Corazón Vulnerable
Tan rápido como le permitían sus piernas, Albus Dumbledore abandonó su despacho y bajó corriendo las escaleras. Podía sentir la señal cada vez más cerca y casi enseguida adivinó que provenía de las mazmorras. Severus seguramente había podido volver al colegio pero entonces no entendía la señal de auxilio. Continuaba rogando para que no estuviese herido.
Entró a la recámara de Severus sin siquiera llamar. Lo encontró sentado en un rincón obscuro, encogido en sí mismo como si estuviese siendo amenazado. Y aunque el chico no levantó la mirada, en cuando sintió que alguien entraba soltó el broche que había mantenido aferrado en su mano.
Al verlo hacer eso, Dumbledore sintió enseguida que su propio broche dejaba de vibrar... para Severus la ayuda había llegado.
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— ¿No crees que ya fue demasiado tiempo? —preguntó Harry viendo los primeros rayos del amanecer vislumbrándose en el horizonte.
— Te dije que puede ser cuestión incluso de días. —respondió Draco suspirando cansado, pero igualmente preocupado.
— No creo poder soportar estar días sin saber de él... ¿y si Voldemort le hizo daño?
— Sinceramente, no creo que siquiera lo vea. —afirmó convencido—. El señor Tenebroso no se digna a recibir a los prospectos a mortífago, para eso existen círculos, Harry, se pasan algunos filtros para poder saber quien será conveniente depositar la confianza.
— ¿Cuánto más se puede tardar todo ese proceso?
— Depende. Sinceramente en mi caso no fue mucho, el hecho de ser hijo de Lucius Malfoy podía considerarse tener influencias. —comentó sarcástico—. Pero como Severus es nuevo, sólo va recomendado por un estudiante, no lo marcarán enseguida... espero.
— ¿Esperas? —repitió temeroso.
— Pues es que las capacidades intelectuales y las habilidades ampliamente conocidas en Severus podría ser un factor que le ayude a pasar algunos filtros innecesarios.
— Sólo espero que no quiera arriesgarse demasiado... Temo demasiado por él.
— El amor te hace sobreprotector, Potter. —se burló amistosamente.
— Si estuvieras en mi lugar, no bromearías.
— Eso sí, si alguien le toca un pelo a mi Remus, no vive para contarlo... ni aunque fuese el mismísimo Señor Oscuro.
Harry sonrió por la vehemencia de Draco al hablar, y éste se sintió más tranquilo al notar como su amigo había logrado relajarse aunque fuese un poco.*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*
Dumbledore se había sentado junto a Severus, sin importarle la rigidez de sus rodillas ni el frío piso de la mazmorra. Nunca en su vida había sentido tan en carne propia el dolor ajeno. Severus se cobijó tímidamente en sus brazos, humedeciendo con sus lágrimas la escandalosa tonalidad fucsia de la túnica de su mentor.
— ¿Qué sucedió? —preguntó Dumbledore consiguiendo que su voz se escuchara tranquila a pesar de la gran angustia que sentía por saber.
— Ten-tengo miedo.
La titubeante respuesta le dejó sin habla. Siempre había pensado que no existía en el mundo alguna persona que no conociera el miedo, pero también creyó que esas palabras jamás las escucharía de ese joven aguerrido e independiente.
Conocía mejor que nadie el corazón frágil de Severus y por lo tanto, también podía ver que la aparente mirada despectiva con que se enfrentaba al mundo tan sólo era un modo de evitar ser lastimado.
— Ahora estás a salvo, Severus... has vuelto a casa, aquí no hay nada de qué temer. —respondió intentando relajarlo.
— No... aquí está lo que más temo... viene conmigo a todas partes ¡no puedo deshacerme de mí mismo!
Dumbledore no supo si sorprenderse o no de la respuesta. Severus en ese momento se levantó como impulsado por un resorte corriendo hacia el baño. El Director fue tras de él al escucharle vomitar, pero ya no hizo preguntas, comprendió que Severus no tenía ningún daño físico, sin embargo eso no podía confortarlo, al contrario, a cada momento le lastimaba más mirarlo tan afectado.
Temía no haber podido estar con él cuando más lo necesitaba.
Severus dejó de vomitar pero no se levantó, sus sollozos se hicieron ligeramente más audibles.
— Me tentaron... me mostraron lo que podría obtener.
Aterrorizado por lo que podía significar esa revelación, el anciano sujetó el brazo de Severus, arremangando la túnica para mirarle la piel. Un suspiro de alivio se mezcló con los suaves sollozos de Severus al verle inmaculado.
— Pero estás aquí, Severus. —le prosiguió Dumbledore, ya comprendía cabalmente lo sucedido.
Dulcemente se inclinó sosteniéndole de los brazos para ayudarle a ponerse en pie. Severus le obedeció acercándose hacia el lavabo donde se enjuagó su boca. Dumbledore permaneció tras de él, aún con sus manos en los hombros del ojinegro, mirándole a través del espejo que reflejaba a alguien que sufría un horrible tormento.
— Aunque esté aquí... —susurró Severus—... aunque mi brazo no lleve aún la marca... el mal está conmigo. Harry confía demasiado en mí, se ha arriesgado tanto y yo no lo merezco.
