La huida

940 114 0
                                        


La Huida





Harry no podía creer lo que escuchaba. Frunció los labios con ira pues en ningún momento iba a permitir que Draco terminara en Azkaban cuando no había hecho nada malo.


— Usted se equivoca, Señor, ha tomado una mala decisión y no pienso quedarme sin hacer nada por eso.

— No puedes intervenir, Harry.

— Usted tiene todo el derecho de expulsar a Draco, es injusto pero puede hacerlo, sin embargo no se atreva a avisar al Ministerio de nada. Es más, nos iremos ahora mismo, después de todo supongo que también estoy expulsado.

— Te equivocas. Fingiré ante el Ministerio que las dos maldiciones imperdonables fueron realizadas en un salón de clases y bajo tutoría, eso no me costará ningún trabajo, así podrás quedarte a terminar tus estudios mientras conseguimos que vuelvan a su tiempo.

— ¿Usted pretende que yo me quede y Draco se vaya?... ¡Claro que no!

— Tu castigo será diferente, Harry, pero tienes que quedarte para poder hacerlos regresar.

— ¿Y cuál es el castigo que planea imponerme?

— Te alejarás de Severus.

— ¡¿Qué?! —preguntó poniéndose de pie con irritada indignación.

— Creí que serías una buena influencia para él, pero ya no estoy tan seguro de nada. Ahora lo único que me interesa es que regresen a su tiempo y todo vuelva a ser como antes. Dispondré de otra habitación para ti en este mismo piso, así te tendré más vigilado.

— ¡No!... Si quiere que me aleje de Severus, lo haré, pero no me quedaré en Hogwarts ¡Draco y yo nos vamos ahora mismo!


Harry se puso de pie y sujetando al silencioso Draco, se dirigió con él hacia la salida. Pero no pudo abrir la puerta, entonces se giró furioso hacia el Director.


— ¡Abra ahora mismo o la derrumbo!

— La abriré, pero sólo tú podrás atravesar la puerta, Harry. Draco se queda.

— ¡¿Porqué demonios es tan testarudo?! —gritó ante el asombro del rubio quien aún no asimilaba bien lo que pasaba.

— Ignoraré eso, Harry. Ve ahora mismo por tus cosas y despídete de Severus.

— Ve, Potter. —dijo Draco hablando por primera vez—. Despídeme de él, hubiera querido hacerlo personalmente pero explícale que no fue posible.


Harry iba a protestar pero lo pensó mejor y asintió, luego de sonreírle a su amigo procurando aliviarle un poco la pena que debía estar sintiendo, salió del despacho.


*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*




Severus se sentó al borde de la cama, había caminado de un lado a otro todo ese tiempo y aún sentado no dejaba de mover sus piernas con nerviosismo. Ya se habían tardado demasiado en volver y tenía que admitir que le preocupaba. Harry había invocado una maldición imperdonable, seguramente el Ministerio le pediría cuentas al igual que a Draco.


La puerta se abrió y rápidamente se puso de pie para recibir a Harry, éste le sonrió suavemente y lo instó a volver a sentarse.


— ¿Qué pasó con Draco? —preguntó Severus con interés.

— Dumbledore le expulsó del colegio.

— Me imaginaba que haría algo así ¿crees que regrese a América con su familia?

— Nos regresaremos los dos.


Severus no pudo decir nada en unos segundos, tan sólo podía sentir su corazón rebelándose ante esa posibilidad.


— ¿Te expulsó también? —preguntó quebrantado.

— No. Mi castigo fue separarme de ti... dice que no soy una buena influencia, Severus. —le dijo sonriéndole cariñoso.

— ¡Pero qué estúpido puede ser!

— Es que tal vez tenga razón. En fin, Dumbledore quiere que me mude a otra habitación, una más cerca de él, parece que pretende tenerme bien vigilado.

— Bueno, pero entonces nos seguiremos viendo ¿verdad?


Harry se giró a mirarlo, se mordió los labios al sentir un fuerte nudo en la garganta, la voz de Severus parecía cargada de esperanza por una respuesta afirmativa y eso llegó hasta su corazón. Amorosamente le acarició las mejillas mientras negaba.


— No puedo dejar solo a Draco, hemos venido juntos y nos iremos juntos.

— Harry...

— Siempre te voy a amar, Severus.

— ¡No, no quiero que te vayas! —exclamó de repente, sintiendo cómo sus ojos se humedecían como hacía mucho que no le pasaba.

— Yo tampoco quiero irme, por ti.

— Vas a olvidarme si te vas. —replicó poniéndose de pie.

— ¡No, juro que no!

— ¡Vas a olvidarme! —gritó enfurecido—. ¡Todos se olvidan siempre, tal vez ya te harté y por eso quieres irte!

— ¡No, si estuviera en mis manos jamás me separaría de ti! ¡Jamás, Severus!


Severus no dijo nada, fue a sentarse en un sillón al otro lado de la cama, encogido sobre sí mismo. Harry sacó su varita y empezó a acomodar sus cosas dentro de su baúl. El ojinegro miró esa acción con un extraño sentimiento invadiéndole cada poro de su piel.


Ya no iba a haber más risas, nuevamente su habitación se quedaría sola y vacía, no habría quien le esperara cada noche, nadie con quien convertir una tarea en un tiempo de juego. Iba a volver a quedarse solo, no volvería a mirar sus ojos verdes impregnados de amor... No volvería a olerlo, a amarlo.


— No te vayas. —gimió suavemente.


Harry se giró a mirarlo y gruesas lágrimas escaparon de sus ojos al ver las mejillas humedecidas de Severus. Corrió hacia él y se abrazaron fuertemente. Severus ya no podía fingir que podía vivir sin Harry, simplemente ya no podía hacerlo.


— ¡Me iré contigo! —afirmó sin dejar de apretarlo fuertemente contra su pecho.

— Sev...

— ¡No me digas que no me quieres a tu lado porque entonces pensaré que eres un mentiroso, Harry! —exclamó sujetándole del rostro mirándole a los ojos enrojecidos por el llanto.

— Yo sí quisiera que vinieras conmigo, pero eso no es posible.

— Tengo un poco de dinero ahorrado, no es mucho, pero me servirá mientras consigo un empleo en América.

— Tienes que terminar el colegio. —protestó Harry aunque su corazón hervía de felicidad con la disposición de Severus de seguirlo.

— ¡No me importa una maldita graduación si no es como la había planeado!

— No digas eso. Escucha, quédate a graduarte y luego nos veremos, no falta mucho, tan sólo un par de meses. —le pidió esforzándose por sonreír.


Severus negó vigorosamente, aún asombrado al sentir que no iba a poder soportar la partida de Harry. Se suponía que estaba dispuesto a renunciar a él cuando tuviera que unirse a los mortífagos para cumplir su sueño de poderío. Pero para eso aún faltaba, y ahora de repente le decían que no iba a vivir ni una sola noche más con el calor de Harry ayudándole a tener hermosos sueños. Comprendió entonces cuan errado había estado al creer que su cariño por Harry era algo sin importancia.


— Por favor... —suplicó Harry ante la necedad de su pareja—... Necesito que no me hagas esto más difícil.

— Si te vas, Harry, si me dejas solo, entonces ya no habrá nada para mí en Hogwarts.

— Sev...

— ¿Aún no entiendes que ya formas parte importante de mi vida? ¿No entiendes que has conseguido que cuando veo tus ojos, ya te veo sólo a ti?... ¿No entiendes que has vuelto mi mundo al revés y lo que antes me interesaba ahora ya no lo quiero... que sólo te quiero a ti?


Harry cerró los ojos al escuchar esas palabras por las que antes moriría, ahora dolían mucho. Era un tormento saber que tenían que separarse justo ahora.


— Debo irme ya. —susurró mientras se separaba, no podía responder nada más.


Severus le miró ponerse de pie para levitar su baúl ya listo. Al verlo dispuesto a marcharse después de declararle sus sentimientos le hizo sentirse furioso, impotente por la aparente indiferencia de Harry.


— Si te vas, no volverás a verme nunca, y tampoco terminaré Hogwarts. Me iré, tengo propuestas, hay gente que le interesa tenerme de su lado.


Harry dudó un segundo, pero luego miró a los ojos negros, sonriéndole tristemente.


— No habrá nadie que le interese más tenerte a su lado que a mí. Pero es tu decisión, yo no puedo obligarte a nada, tan sólo no dudes que te amo y eso no cambiará nunca, Sev, hagas lo que hagas.


Harry salió levitando su baúl consigo, no se molestó en secar sus lágrimas. Le dolía la actitud de Severus, y le angustiaba haber sido él quien terminara empujándole hacia Voldemort. Apenas iba a mitad del corredor cuando de pronto escuchó unos pasos apresurados tras de él, se giró y antes de poder reaccionar unos brazos se cercaron fuertemente por su cintura. A lo lejos pudo escuchar su baúl cayendo al piso, eso era lo que menos le preocupaba. Sentía las lágrimas de Severus humedeciendo su cuello y eso era demasiado triste.


— Severus, no llores. —pidió abrazándole también, y sus ojos igual deshaciéndose en llanto.

— No me pidas eso, no sé cómo dejar de hacerlo... es difícil, ¡es tan difícil!


El ojinegro se separó un poco, y tomando a Harry por la quijada con ambas manos, unió sus labios a los del chico. En pocos segundos ambos compartían el beso más salado que habían probado, sus lágrimas mezclándose entre gemidos de placer y dolor por igual.


Al separarse, Severus le sonrió mientras secaba las mejillas de su pareja. Harry sintió algo frío en su dedo, y al sujetarle la mano para mirarla mejor, un estremecimiento le recorrió el cuerpo al notar que Severus llevaba puesta su sortija.


— Sev... —gimió conmovido.

— Ese idiota Director puede ser un imbécil, pero nos casó y me gustaría pensar que fue de verdad y que esta despedida no es un adiós definitivo. Porque nos volveremos a ver ¿verdad?

— ¡Sí, te lo juro! —exclamó feliz.

— Espérame, Harry, cuando termine Hogwarts iré a buscarte a América, y no nos separaremos más, te lo prometo.

— ¡Y yo te estaré esperando, amor! ¡Siempre!


Feliz por esa promesa, Severus alzó a Harry en el aire, girándole emocionado ante la vida que le esperaba a su lado, una vida en la que hasta el Poder por el que siempre había anhelado carecía de importancia. El ojiverde rió igual de feliz, había tomado una decisión, y aunque el mundo se tornara loco, no cambiaría de opinión.


— Ya regresa a tu habitación. —le dijo cuando Severus dejó de girarlo, y aunque no lo bajó al suelo, acariciaba su nariz con la suya—. Que no se te olvide que estás castigado y pueden reprenderte.

— Una semana más de castigo no me importaría ya. Así que iré contigo con Dumbledore, también quiero despedirme de Draco.

— Bien, vamos.


Severus bajó entonces a Harry, y fueron hacia la Dirección, sin desaprovechar cada momento para besarse y reír como si no estuvieran a punto de separarse. Al llegar, Draco se encontraba a solas, algo que llamó mucho la atención de Harry.


— ¿Dónde está Dumbledore? —preguntó mientras Severus abrazaba a Draco infundiéndole ánimo.

— No tengo idea, quizá enviando la notificación al Ministerio.


Severus empezó a platicar con Draco mientras Harry miraba a su alrededor. Fawkes continuaba en su perchero, y estaba seguro que Dumbledore no usaría su Patronus para enviar un mensaje al Ministro.


— Draco, tenemos que irnos. —apremió mientras encogía su baúl y el de Draco que ya había sido llevado ahí, seguramente por los elfos.

— Pero...

— Dumbledore nos está dando una oportunidad, entiende que no puede formar parte de nuestra huida. Vamos, no tenemos mucho tiempo.

— Iré con ustedes. —aseguró Severus.

— Sev, me habías prometido que...

— Si están huyendo es por algo, y yo quiero saber a dónde irán.

— Escucha, Dumbledore tiene que avisar que Draco es un mortífago, pero decidió hacerlo personalmente, lo conozco bien, y sé que está dándonos su confianza aunque no lo diga. No perdamos más tiempo, y déjanos ir.

— No, iré con ustedes. Te prometo que luego regreso pero necesito saber dónde encontrarte, Harry.


Harry quería protestar pero eso le tomaría varios minutos conociendo a Severus, así que asintió. Salieron los tres del despacho sin que nada ni nadie se los impidiera. Igual sucedió en todo su trayecto hasta llegar a las puertas del castillo. Corrieron colina abajo hasta arribar a los límites del bosque, ahí Draco se detuvo, ya jadeando cansado por el esfuerzo. Harry y Severus también estaban sudando, pero se les veía más enteros.


— Sev ¿puedes revisar que no haya nadie en las puertas de los terrenos de Hogwarts?... es mejor asegurarse antes de seguir.


Severus asintió a la petición de Harry y luego de asegurarse que los chicos no corrieran peligro, se alejó a dar un vistazo. Harry miró entonces a Draco, éste se había sentado en las raíces de un árbol. Abrió su baúl luego de regresarlo a su tamaño original, sacó la capa de invisibilidad y el mapa del merodeador, y luego volvió a encoger el resto.


— ¿Qué haces?


Harry se sentó junto a Draco haciendo funcionar el mapa. Sonrió al ver una motita con el nombre de Severus caminando por los límites de Hogwarts.


— Tan sólo me aseguro que no haya nadie para poder seguir.

— ¿Vamos a abandonar a Severus?

— No tenemos opción, él no debe involucrarse o tendrá problemas.

— Le quieres mucho ¿verdad?


Harry asintió sonrojándose, pero entonces Draco le arrebató el mapa, había visto algo y quería asegurarse.


— ¡Es Lupin! —exclamó mirando otra motita moviéndose hasta desaparecer en un punto del bosque—. Ya no se ve, Harry... ¿le habrá sucedido algo?


Draco no se esperó a obtener respuesta y salió corriendo con el mapa en sus manos. Harry quiso ir tras de él, pero el rubio parecía haber sacado fuerza de quien sabe donde y se volvió realmente veloz, en poco tiempo Harry ya lo había perdido. Le gritó pero no obtuvo respuesta por lo que decidió regresar sobre sus pasos.


— ¿Dónde andabas? —preguntó Severus corriendo a recibirlo con un abrazo—. Me preocupé cuando regresé y no los ví ¿y dónde está Draco?

— No lo sé, salió corriendo por allá y lo perdí.

— Vamos a buscarlo.


Harry asintió y emprendieron juntos el camino que Draco había tomado. En ese momento, el rubio se detenía frente a la entrada de una cueva, era apenas una grieta vertical. Miró el mapa y comprobó que ya no mostraba su interior. Atravesó el umbral, adentro lucía más grande pero estaba en penumbras pese a que algunos rayos de luz lograban atravesar la entrada.


— ¿Remus?


Nadie respondió, guardó el mapa y siguió buscando por su propia cuenta. En un rincón pudo ver una figura encorvada sobre sí mismo. Al acercarse descubrió que se trataba de quien quería ver, Remus alzó la mirada. Draco se acuclilló frente a él.


— ¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó el rubio.

— ¿Qué estás haciendo tú?... ¿Para qué has venido? —respondió con una brusquedad inusual en Remus.

— Por lo que veo, Sirius te contó ¿verdad? —preguntó sentándose a su lado.

— ¿Porqué no me lo dijiste?... ¡Eres un mortífago, Draco, y nunca me lo dijiste!

— No puedo decirte nada, Remus, pero no soy lo que piensas.

— ¿Entonces qué eres?

— Ya te dije, no puedo hablar de eso.

— Entonces vete y déjame en paz.


Draco asintió poniéndose de pie. Le era muy extraño sentir esa desilusión luego de la actitud del licántropo. Se detuvo en la entrada, y sin girarse murmuró...


— Dijiste que lucharías con dragones por mí ¿eso es más fácil que creerme?


Ya no siguió, sentía un nudo en la garganta, tal vez era por todo lo que había vivido en las últimas horas, pero prefirió salir corriendo antes de ponerse a llorar frente a Remus.


*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*




Severus y Harry se miraron brevemente, habían estado buscando arduamente a su amigo hasta que por fin lo encontraron. El ojinegro sujetó a Harry de la mano, antes de acercarse corriendo hacia donde estaba Draco. El rubio se había sentado junto a un árbol, tenía la mirada baja y se abrazaba de sus rodillas.


— ¿Estás bien? —preguntó Harry arrodillándose a su lado.


Draco sólo asintió, no levantó el rostro.


— Draco... ¿encontraste lo que buscabas?

— ¿De qué hablan? —interrogó Snape.

— A Draco le pareció ver a Remus por aquí.

— Está en una cueva. Me odia. —susurró Draco lastimosamente.

— ¿Y puedo saber qué tienes que ver tú con ese? —insistió Snape sin entender.


Harry entonces comprendió que tampoco sabía que Remus y Draco eran amigos y miró intrigado a su amigo quien en ese momento lucía un tenue rubor rosado en sus mejillas que ahora eran parcialmente cubiertas por su cabello.


— Él... él dijo que me quería. —les confesó—. Pero era mentira, ahora que me considera un mortífago de lo peor, pues ya no quiere saber de mí.

— ¿Son amigos? ¿Desde cuándo? —preguntó Harry.

— Hace tiempo, pero no sé si llamarlo amistad. Fui con él al baile de San Valentín.

— ¿Y cómo no lo supimos?

— No era nada importante para mí en ese entonces, por eso no se los comenté. Cuando llegamos juntos ustedes ya se habían marchado. Black se puso como energúmeno, seguro que ha de haber estado muy feliz por decirle lo de la marca.

— Remus es una de las mejores personas que he conocido, seguro que recapacitará. —le animó Harry.


Draco se encogió de hombros, y discretamente pasó una mano por su mejilla para secarla, aún no se animaba a levantar la mirada y Harry comprendió el motivo. Severus se puso de pie en ese momento y miró hacia un punto tras de los otros dos chicos, su ceño se frunció cuando vió quien se acercaba.


— Mantente lejos, Lupin, no te voy a permitir que salgas con tonterías en ese momento.

— Quiero hablar con Draco... por favor.


Draco miró hacia el licántropo, le veía realmente abatido y en sus ojos de miel se adivinaba que estaba arrepentido, aunque ya no sabía si tenía caso. Ahora tenía que huir.


— Vámonos, chicos. —instó esquivando la mirada de Remus—. No podemos perder más tiempo.

— ¿A dónde van? —preguntó el Gryffindor.


Harry miró a Severus pidiendo consejo para hablar, pero como éste no hizo ningún movimiento que revelara su punto de vista, decidió confiar en su intuición. Remus siempre había sido alguien razonable, una persona a quien podía acercarse sin riesgo de ser traicionado.


— Remus... Draco y yo nos vamos. Sirius contó a todo el colegio que Draco lleva la marca y Dumbledore tuvo que avisar al Ministerio.

— ¿Están huyendo?

— ¿Nos vas a delatar?

— No, claro que no. —negó consiguiendo que la mirada de Draco volviera a fijarse en él—. Nunca te traicionaría, Draco, lo que te dije era cierto y creo que ha llegado el momento de demostrártelo... ¡Voy a ayudarlos!


Remus sonrió tímidamente. Draco no dejaba de mirarlo y de pronto le pareció ver que sus labios se curvaron en una minúscula pero sincera sonrisa.


Eso le armó de valor para acercarse tendiendo una mano hacia el rubio... y su corazón latió de alegría cuando Draco la aceptó. Remus se arrodilló a su lado, y con profundo cariño acomodó el cabello del chico tras de su oreja.


Harry y Severus no podían creer que Draco permitiera a Lupin hacer eso, pero mucho menos daban crédito al ver que los ojos de su amigo ya no mostraran temor ni incertidumbre, y su lugar era ocupado por una luz tenuemente resplandeciente.


Por unos segundos ambos se quedaron impactados al ver como lo dorado y lo plateado hacían una buena combinación.






*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*


Destellos de ternuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora