CAPÍTULO 10. Mommy me defiende

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Habla Natasha:

He de admitir que Mía se ha comportado muy bien durante el castigo, pensaba que sería más rebelde aún y se escaparía de su sitio. Este castigo me ha dolido más a mi que a ella. No quería hacerlo pero su rebeldía me quema la sangre y a la vez es tan... adorable cuando lo hace. Tiene algo especial y llamativo, ayer me entraron ganas de cogerla y... ¡pero por Dios! ¿Qué estoy pensando? ¡Es una cría!

Además, yo amo a Manuel. Lo conocí en la universidad, lo que más me llamó su atención fue su físico no lo voy a negar y como Riveretti que soy, no podía concebir la idea de estar en un sitio así y no tener un novio físicamente perfecto, con esos ojos verdes y ese pelo negro brillante. Sus músculos bien marcados, puesto que iba al gimnasio. Lo que jamás pensé era que me enamoraría de él al recibir tanto apoyo por su parte cuando murieron mis padres, trágicamente por el Covid. Ellos eran unos fumadores empedernidos y aún desconocíamos cuánto de malo era y es ese virus.

Actualmente, estamos comprometidos desde hace poco tiempo, me regaló un ramo de flores de rosas blancas, mis favoritas y, como todo un caballero, como los de antes me pidió casarse conmigo. No puedo negar que tuve miedo, porque no estaba segura de mis sentimientos pero le dije que sí, sin pensar y bueno, ahora sé que lo quiero.

Lo que él no sabe, ni absolutamente nadie, es que me atraen las mujeres pero eso hubiera sido una deshonra para mis padres que eran muy conservadores. Sí es verdad que le conté a Manuel que me gusta la disciplina inglesa y que quería practicarlo pero nunca se me presentó la oportunidad hasta que conocí a Mía, al principio me hice un lío, la quería sumisa y la quería little, después de comprender que era menor, sólo la acepté como little pero anoche... anoche la vi desnuda y es preciosa, no pude evitar tocar sus pezones sonrosados, quería poseerla en ese momento pero tuve que aguantar mis ganas tremendamente locas de poder hacerla mía.

Después del castigo la hice poner en mis rodillas y le puse crema refrescante y reparadora, tenía el culo bastante castigado, no paraba de llorar como una niña, he sido muy dura con ella, lo sé, y quizás me pasé de la raya pero era eso o follármela ahí mismo. No puedo hacer eso con una menor, aunque bueno yo no soy tan mayor sólo tengo veinticinco años y ella diecisiete, pronto cumplirá los dieciocho y se irá porque será libre de hacer lo que quiera y no podré retenerla, pero últimamente no dejo de pensar en ella, en esa jovencita rebelde pero a la vez con una carita tan dulce y tierna, es una niña aún, no sabe nada de la vida y quería prostituirse, debo evitar que cuando cumpla los dieciocho se vaya porque no tiene dónde ir. Podría comprarle una casa y pagarle sus estudios, pero se va a negar, en todo este tiempo tengo que hacer algo para convencerla, me preocupa su futuro.

No sé qué hacer con ella, no quiere que Manuel le dé clases, pero es el mejor como docente y además mi prometido, con el cuál tengo confianza plena, me da cosa contratar a un desconocido y no sea lo suficientemente bueno, por otra parte, le vendrá bien, Manuel es estricto y no la dejará subírsele encima con su rebeldía, pero he de admitir que cuando lo vi con el cinturón dispuesto a azotarla, y ya le había dado uno, me dio muchísima rabia y no entiendo el por qué. No sé que me está pasando con Mía, la siento como si fuera para mí sola. Me gustaría que ella se portara bien y no volviera a repetirse la situación. La adoro. Ahora mismo está de nuevo en el despacho con él, voy a pasarme a verlos... no, mejor no, si no hay ruido es porque estarán concentrados en los estudios, parece que el castigo de ayer fue contundente.

Bueno, mejor voy a ver, hay demasiado silencio y eso no es lo normal en Mía.

Habla Mía:

¡Maldito hijo de perra!¡No lo aguanto ni un minuto más! Se burla de mi pronunciación, ¿quién se cree que es? Me voy del despacho.

Justo cuando tomé la decisión de levantarme y dejarlo plantado con sus gilipolleces de adulto inmaduro, la puerta del despacho de abrió. Era Natasha y entonces se me agitó el corazón, de los nervios y de lo hermosa que iba con una mini-falda y un corpiño negro y qué decir de sus taconazos, ¡madre mía, esta preciosa!

-¿Cómo vais? -preguntó sonriente.

-Mal.- Contesté de mala manera refunfuñada.

-No le hagas caso cariño, quiere llamar tu atención, su pronunciación en inglés es pésima y no quiere hablar ahora para leer lo que le he dicho que lea, no hay manera. -Dijo quitándome importancia a mi respuesta. ¡Maldito!

-Claro si dejara de burlarse de mi no me comportaría así, pero como el señorito es magistrado pues tiene que ser perfectito. -Dije haciendo gestitos de poderío imitándolo.

-Mía... -Dijo Natasha.

-¿Qué? - Pregunté de mala gana.

-¿Así le vas a permitir que nos hable Natasha? Esta niña es una malcriada y no tiene educación ni respeto por sus cuidadores, deberías ponerle mano dura de una vez.

-Lo sé, pero yo decidiré en qué momento hacerlo Manuel, no me metas presión. -Contestó Natasha malhumorada.

-¿Presión? ¿Alguna vez te he metido yo presión? - Dijo el Manupollas molesto.

-Cariño, yo soy su cuidadora, así que no te metas, ¿vale? -Dijo Natasha en un tono más elevado.

-No te reconozco Natasha, nunca me has hablado así, ¿su única cuidadora?¿y qué soy yo para ti? Soy tu prometido, también tengo derechos...

Yo observaba la situación absolutamente sorprendida, mi Mommy me estaba defendiendo, quizás es verdad que le importo. Aunque ella se quedó en silencio y se abrazó a ella misma y le giró la cara.

-¿Sabes qué? Mejor me voy, no quiero tener esta conversación aquí y ahora, y menos delante de esta jovencita, esperaré a que te calmes.

-Manuel... no te vayas... perdóname... -Dijo Natasha con un tono de voz más dulce, lo cual me sorprendió aún más viniendo de ella.

-Es evidente que antepones a una desconocida en nuestra relación, tengo mucho que pensar y tú que reflexionar. Adiós.

Y se fue del despacho el miserable dando un portazo. En ese momento vi a Natasha derramar unas lágrimas que intentaba ocultar, me dio rabia e impotencia pero a la vez ternura, nunca tuve este sentimiento pero era muy bonito con ella. Me acerqué y la abracé y ella se dejó.

-Mommy, lo siento, me portaré mejor pero no me abandones.- Dije escapándoseme una lágrima.

-Yo nunca te abandonaré pequeña.

MOMMY, MI NUEVA VIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora