Capítulo 13

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Estoy oficialmente invitado a la despedida de soltera de la novia

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Estoy oficialmente invitado a la despedida de soltera de la novia.

Nunca he sido invitado a una despedida de soltera de una novia. En realidad, nunca he sido invitado a una despedida de solteros en mi vida.

No estoy seguro de porque he sido invitado, pero intuyo que el hecho de que todos en este lugar asumen que soy gay por mi supuesta relación con Zev, tiene algo que ver con la colorida invitación color rosa, tapizada de diminutos penes azules, que ahora sostengo en mi mano.

— Amigo, Holland quiere que asista a su despedida de soltera. —me quejo con Zev, quien está lavándose los dientes en el baño contiguo a la habitación. Mi comentario literalmente lo hace escupir el agua con el que se estaba enjuagando la pasta dental.

— Mierda, —dice riéndose, — ¿Qué te ha dicho?

— Ella literalmente me envió una invitación rosa brillante con penes estampados en ella.

Otra risa escapa de los labios de Zev, y me parece impresionante el hecho de que hasta ahora me doy cuenta que me gusta mucho ese sonido.

— ¿Y qué piensas hacer? —pregunta—. ¿Vas a asistir?

— ¿Cómo se supone que debo rechazarla? —me quejo.

— ¿Eso quiere decir que no vendrás a la despedida de soltero de Keith? —dice, colocando su cepillo en el recipiente junto al mío.

— Oh, claro que iré. —respondo, caminando de vuelta a la habitación y tirándome de espaldas al colchón. — Iré primero a la despedida de Holland a hacer acto de presencia y después me marchare cuando los hombres desnudos comiencen a aparecer, la despedida de Keith me dará la excusa perfecta para marcharme.

— Supongo que ellas más o menos esperan que te quedes cuando los tipos desnudos comiencen a aparecer, ¿sabes? —Zev murmura, y se tira en el colchón junto a mí.

— No voy a formar parte de su maldita diversión, —digo con un gruñido—. Izy está loca, podría hacerme sustituir a Holland en el centro de la pista, con una silla que tenga mi nombre. Una habitación de chicas ebrias buscando diversión no es un lugar donde quiera estar.

— Vas a estar bien. —dice Zev, colocando su gran palma en mi mejilla e inclinándose para darme un beso. Saboreo la menta de la pasta dental en sus labios, recibiendo su lengua dentro de mi boca.

— Ven conmigo. —le pido a Zev, contra sus labios. Mi mano acaricia uno de sus pectorales sobre la tela delgada de su camiseta y roso el pezón con mi dedo, ¿Quién diría que el cuerpo masculino podría excitarme tanto?

— No puedo, soy uno de los padrinos de Keith. Necesito estar ahí por si las cosas se ponen un poco locas. —asegura. Con mi mano en su pecho, lo empujo.

— Eres un imbécil, —me quejo dando otro pequeño empujón, — solo tenías que decir que no. No inventar una excusa patética.

Envolviendo mi muñeca en su mano, Zev se ríe, tirando de mi contra él.

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