CAPÍTULO 5. Escapada

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No lo podía creer me iba a dejar ir, pero... y ... ¿ahora qué hago? Bueno, ya me buscaré la vida.

Salió de la habitación sin hacer ruido y yo me dispuse a vestirme. Cuando estuve lista, me fui decidida hacia la puerta.

-¿Dónde crees que vas? - Dijo Natasha seriamente.

-Pues me voy, ¿es que no es obvio?

-¿En serio creías que te iba a dejar ir? - Dijo riéndose con los brazos cruzados.

-Tú no eres nadie para retenerme, sólo una mujer con aires de diva y loca de la cabeza, tratando a una menor de diecisiete años como si fuera una bebé.

-Ah... no soy nadie... aquí en estos papeles pone lo contrario. -Dijo sacándose una carpeta desde detrás de la espalda.

-¿De qué coño hablas?

-Verás... tengo mucho poder Mía en esta ciudad, se podría decir que mis antecesores la fundaron. Soy Natasha Riveretti y he conseguido tú tutela entre ayer y esta mañana con sólo un par de llamadas telefónicas.

Mi cara tenía que ser un espectáculo. Mi tutora... ¡Oh, no! Esto no va bien, no me gusta esta mujer.

- No pienso aceptarlo, ¡jamás!

Sin pensarlo salí corriendo abriendo la puerta como un demonio.

-¡Mía! ¡Ven aquí! -Alcancé a oír.

Pero corrí y corrí y corrí y... me perdí.

Así que Natasha Riveretti..., su apellido era conocido por toda la ciudad, era la familia más adinerada e importante que había aquí.

¡Mierda! Tengo frío. Con las prisas de irme no cogí el abrigo y es invierno.

No sé cuántas horas llevo caminando pero ya me duelen los pies y ha refrescado más, es de noche y tengo miedo. Me encuentro en una especie de bosque, aquí no me encontrará ese monstruo. Debo buscar refugio, sino me voy a acatarrar, tiene pinta de que va a llover.

Efectivamente, comenzó a chispear y yo sólo veía árboles por todos lados.

De repente escuché ladridos de perros a lo lejos, no sabía de dónde provenía pero lo único que se me ocurrió fue esconderme en un árbol. La lluvia caía intensamente y el frío me calaba los huesos. Los ladridos cada vez eran más cercanos. Empecé a encontrarme muy mal, estaba tiritando y empecé a ver borroso, pero alcancé a ver las luces de las linternas que provenían de detrás de mí. Recogí mis rodillas, las rodeé con mis brazos y escondí mi cabeza. Tenía miedo.

-¡Mía! ¡Mía! ¿Dónde estás?

Era la voz de Natasha, se escuchaban más pisadas, muy cercas de mí. Hasta que un perro me empezó a olisquear y empezó a ladrar.

-¡Aquí está! - Gritó la voz de un hombre.

-Mía, Mía, ¿estás bien? -Era Natasha, se notaba muy preocupada.

Yo estaba asustada, no sabía si me azotaría ahí en medio, ahora era mi tutora legal y podía hacer conmigo lo que quisiese, pero no pasó nada de eso, me cargó en sus brazos, he decir que no peso mucho y tampoco soy muy alta, mido 1.56 cm y peso 51 kg.

-¡Oh, Mía! ¡Estás ardiendo en fiebre! José tápanos con el paraguas hasta llegar al coche. - Indicó Natasha a uno de sus hombres.

-Mommy.... yo.... lo siento mucho... yo...

-¡Shhhhh! Ya hablaremos de esto en casa cuando sea el momento ahora tienes que estar bien.

Sin saber por qué, me agarré de su cuello y lloré, ahora sí me sentía una niña y se sentía muy bien esconder mi cabeza entre su pecho.

Cuando llegamos a casa Mommy me puso el termómetro, tenía 39ºC de fiebre. Me bañó con agua tibia en mi bañera, al principio quise quejarme pero no tenía fuerzas para discutir y menos para recibir otro castigo porque seguro que esto no lo va a pasar por alto. Tuvo sumo cuidado bañándome, con suavidad, yo lo agradecí, me sentía algo mejor y lo importante, ya no tenía frío.

Me vistió con un pijama de niña, concretamente, de unicornio blanco y rosa súper calentito y me recostó en la cama. Me tapó y al rato trajo un barreño pequeño con agua fría y un trapo.

-¿Por que me cuidas? -Le pregunté con lágrimas en los ojos.- No me conoces de nada.

-Porque lo necesitas, no has tenido una infancia muy buena, ni tu adolescencia, ya me han contado mis abogados que no es la primera vez que te escapabas de casa por los problemas que tenías con tus padres.

-Siento que nunca me han querido.- Dije con un hilo de voz.

-Te habrán querido pero a su manera, ahora estás a salvo, duérmete. Estaré pendiente de ti toda la noche.

-Gracias Mommy.- Volví a decir llorosa.

-Necesitas descansar ha sido un día muy duro para ti.

MOMMY, MI NUEVA VIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora