Capítulo 12

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— Estoy tan jodidamente enojado contigo ahora mismo

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— Estoy tan jodidamente enojado contigo ahora mismo. —Zev gruñe, cuando entramos a nuestra habitación. Ruedo mis ojos, aunque no pueda verme.

— Amigo, en serio. ¿Por qué mierda te importa tanto? —me quejo. Zev se gira cruzándose de brazos y me mira con ojos molestos.

— Debes estar bromeando. —dice simplemente—. ¿De verdad me estas preguntando porque me importa tanto? Somos amigos, Julie. Me dices que quieres unirte al jodido cuerpo de marinos y ¿quieres que este bien con ello? No estamos hablando de un paseo por el parque, ¿cómo crees que van a reaccionar Harry y Chris cuando se enteren de esto?

Mi pecho entra en pánico en un segundo.

— No se los vas a decir, ¿cierto? —le pregunto. Zev me mira por un largo segundo, como evaluando mi reacción. Siento que el pánico ilumina mis ojos y no puedo detener mi reacción involuntaria.

— ¡Mierda!, tampoco se lo pensabas decir a ellos, ¿no? —me acusa. Y tiene razón, esto es algo que nunca debió salir de mi pecho, porque sabía que esta era la forma en la que reaccionarían, y prefería ir limpio a tener una gran intervención de mis amigos que realmente no me ayudaría en lo absoluto. Ya he tomado una decisión sobre esto.

— No he pensado mucho realmente sobre cómo abordar el tema con ustedes, ¿de acuerdo? Por eso no se los había contado, no hagas una gran cosa sobre esto. —miento, y me sorprende la facilidad con la que las mentiras se deslizan de mis labios, no soy este tipo de persona.

Me muevo por la habitación y me dejo caer de espaldas al colchón, estoy exhausto por la convivencia con el padre de Zev, y estoy exhausto por discutir con Zev sobre un tema que no tiene resolución.

Un par de segundos después, puedo sentir el colchón hundiéndose a mi lado cuando Zev se arroja sobre la cama.

— Nos jodiste la noche, —murmura Zev, a mi lado. Su comentario me hace reír.

— Aun puedes divertirte.

— No cuando estoy jodidamente enfadado contigo.

— Se supone que estas enfadado conmigo, no con mi pene. —una almohada es arrojada a mi rostro justo después de decir esas palabras.

— Cállate, no me agradas en este momento.

Su comentario me hace reír nuevamente y sostengo el cojín contra mi pecho. Nos quedamos así, uno al lado del otro, mirando al techo, cada quien perdido en sus pensamientos.

— ¿Crees que tu padre creyó que en serio estamos juntos? —pregunto, rompiendo el silencio. A mi lado, puedo sentir el cuerpo de Zev tensándose como si intentara convertirse en roca.

— ¿Sí? ¿No? Mierda, no lo sé. No evalué sus reacciones, planeaba hacerlo al final de la cena, pero supongo que esa ya no es una opción.

— Creo que hiciste un punto al sacarme de ahí furioso.

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