— Severus... ¿qué fue lo que pasó allá? —preguntó mientras alargaba un brazo para alcanzar una toalla limpia con la que aseó el rostro humedecido de su alumno.
Severus suspiró larga y entrecortadamente, miró a los ojos azules en el espejo, le avergonzó sentir que las lágrimas volvían a traicionarle pero aún así, no esquivó la mirada. Lo que iba a decir, solamente podía confiárselo a él.
— Me mostraron el poder que obtendría, la gloria y el respeto de la gente que siempre me había humillado, me dieron excelentes razones para limpiar al mundo de aquellos que sólo atentan contra la preservación de la magia pura. Ellos me aseguraron que tendría todo cuanto quisiera, todo el conocimiento y la riqueza posible... Me alabaron cada una de mis cualidades, ellos podían ver en mí lo que los demás no, dijeron que yo merecía algo mejor que la vida de cualquier mago mediocre.
— Severus...
— ¡Y yo pensé "¿porqué no?"! —le interrumpió gritando desesperado—. ¡Si en algún momento pensé en Harry fue sólo para creer que estaba equivocándose, que no sabía nada de lo que se empeñaba en destruir!... ¡Me dejé deslumbrar ante las maravillas del poder!
— Cualquier persona se hubiese cuestionado, la diferencia está en que has vuelto y estás abriendo tu corazón conmigo.
— ¡Fui un estúpido! ¡Iba tan sobrado de mí mismo, tan arrogante creyéndome más inteligente que cualquiera de ellos y les fue tan simple lavarme el cerebro con las maravillas que podrían darme!
— Y si fue así... ¿entonces porqué estás tan enojado? ¿porqué no aceptaste la oferta?
— Por Harry. —reconoció abrumado—. Porque al final comprendí que ese mundo de gloria y soberanía tendría que vivirlo sin él... porque Harry odia todo ese oropel y yo no quiero nada si no es para dárselo.
— Me alegra escuchar eso. —suspiró abrazándolo cariñoso.
— ¡Pero tengo miedo de mi debilidad!... no quiero llegar a lastimarlo si un día no puedo resistirme.
Dumbledore besó la cabeza de Severus para enseguida hacerlo girar y pasando un brazo por sus hombros lo condujo de regreso hacia la habitación. El ojinegro se dejó guiar en silencio, no tenía fuerza para nada, y aunque jamás se hubiese atrevido a pedirlo, le alivió el alma ver que Dumbledore no pensaba separarse de él.
Cariñosamente, como si se tratara de un hijo pequeño, Albus Dumbledore le ayudó a recostarse, él mismo se encargó de quitarle los zapatos y enseguida se acomodó a su lado, atrayéndole para abrazarlo. Severus no se negó, al contrario, ese cariño paternal era justo lo que necesitaba en ese momento.
Pudo sonreír escuetamente al apoyar su rostro en el pecho del mago mayor.
— Por favor, no quisiera que Harry se enterara de esto. —pidió con tristeza.
— No te preocupes, por mí no lo sabrá, sólo si algún día decides sincerarte con él podrá enterarse. Tan sólo te aseguro que Harry te conoce a la perfección.
— Me preocupa que se desilusione de mí.
— No es así, él se ha enamorado tanto de tu corazón herido como de su coraza de hierro. Ama cada una de tus facetas y no creo que le decepcione saber que nuevamente has vencido a la seducción del mal.
— ¿De verdad usted cree que yo puedo hacerlo feliz?... a veces siento que él merece algo mejor.
— Para él no existe nadie mejor, y si te soy sincero, puedo comprenderle. Eres realmente especial, Severus, y todo aquel que pueda ver más allá de las apariencias sabe que en ti encontrará un verdadero tesoro.
— Gracias por intentar animarme. —dijo sinceramente.
— Por nada. Ahora creo que ya es hora de reactivar tu broche y mandar un aviso que estás bien.
Severus asintió, entonces Dumbledore usó su varita para atraer la joya olvidada en el piso hacia su mano. Luego de reactivarla la colocó en la palma de Severus, éste lo empuñó con suavidad mientras susurraba... "Ya puedes dormir, Harry"
En ese momento, Draco y Harry dejaron escapar aire de sus pulmones, estaban felices de obtener esa calidez brotando de sus broches.
Mientras tanto, Severus cerró los ojos, se sentía tan bien rodeado por aquellos brazos que le daban el cariño que su padre jamás le dio.
— ¿Severus?
— ¿Sí, profesor? —respondió sin abrir los ojos, disfrutando de las caricias que daba el Director a su largo cabello oscuro.
— Bienvenido a casa.
Sonriendo, Severus asintió. Ninguno de los dos tenía prisa por separarse, ni siquiera aunque las clases estaban a punto de empezar. Dumbledore también se sentía muy bien cobijando a su oveja perdida, al hijo que jamás tuvo, pero que si alguna vez hubiese querido tener, le habría gustado que fuese exactamente como aquel que ahora empezaba a dormirse en sus brazos.

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Destellos de ternura
FanficLa guerra ha terminado, pero el mundo no puede considerarse agradable, por lo menos no para Harry quien aún no ha logrado sobreponerse a una de las pérdidas humanas que jamás pensó que lloraría. Tenía algo que decirle, pero no lo hizo. Eso lo lleva...