Parte 4

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La ciudad en la que se encontraba el edificio estaba construida entre las próximas maravillas que dejarían cortas las expectativas de los idealistas futuristas, posiblemente candidata a ser la capital del mundo, entre sus fronteras aun el fuego y azufre no caía con fuerza, elegantes trajes acompañaban a las personas, era increíble como la vestimenta había trastornado la mente de las personas para sentirse superiores e inflar su propia vanidad, antes que preocuparse por evaluar lo valioso de las personas se estaba enseñando a primero fijarse en las nimiedades de la apariencia, a la que justamente se adaptaron para no poder levantar sospechas.

Una esfera donde cada quién velaba por sus propios beneficios el bien común tenia que ser vendido no construido, lo comprarían a toda costa para sentirse bien consigo mismos, mucho más de lo que decían sus frondosas billeteras, relojes caros y zapatos sobre valorados.

Para lograrlo tenían que ser meticulosos, evadir los protocolos de seguridad, gracias a la aun influencia de la hija del ex hombre encima de la pirámide estructural de la organización interna, las posibilidades de que tuvieran éxito no eran tan malas, las oficinas estaban en pleno apogeo de trabajo, la única razón por la que la gente se movía era el dinero, no querían pensar en el dinero que de por si deberías de obtener con derecho justo al momento de nacer haciéndote dueño también de los recursos naturales, amortiguando tus necesidades básicas para emplear tu tiempo en otras actividades de mucho más valor, al nacer no decidiste que el mundo tuviera fronteras o sus problemas típicos, simplemente heredaste la maldición, heredaste el caos.

Las soluciones existían pero la luz verde no, los mejores amigos trataban de pasar desapercibidos aparentando ser los hijos de los fascinantes ejecutivos, estaban a punto de barrer con la oficina entera después de limpiar el rastro de sangre, así que llegaron en buen momento.

Lograron escaquearse entre la multitud para lograr subir tanto como les fuera posible, usar el ascensor era arriesgado por las posibles preguntas que les podrían hacer, cuanto menos caras vieran mejor iban encaminados, fue inevitable su uso cuando existen más de 70 plantas por escalar, tenían que idear algo pronto.

— ¿Qué haces viendo a esas chicas?

— Creo que las conozco

— No tenemos tiempo para distracciones ¿Cómo subiremos hasta la cima?

— Cuidado

Un sujeto vestido de esmoquin negro como su alma se acercaba, traía consigo un bulto envuelto con una bolsa, se entretenía con algún video viral de su celular, pasó sin percatarse de su escondite espontaneo.

— Claro claro, no te preocupes, así será —reía mientras hablaba, acomodó sus audífonos y subió el volumen

— Por supuesto, estaré encantado que me elija como su sucesor

— Te aseguro que no te fallaré... —su rostro emanaba un aura siniestro, tenia sentido si te divertían esa clase de videos, era el maestro de una habitación

Escuchó respiraciones agitadas que no venían de su teléfono no inteligente, continuó recibiendo halagos en segundo plano mientras seguía pegado a lo que estaba controlando, no tuvo compasión en condenar a sus dedos.

Lograron meter las cabezas justo a tiempo, por poco y serían descubiertos, la mejor manera de no ser visto era precisamente no asomarse, escuchar una conversación de ese tipo era como tener una pistola en la cien, tras pasar el peligro se vieron los rostros con alivio dando un suspiro.

Fue demasiado pronto para festejar, el sujeto los observaba desde arriba con una sonrisa perdida, había llegado a encontrarlos antes de que pudieran percibirlo.

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