujo con facilidad.

Sintió sus piernas adormecidas teniendo dificultad para caminar.

— ¿Wanda? — Natasha gimió con dolor buscándola en su punto de visión — ¡Wanda! — Gritó ahora con desesperación

Cómo pudo se arrastró hacia las afueras del granero, encontrandose con la imágen mes doloroso y desesperante que había visto jamás.

— ¿Wanda? — dejó escapar en apenas un susurro.

Miró a los cuerpos en el suelo sin palabras, llevando su mano hacia su nariz para evitar el olor y luego miró hacia Wanda, quién tenía una mirada perdida fijamente hacia su dirección.

Ella no había dormido, era fácil de deducir.

Pero la forma en que lucía fué lo más preocupante: Estaba cubierta de suciedad, con algunas hojas sobre su cabello, sus pantalones estaban desgastados y sucios y habían pizcas de sangre en su rostro, ropa y manos.

Natasha corrió hacia ella cayendo sobre sus rodillas colocando sus manos en sus mejillas buscando su mirada.

— Ángel, hey. Mírame, estoy aquí. ¿Qué ocurrió?

Los ojos de Wanda se llenaron de lágrimas mientras la miraba frente a ella.

— ¿Estás bien? — Wanda murmuró temblorosa.

Natasha le dió una mirada comprensiva y asintió sin dudar.

— Si, devushka estoy bien. — Ella le aseguró.

— No te vayas así, otra vez. — Wanda le rogó. — No sé hacer nada sin tí.

Ángel. | Wandanat.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora