Capitulo 12

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Wanda despertó alrededor de las siete de la mañana con un olor de carne quemada proveniente del exterior del granero. Ella se levantó a tientas caminando hacia la puerta.

Tan pronto se abrieron las puertas del granero ella vió a Natasha de espaldas frente a una fogata improvisada.

— ¿Qué estás haciendo? — Wanda preguntó frunciendo el ceño.

A éstas alturas ambas probablemente parecían indigentes. Tenían alrededor de cinco días sin darse una ducha, cubiertas de suciedad, sudor, polvo, hojas secas y sangre.

Natasha se giró para mirarla y le dió una pequeña sonrisa.

— Logré cazar algo. — Natasha respondió volviendo a lo que estaba haciendo.

Confundida, Wanda caminó hasta a ella para ver de qué se trataba.

— Si comemos eso sin desinfectar vamos a morir. — Wanda murmuró con una mueca mirando la fogata.

— ¿Sabes lo difícil que fué cazar éste conejo? — Natasha la miró ofendida. — Tenemos como tres días sin comer absolutamente nada, si seguimos así moriremos de una forma u otra.

Wanda se encogió de hombros sentándose a su lado.

— Al menos conseguimos agua para beber.

— Para beber. — Natasha replicó. — Exacto, conseguimos agua para beber. Pero tú y yo necesitamos un baño o nos convertiremos en George de la selva.

Wanda no pudo evitar reír ante su comentario.

Natasha sonrió mirándola.

— Extrañaba eso.

Wanda frunció el ceño.

— ¿Extrañabas qué?

— Tu risa. — Natasha aclaró. — Tienes una hermosa sonrisa.

Wanda desvió su mirada evitado el sonrojo que se asomaba en su mejilla.

A Natasha le gustaba Wanda.

Y le gustaba desde hace mucho tiempo. Incluso disfrutaba entrenarla. Antes incluso se mostraba coqueta ante ella para llamar su atención, pero luego ocurrió la guerra civil entre los vengadores, ambas quedaron separadas y Wanda fue llevada prisionera en la balsa.

Natasha no estaba enamorada de ella, pero todo sobre su ser le atraía.

Y aunque aún le gustaba, Natasha temía ir demasiado lejos, empujar demasiado y tocar un botón de un trauma que Wanda estuviese tratando de suprimir.

Y Wanda no era tonta.

Ella sabía que Natasha estaba actuando diferente.

En cualquier otro momento su broma sobre la ducha hubiese ido más lejos y habría ofrecido bañarse junto a ella mientras le frotaba aceites alrededor de todo su cuerpo pero simplemente no ahora.

Y probablemente nunca más.

Porque no se sentía correcto.

Wanda, por el contrario. Necesitaba el contacto de Natasha, incluso quizá tan solo un abrazo o un apretón de manos.

— Anoche... — Wanda murmuró volviendo su mirada hacía el fuego. — Después de... eso. — carraspeó su garganta moviendose incómoda. — Fué la primera vez que dormí sin pesadillas.

Natasha la miró con simpatía.

— Me alegra saber eso, Devushka. — Natasha dijo volviendo su atención al conejo que cocinaba.

Wanda empezó a jugar con sus manos nerviosamente.

Natasha la miró por el rabillo del ojo con curiosidad.

— ¿Hay algo más que quisieras decirme?

Wanda la miró durante unos segundos y volvió a desviar su mirada.

— ¿Podríamos dormir así otra vez? — Wanda preguntó sintiéndose avergonzada. — Es que... se siente bien y me haces sentir segura.

Al ver que la pelirroja no respondía, Wanda la miró.

— ¿Nat? — Wanda susurró, viendo como Natasha se giraba mirándola con una pequeña sonrisa.

— ¿Quieres acurrucarte conmigo, ángel? — Natasha preguntó en voz baja y Wanda asintió. — ¿Estás segura?

Wanda notó el flaqueo en la voz de Natasha.

Algo estaba mal.

— ¿Por qué me tratas como si fuese a romperme? — Wanda soltó mirándola fijamente.

Natasha frunció el ceño.

— No estoy haciendo eso, estoy dándote tu espacio.

— Pues no lo quiero. — dijo cruzándose de brazos. — Te necesito a ti.

Natasha carraspeó su garganta poniéndose de pie dejando el conejo que se estaba cocinando encima de una roca.

— Dejarás de necesitarme en algún momento. — Natasha murmuró sin poder mirarla.

— ¿De eso se trata todo esto? — Wanda la imitó poniéndose de pie igual que ella. — Creí que ya había dejado en claro que siempre te necesitaré. Además, ¿Por qué esto te molesta tanto?

— No lo hace en lo absoluto. — Natasha mintió mirándola con severidad. — Come el conejo, iré a planear nuestro próximo destino.

Natasha dió media vuelta volviendo a entrar al granero dejándola sola con sus pensamientos.

¿Por qué Natasha estaría siendo tan perturbada con el tema de Wanda creciendo y dejando de necesitaría?

¿Por qué le molestaba algo que ni siquiera estaba ocurriendo?

[>>>]

Wanda entró en el granero encontrandose con Natasha de espaldas a ella agachada en el suelo.

— Steve Rogers eres un maldito genio. — Natasha murmuró desde el suelo.

— ¿Qué ocurre? — Wanda preguntó desde la entrada del granero intentando ver más allá de Natasha.

Natasha se giró para que Wanda pudiese ver lo que había encontrado.

En el granero había una pequeña caja escondida detrás de una tablas, imposibles de ver para cualquier otra persona que no hubiese sido Natasha.

Wanda se acercó a ver el contenido de la caja y su rostro se aclaró.

— Wow.

Habían dos pistolas pequeñas, una linterna, un mapa, dos botellas de agua, barras de chocolate energizante, una brújula y unas llaves.

— Steve nos dejó esto aquí... — Natasha dijo sacando una botella de agua y una barra de chocolate para dársela a Wanda. — Éste mapa indica un lugar seguro al que podremos ir.

Wanda tomó lo que Natasha le dió mientras observaba el mapa.

— ¿Qué tal si es una trampa y vamos directamente hacia donde ellos quieren que vayamos? — Wanda cuestionó.

— No, no es una trampa, ya he evaluado todo. La letra de las indicaciones del mapa son de Steve, reconocería su caligrafía en cualquier lugar. — Natasha explicó. — Lo que no entiendo es porqué no me hablaría de éste seguro. Probablemente no lo hubiésemos encontrado tomando en cuenta el lugar en donde estaba.

Wanda asintió comiendo si barra de chocolate.

— Amo el chocolate. — Wanda murmuró. — Oh, lo siento. Uhm, entonces. ¿Cuándo nos vamos de aquí?

Natasha tomó las llaves y el mapa levantándose del suelo.

— Hay un auto abandonado a unas millas de aquí. Lo visualice en la mañana, haremos que funcione. — Natasha explicó guardando las pistolas dentro de su pantalón y en su bota. — Nos vamos ahora.

— ¿Pero a dónde?

— A Wakanda.

Ángel. | Wandanat.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora