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Hiccup giró rápidamente para verla, él no podía creer lo que había dicho.

-¿Qué carajos dijiste?- preguntó queriendo haber escuchado mal.

-Dije que yo maté a sus padres.- repitió la pelirroja sin ningún rastro de remordimiento ni culpa en su voz.

El príncipe llevó ambas manos detrás de su cabeza para agarrar su nuca, mientras la veía incrédulo, después pasó sus manos por su cabello hacia arriba y terminó arrastrándolas por su cara.

-No puedo creerlo. ¿Sabes lo que me acabas de decir? ¿Sabes la magnitud de tus palabras?- cuestionó realmente impactado.

-Sí, es algo muy grave, lo sé, idiota. ¿Acaso creías que una bomba que explotaba en una embarcación era mera coincidencia?- gruñó Mérida cruzándose de brazos y rodando los ojos- Pero no le dirás a nadie sobre esto.- aseguró con confianza.

-¿Y cómo estás tan segura de ello?- volvió a preguntar el castaño con el ceño fruncido.

-Porque es tu palabra contra la mía, no tienes pruebas ni argumentos. Será como una acusación sin sentido para cualquier juez.- contestó con una sonrisa de lado.

Hiccup bufó frustrado, en realidad ella tenía razón, el decir ante un juez: "Ella me lo confesó", no era lo mejor de lo mejor.

-Mira, sólo considera mis palabras, mi amor.- habló de nuevo la ojiazul, de acercó hacia él en pasos lentos, hasta que pudo rodear su cuello con sus brazos- Si te casas con ella, aférrate a las consecuencias.- dijo en voz baja, mientras sus labios rozaban con los de él.

Luego de sus palabras se separó de él y se dió media vuelta para alejarse del castillo como si nada, dejando a un muy desconcertado ojiverde.

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-Esta es tu habitación, sólo hasta que nos casemos.- le dijo su novio, mientras entraban a una gran habitación en el castillo real.

-Vaya...- exclamó Astrid mirando asombrada y contenta su nueva habitación- ¿Seguro que tus padres están de acuerdo con que yo viva aquí?- preguntó algo nerviosa sentándose al borde de la gran cama.

-No, no. Están muy de acuerdo con esto, así se te hará más fácil el asistir a tus lecciones con Bocón todos los días, es un protocolo que todo prometido de alguien de la familia debe cumplir. Así también se van acostumbrando a la vida de la monarquía.- explicó brevemente el heredero.

-Oh...- balbuceó la rubia.

-Pero lo que más me gusta es que pasaré mucho más tiempo contigo.- agregó de inmediato al ver que sus palabras anteriores la tensaron. Además, no le había dicho a nadie sobre la amenaza de Mérida, así que también procuraría estar más cerca de su prometida por precaución- ¿Qué te gustaría hacer ahora, Mi Lady?- le preguntó con una encantadora sonrisa.

Astrid rió pensando un poco en su respuesta.

-Quiero que me enseñes a disparar con el arco y flecha.- contestó risueña.

El príncipe se sorprendió ante su respuesta, debía de admitir que no esperaba una actividad como esa de parte de ella, pero se regañó mentalmente, ya debía entender por completo que Astrid Hofferson no era como las demás damas que él conocía.

-Seguro.- respondió encantado.

Sin embargo, unos toques en la puerta llamaron su atención, allí vieron a un par de sirvientas del castillo.

-Príncipe Hiccup. Lady Astrid.- saludó una de ellas, mientras que la otra les hacía una reverencia- La reina Valka nos mandó a sacarle las medidas para el vestido de novia, Lady Astrid.- informó mirando a la Hofferson.

^MY LADY ASTRID^Donde viven las historias. Descúbrelo ahora