Lo odio.
La puta sensación del corazón roto. Creí que jamás volvería a sentirla y de todas las personas en la tierra, jamás creí que Jules podría romperme el corazón. Pero lo hizo. Y lo odio por eso.
Lo odio porque me dio algo en lo que creer que todo el tiempo fue falso.
Me aferre a las mentiras que vivimos todos los días, la puta sensación de paz y armonía. Creí que me elegiría por sobre lo que sea que estuviera sucediendo dentro de su cabeza. Y eso es lo que me está matando. Él no lo hizo, el solo vivió dentro de esta horda de mentiras que tejimos el uno alrededor del otro lentamente. Un sueño dulce del que me hubiese gustado no despertar. Pero supongo que al final del día, no importan las mentiras con las que este disfrazada; la verdad siempre sale a flote.
Pero supongo que no puedo culpar a Jules por esto. No puedo culpar a nadie más salvo a mí mismo. Fui yo quien creo escenarios dentro de mi cabeza. Fui yo quien creyó que Jules me elegiría por sobre sus planes, fui yo quien se enamoró de él y fui yo quien creyó en sus bonitas mentiras. Fui yo quien imagino un futuro con él y Angelina a mi lado.
Joder, Julie.
El hueco en mi pecho amenaza con tragarme vivo desde dentro hacia fuera y estoy tan sumido en mi propio maldito dolor que, cuando escucho los sonidos de pezuñas contra el suelo pienso por un momento que lo estoy imaginando. Hasta que la puerta de la habitación se abre y Angelina da un salto a la cama y cae sobre mí. Sus veintiocho kilogramos de peso caen directamente en mi estómago para seguidamente lamerme por cualquier superficie disponible de piel que encuentre. Es mi chica.
Me gustaría decir que su presencia se siente como un alivio total. Pero no lo hace.
Todas las emociones se arremolinan en mi pecho y es como una puta licuadora dentro de mi corazón. Sorpresivamente la ira es el ingrediente predominante en este batido de sentimientos.
— ¿Qué mierda? —digo, alejándome de Angelina, quien salta fuera de la cama, exhorta de mis sentimientos conflictivos y sale por la puerta, rozando las piernas de Jules en su camino fuera del umbral. Jules cierra la puerta, recargándose contra ella.
El hombre al otro lado de la habitación es todo lo que necesito. No sé cómo sucedió, no sé si estos sentimientos siempre han estado aquí; hirviendo a fuego lento debajo de mi piel. Pero todo lo que sé es que no quiero vivir sin él en mi vida.
¿Podría?
Por supuesto que podría. El tiempo dolería como un hijo de puta pero las heridas sanarían con el tiempo. Quizá hasta podría encontrar a alguien nuevo de quien enamorarme. Alguien a quien amar.
¿Quiero eso?
¿Quiero una vida sin él? ¿Sin Angie? La respuesta es no; porque los quiero a ambos. Me complementan de una forma en la que nadie lo hará jamás.
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Mentiras
RomanceEs tu mejor amigo, Zev. Deja de pensar con tu puto pene. Sin embargo, mi mejor amigo se inclina y roza sus labios suavemente con los míos. Y resistirme a su beso es solo una prueba de que hemos estado acumulando una pila de explosivos durante los do...