Epílogo

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8 años después

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8 años después...

Hay un bulto desconocido debajo del edredón y lucho fervientemente por no reírme cuando veo los ojos de mi hijo expandirse mientras me siento un poco demasiado cerca de el.

— ¡Cuidado, papi! —dice rápidamente, mientras caigo sobre el colchón cerca del bulto que se retuerce frenéticamente.

— ¿Ah? ¿Por qué debería tener cuidado, campeón?

Él duda. Sus ojos verdes luchan por sostener mi mirada y no mirar al bulto desconocido bajo las mantas.

— Hummm, ¿por qué eres muy grande?

Me río, supongo que es cierto.

— ¿Es sólo por eso? —Pregunto suavemente, — ¿no tiene nada que ver con... —retiro el edredón y descubro al cachorro debajo de el— que hay un perro en tu cama?

Descaradamente, mi hijo se ríe.

— ¿Cómo llegó aquí? —dice, y aunque parece sorprendido, no compro su mentira. Le daré crédito en algo, es mejor actor que Jules y yo juntos.

— Hummm, —tarareo— tengo el vago recuerdo de que tú papá lo dejó abajo en su cama.

— Pero él es muy pequeño, —canta con preocupación— Angie podría morderlo.

Damien es nuestro pequeño hijo de cuatro años. Cuando Jules me propuso tener bebés, me reí tan fuerte durante dos minutos completos que sentí por un momento que moriría por falta de aire en mis pulmones. Supongo que era un paso natural para él, pero yo aún estaba demasiado aferrado a él como para compartir su amor con alguien más. Egoísta. Lo sé.

Hace una semana Damien entró a preescolar, y claro que sí, sólo bastaba una semana para que Jules y nuestro hijo, salieran con suficiente frecuencia de la casa como para recoger un perro de la calle.

Quiero decir, Jules recoge perros de la calle todo el tiempo, ese se ha convertido básicamente en su trabajo desde que creo su fundación hace seis años. Y verlo crecer en su carrera no ha sido otra cosa más que emocionante. Él es tan apasionado en todo lo que hace, y verlo levantarse cada mañana a hacer algo que ama, me llena el pecho de dulzura. Tengo al mejor hombre del mundo en mis manos y nunca me he sentido más afortunado.

Sé que muchos dirían que el éxito de Jules se debe a que su cartera de donadores es principalmente tipos ricos que solo se dedican a jugar al futbol y no les importa una mierda donar decenas de miles a la caridad de cualquier tipo, pero la verdad es que Jules ha luchado con uñas y dientes por cada cheque. Aunque supongo que ayuda mucho el hecho de que las esposas de mis compañeros de equipo lo adoren. Lo juro por Dios, he estado celoso de ellas en más de una ocasión. Todo el mundo quiere ser amigo de Jules y orbitar cerca de él. Ya sea por su personalidad magnética, o porque quieren ser amigas del único tipo con marido en el equipo, como sea, eso favorece a Jules con sus refugios y, ¿quién soy yo para prohibirle algo a mi esposo?

MentirasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora