Tu provocaste esto

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—¡Que parte de no pongas en riesgo a Hermione no comprende tu pequeño y patético cerebro!

Harry alzo la vista para encontrarse con un muy furioso Draco que no tenia la intención de soltar su agarre.

—Fue un… accidente… —contesto débilmente el castaño por la falta de aire, pues Draco empezó a apretar su cuello.

—Accidente ¡¡Casi la matan!! —grito mientras movía levemente el cuerpo de Harry para estamparlo nuevamente contra el árbol, luego lo soltó para que cayera al piso.

Harry se levanto tratando de recobrar el aire mientras Draco respiraba pesadamente producto de la furia.

—Llévame donde esta ella y te juro que si tiene un solo rasguño te mato.

—Lo hare… solo necesito ver algo primero.

Harry caminó hacia la charca con cuidado y atisbo el interior. El hielo reflejó su distorsionada silueta y la luz de la varita; en el fondo, bajo la gruesa y empañada capa de hielo gris, brillaba otra cosa: una gran cruz de plata…
Le dio un vuelco el corazón. Se dejó caer de rodillas en la orilla e inclinó la varita para que su luz llegara hasta el fondo. Vio un destello rojo intenso, una… espada con relumbrantes rubíes en la empuñadura. La espada de Gryffindor yacía en el fondo del agua.

Casi sin respirar, el muchacho se quedó mirándola fijamente. La apuntó con la varita y murmuró: «¡Accio espada!»
Pero la espada no se movió, aunque Harry tampoco confiaba en que lo hiciera. Si hubieran querido que fuera así de fácil, no la habría encontrado bajo el agua, sino en el suelo, y la habría cogido sin más. Se puso a andar alrededor del círculo de hielo, tratando de recordar cada detalle de la última vez que la espada se le había entregado. Entonces él estaba amenazado por un gran peligro, y había pedido ayuda.

—Ayúdame —murmuró, pero el arma siguió donde estaba, indiferente e inmóvil.

Con dedos temblorosos, fue quitándose las diversas capas de ropa que llevaba puestas.

—Que haces… —hablo Draco alarmado.

—Debo sacarla… la necesito para destruir esto —contesto Harry mientras le mostraba el guardapelo colgado en su cuello.

Temblaba de frío y los dientes le castañeteaban de una forma espantosa, pero siguió desvistiéndose hasta quedar en calzoncillos, descalzo sobre la nieve. Dejo todo en el piso, la ropa, el monedero que contenía su varita, la carta de su madre, el fragmento del espejo de Sirius y la vieja snitch, y luego apuntó hacia el agua con la varita de Hermione.

—¡Diffindo!

El hielo se rajó con un sonido semejante a un balazo y resonó en el silencio; la superficie de la charca se rompió y algunos pedazos de hielo negruzco se mecieron en las ondulantes aguas.

Harry se lanzó al fondo.

El frío le propinó un latigazo de dolor lacerante como fuego, y al sumergirse tuvo la impresión de que el cerebro se le congelaba. Buscó a tientas la espada y, por fin, la asió por la empuñadura y tiró de ella.

En ese momento algo le rodeó el cuello y se lo apretó con fuerza. Creyendo que serían algas, aunque no había notado que lo rozaran al sumergirse, intentó deshacerse de ellas con la mano libre. Pero no eran algas, sino la cadena del Horrocrux, que se había tensado y, poco a poco, le obstruía la tráquea.

Harry pataleó con todas sus fuerzas tratando de alcanzar la superficie, pero sólo consiguió impulsarse hacia el lado rocoso de la charca. Debatiéndose y asfixiándose, asió la cadena que lo estrangulaba, aunque tenía los dedos tan helados que no lograba quitársela, y empezó a ver lucecitas. Estaba a punto de ahogarse, no había escapatoria, y los brazos que le rodeaban el pecho sólo podían ser los de la muerte.

Solo un juego (Dramione)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora