CAPÍTULO 23. El contrato

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Habla Natasha:

Al día siguiente...

Me duele la cabeza, pero tengo que redactar el contrato de Mía lo antes posible, dentro de nada es su cumpleaños y tengo que llevar esto con máxima discreción. A ver como lo redacto de tal forma que no se dé cuenta, de todas formas, puedo decirle que es para el instituto o algo así, ya me inventaré algo, mientras tanto redactaré y redactaré con la letra pequeña para que cuando lo vea no quiera leerlo. Las condiciones serán: que no podrá irse de mi casa y que quedará bajo mi tutela hasta que se saque su carrera universitaria y encuentre trabajo mínimo de lo que haya estudiado. Es por su bien...

Pasaron unos días y todo estaba tranquilo en casa de los Riveretti. Después de aquellos castigos, ni Sandra ni Mía se volvieron a acercar nada más que en el instituto y para desayunar y a las horas de las comidas en casa, puesto que, Carolina las vigilaba. Mía se tuvo que contener mucho de darles dos bofetadas en más de una ocasión, ya que esta, estaba demasiado chulesca desde que empezó a juntarse con otra gentecilla del ex grupo de amigos de la tal Sofía, ahora ella, medio manejaba el cotarro y Mía estaba sola en el recreo siento objeto de burla por parte de Carolina.

Llegó a casa y Natasha la recibió con mucha alegría ese día.

- Mommy... -Dije intranquila. -No estaba acostumbrada a recibir parte de ese trato por su parte.

- Tranquila Mía, vengo en son de paz. Sólo quería decirte que... te he echado de menos estos días...

- ¿Por qué me dices esto, Mommy? -Dije volviendo a estar intranquila.

- Porque dentro de nada es tu cumpleaños ...Mía... y quiero hacerte un regalo especial.

- ¿Un regalo? -Dije sorprendida, sería el primer regalo de mi vida.

- Temo que no lo aceptes.

- ¿Por qué no iba a aceptarlo, Mommy?

- Porque proviene de mi...

- Mommy, yo... sabe que no necesito nada... sólo de su cariño...

Natasha se quedó pensativa por un momento.

- Antes de que me rechaces el regalo quiero explicártelo, ¿sí?

- Sí, Mommy.... -No me agrada que me regalen cosas, pero bueno me hace ilusión proviniendo de mi Mommy, está más cariñosa hoy, sus palabras no parecen vacías.

- Esto es... un documento donde te presto temporalmente una propiedad mía, entiendo que no quieras vivir conmigo, es un pequeño apartamento al lado de la universidad para que puedas estudiar, los primeros meses tendrás todo pagado hasta que encuentres trabajo después de que termines bachiller, sé que no tienes donde ir y que no quieres estar aquí y que no aceptarías si te diera una casa y un cheque con dinero, todo eso lo sé por eso te presto mi apartamento hasta que termines tus estudios y puedas encontrar un trabajo de lo que gustes estudiar, por favor acéptalo, sólo necesito que firmes aquí y ya no te molestaré nunca más.

Mía se quedó en blanco, no sabía qué decir, ni qué pensar, la oferta era generosa. Efectivamente, no iba a aceptar ni ningún dinero ni herencias ni nada por el estilo así que aceptó porque en su fuero interno sabía que no tenía ningún lugar... donde ir.

- Gracias Mommy. -Dijo terminando de firmar inocentemente. - Por cierto, en una semana es mi cumpleaños, ¿puedo dejar de llamarla así?

- No. -Dijo sonriendo ladinamente.

- ¿Por qué? ¿Sabe qué? La odio.

- Y más que me vas a odiar.

Este comentario dejó aun más confundida a Mía.

- No entiendo, Natasha. -Dijo Mía con rebeldía.

- Un cincuenta por ciento de lo que acabas de firmar... es verdad, el otro cincuenta no es cierto.

- ¿Cómo? -Dijo tartamudeando.

- Firmaste que te quedarías en esta casa hasta que termines tu carrera y encuentres trabajo de esa carrera.

De pronto, se oyó abrir la puerta de un portazo, era Sandra enfadadísima.

- ¡Eres rastrera Natasha! ¿Cómo le pudiste hacer eso a Mía? ¿Te crees que puedes hacer lo que quieras con tu asqueroso dinero?

- No me hables en ese tono o... tengo que recordarte tu castigo del otro día...

Sandra agachó la cabeza con miedo.

- Así me gusta, obediente, con respeto. Ahora déjanos a solas, Mommy tiene que hablar seriamente con Mía.

Sandra sabía lo que venía a acontecer y con su pena en el corazón se fue.

- Así que me odias... y me llamaste Natasha de nuevo...

- Mommy... -Dijo Mía con miedo.

Natasha la cogió por el pelo hasta ponerla de puntillas y llevarla hasta la mesa del despacho. La colocó boca abajo, le subió su faldita y comenzó a acariciar por encima de las braguitas con la mano.

- ¿Qué te he dicho de llamarme por mi nombre?

¡ZAS! ¡ZAS!

- ¡Ay! ¡Mommy! -Gritó Mía.

- Respuesta, ¡ZAS! Incorrecta, ¡ZAS!

- ¡Ahhh! No debo llamar a Mommy por su nombre. -Dijo con las lágrimas saltadas, Natasha, aunque no le había quitado sus braguitas, le estaba dando duramente.

- Te quiero en silencio Mía, ni un solo quejido, aguantarás el dolor en absoluto silencio. -Dijo bajando sus braguitas.

- Sí, Mommy.

¡ZAS, ZAS, ZAS, ZAS, ZAS, ZAS, ZAS, ZAS, ZAS, ZAS, ZAS, ZAS, ZAS, ZAS, ZAS, ZAS, ZAS, ZAS, ZAS, ZAS!

Mía lloraba amargamente en silencio, mientras era sujetada por el pelo y no se podía mover, apretaba sus puños con todas sus fuerzas, se había dejado llevar por el cariño del demonio, no entendía por qué la amaba si tanto la maltrataba, no entendía ese apego hacia ella, ¿será porque la salvó de las manos de cualesquiera? El caso es que ahora volvía a seguir siendo su Mommy a una semana de su cumpleaños...

MOMMY, MI NUEVA VIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora