14.

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El reloj de madera de nogal, finamente tallado que le había heredado su abuelo sonaba ensordecedor en el silencio absoluto de su despacho. El silencio era lo que más le molestaba en la vida, porque a causa del silencio su cerebro tenía la mala costumbre de comenzar a pensar y pensar precisamente en ese momento no era nada agradable.

Pensaba en su hija y en lo mal padre que estaba siendo para ella. En su maldita discapacidad en esos momentos, tenía semanas de recuperación por delante y se sentía como un completo inútil. Pensaba en su trabajo y en todo lo que estaba arriesgando, todos a su alrededor le advertían que dejara su estúpida cruzada, que era peligroso.

Pero ¿esa era razón suficiente para desistir? A Yibo no le gustaba perder. Y retractarse ahora sería darles el poder a sus enemigos, ya lo habían intentado asesinar y eso más que asustarlo le daba fuerzas para no ceder y lograr que esos malditos cayeran, ¿A cuántas personas como él le habían hecho la vida imposible? ¿Quiénes eran esos tipos para creerse Dioses? Yibo creía firmemente en la justicia. Solo quería que esto terminara.

Además... volviendo a sus pensamientos, había otra cosa en el fondo de su mente que lo inquietaba. Llamaron a la puerta de su despacho y no tuvo que girarse para saber quién era.

—Señor Wang, gracias por permitirme estás dos horas.

Yibo se tensó. Tomó un esfuerzo consciente para relajar sus músculos de nuevo. Él y Zhan no se habían dicho una palabra desde su encuentro en el despacho. No hablar con Zhan le había ido perfectamente a Yibo. Cuanto menos interactuaran, mejor. Cuanto menos mirara a Zhan, mejor. No confiaba en sí mismo para no hacer algo de lo que se arrepentiría.

—¿Resolviste tu problema? —preguntó neutralmente, alzando la mirada para encontrarse con el hombre en la puerta. Vestido con una chaqueta de cuero, pantalones ajustados y una camiseta que se le pegaba al cuerpo, vestido así, no parecía un niñero.

—Algo por el estilo—Dijo Zhan rígidamente, rompiendo el silencio de nuevo. — ¿Penny está con Lian?

—Tenía un poco de dolor de cabeza, así que mi hija está en mi habitación, instalamos su cuna portátil para viaje—respondió Yibo.

—Comprendo, iré a buscarla para llevarla a su habitación, buenas noches...

— ¿Quieres jugar ajedrez? —dijo Yibo, hablando sin pensar.

—Oh —dijo Zhan—No creo que sea buena idea...— No había nada "bueno" al respecto. Yibo estaba de acuerdo, pero, aun así.

—Estoy aburrido y jugar ajedrez me relaja, tengo mucho trabajo para mañana.

—En serio no le molesta para nada mi presencia ¿verdad? —Dijo Zhan. —Es admirable su autocontrol, es capaz de tratarme como si nada hubiera sucedido.

Los labios de Yibo se adelgazaron ¿control? Yibo era bueno para enmascarar lo que sentía, pero no quería decir que no le costara mantenerse bajo control.

—No —dijo secamente—. Soy consciente de todo, no puedo cambiar lo sucedido, pero podemos evitarlo, soy dueño de mis emociones y te aseguro que sé cómo tratar con ellas— Yibo podía ver la lucha en el rostro de Zhan, él quería marcharse. Pero en cambio, cerró la puerta y se recostó contra ella, temblando ligeramente y esperando que Yibo no pudiera verlo.

—Dueño de tus emociones dices, ¿Tan frio eres?

Yibo le lanzó una mirada que no habría impresionado si no hubiera sido extrañamente intensa.

—No estoy de humor para tu descaro —dijo, recostándose en su silla.— Algunos dicen que mi corazón es de hielo, otros simplemente afirman que no tengo corazón, ¿tú qué opinas?

8.Where stories live. Discover now