♥︎↿8+; L♥︎

4.5K 176 10
                                    

El suelo ya no estaba tan frío, sería que lo calentaste al estar sentada tanto tiempo. Tu trasero ya se había entumido, te pusiste sobre tus rodillas.
Al estar así de cerca, L se veía aún mas débil, poco habitual verlo así, toda las veces había demostrado fuerza.
Sujetandotu rostro, sus labios besaban suavemente tus mejillas.
Te sostuviste de sus piernas, mientras levantas su camisa blanca típica, usabas tu cabeza y boca para ello. Algo alarmado, se estremeció. Pero ya estaba intentando acostumbrarse a esas acciones.
Tu boca se deslizaba por su piel, extrañamente suave y blanda. L soltó un suspiro, sus manos acariciaron tu nuca, continuaste trabajando en su pecho, rodeándolo por la cintura.
Un verdadero trabajo de apreciación.

—[T/N]...-ladeo la cabeza, dejándose recostar sobre la cama.
Aprovechaste la oportunidad, aplastando tu cara contra su pecho, que subía lentamente.
—Da cosquillas.- admitió, su voz ya estaba más uniforme, no se quebraba.
Reíste gracias a su inocencia, o solo un comentario sincero.
Ahora mismo estabas por perder su excitación, decidiste probar algo diferente, que garantizara tenerlo donde estaba.

—L, ¿sabes que es un oral?- cuestionaste, levantando tu cabeza para hacer contacto visual, dejando su vientre y pecho desnudos, húmedos por el trabajo de tus labios.

—Oh...ah...si.- se detuvo, sus ojos se abrieron despacio, su boca hizo lo mismo.- ¿haremos eso?

Una vez más, L demostró ser menos peligroso de lo que parecía cuando estaba enfadado, al concentrarse mucho, solía dar la impresión de tener mal genio. Pensaste que las relaciones con el, serían de desquite. "Ryuzaki", resultó usarte más como una terapia, que como un objeto.
Agradeciste su gentil personalidad.

Bajaste lentamente por su cuerpo, se quedó petrificado. Sin embargo, no te puso resistencia. Sus manos se comprimieron entre tu pelo, jalando apenas. El mismo se fue levantando para quedar sentado, como si realmente supiera la pose más usada para un oral.
—¿Que debo hacer?- dijo.

En cualquier otro contexto, sonaría como la pregunta más sumisa e inocente. En este contexto, era el mejor detective del mundo, aprendiendo y llenándose de conocimiento que a su parecer, se volvería vital para mantener entre sus manos a [T/N].
L en realidad no uso una voz suave y amigable, uso la misma tonalidad con la que interrogaría criminales.

Era la costumbre, no es que quisiera asustarte.

Calmaste sus dudas, cuando usaste tus manos para bajar su pantalón. Obviamente ya estaba estimulado, un poco más y quizá habría caído débil entre sus piernas, afortunadamente lograste mantenerlo "feliz".
Su expresión se tornó en vergüenza, prestando atención como mirabas ahí abajo. Giro la cabeza avergonzado, eso lo sabías por cómo apretaba los labios, por que su mirada seguía siendo igual de fría.

—Que no te de pena- con esa línea final, sujetaste su miembro, logrando que moviera su cuerpo hacia atrás.
Arrepentido de su movimiento involuntario, uso sus manos para empujarse más cerca, nuevamente.
—Disculpa...- era visible su temblor en la voz.

Moviendo tus manos por su falo, pensaste en ir muy despacio al inicio. Y así fue, L se mantuvo paciente, le sugeriste intentar relajarse.
Cuando la confianza llegó, tu lengua hizo lo mismo. Paseaste punta con punta, ¿me entiendes?
Su miembro estaba caliente y sensible, posiblemente por que nunca había recibido un trato tan único y personalizado.
Escuchaste su lengua tronar, había golpeado la parte inferior de su boca, quizá aguantaba un quejido.
Continuaste bajando, añadiendo más lengua mientras lo ejecutabas, L se inclinó, haciendo que tuvieras que sentirlo entre tus labios.

Te encontraste en una situación peculiar, donde L no paraba de gemir, tu boca iba de aquí allá, era difícil no querer llevarlo al fondo de tu garganta, no tenías idea minúscula de cómo no regurgitaste tu comida, la sensación de asco no estaba presente.
Una mano habida, la que no usaba para sujetar los bollos de sábanas, sujetaba tu nuca, ayudándote notoriamente.
Su ceño estaba fruncido, no comprendió ese sentimiento extraño que le recorría, lo describía, en su cabeza, como una maquiavélica sensación de placer que tenía al ver como lo tragabas tan profundo.

El detectivesco sujeto, acabo en tu boca.
Sintiendo el sabor, tu limite llego, te paraste del suelo y corriste al baño, L miro el suelo, pensativo.

Te quedaste parada frente a el, mirando con orgullo, lo destruido que estaba aquel hombre.
Su respiración era anormal, como si hubiese corrido el maratón de su vida.

—[T/N]...¿cómo?... ¿qué es esto?
  Sus ojos, más abiertos que nunca, examinaron los tuyos, buscaba alguna señal de confusión equivalente a la suya.
No encontró nada, por que el momento de confusión había sido en el momento en el que metiste su pene a tu boca, eso ya tenía rato. Por lo tanto, te veías mucho más convencida.
—Se llama eyacular, o dile venirse, así le dicen los jóvenes.- te sentaste a su lado, subiéndole el bóxer y los pantalones, como no podía hacerlo el mismo.
Lo obligaste a recostarse, su cuerpo debía estar agotado.

—Eso ya lo sé, lo que no entiendo es por que sabías hacerlo así...es raro, no comprendo a las personas que logran reacciones extrañas, con procesos tan simples como...meter y sacar.- clavo su mirada en ti.
—Ahh, eso. No lo sé tampoco, nunca lo había hecho.
Te acostaste a su lado, tu boca aún sabía raro, ignoraste el sabor, al menos era de L.

—Estoy disponible para las prácticas.- atino su comentario, reíste frente a su cómica aportación.

—Está bien, lo pensaré.- abrazaste su fino cuerpo, permitiéndole relajarse.
A la vez, su cuello resultó cálido y perfectamente acomodó, recostaste tu rostro en el.
Escuchando su pequeño "Mmm" de comodidad, la ternura te invadió, apretaste su cuerpo contra el tuyo.
—Te quiero mucho.- susurraste, L cerró sus ojos, satisfecho.

Death Note: ¡One shots, y más!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora