[𝑳𝒂 𝒍𝒖𝒏𝒂 𝒔𝒆 𝒉𝒂 𝒑𝒖𝒆𝒔𝒕𝒐 𝒄𝒆𝒍𝒐𝒔𝒂]

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Aún la preocupaba, a pesar de las palabras dichas y las promesas que le habían sonado tan sinceras, aún le daba miedo estar en su jaula, en su hábitat. Le daba miedo, la ponía nerviosa, estar bajo los pequeños focos minimalistas del candelabro, la inquietaba e inconscientemente sus iris cafés iban y venían por toda el área. Los harapos de algodón seguían cubriendo sus huesos, sin embargo, la ropa estaba ya seca y sus articulaciones seguían rechinando del frío.

A Park Hee, le faltaba mantenimiento, aceite nuevo y cambio de frenos.

Desde donde estaba, podía escuchar las melodías tan empalagosas que salían del pequeño aparato verde, que según le había dicho, era una radio. Miraba las manecillas del reloj redondo en la pared y se mareaba al contemplar a la anciana cocinar con tanta tranquilidad, de espaldas le recordaba a una bola de migajón, redonda pero mal hecha, conservadora y llena de ternura para engordar.

—Il bulgogi è pronto!  (¡El Bulgogi está listo!) -Young-Mi, exclamó llena de felicidad y dio un brinco para encontrarla en el comedor-. ¿Gusta servir el arroz?

La mujercita negó con la cabeza y se dispuso a continuar con el acomodo de la mesa. La señora Mi, había preparado el jugo de arándano y los tres aderezos para la cena y la menor seguía asegurándose de que los cubiertos de plata estuvieran alineados. Caminaba con todo el tiempo del mundo, de esa manera escondía el ajetreo de su pecho bajo la sudadera roja con motitas, tampoco es que se le antojara mucho tirarle más flores a la señora mayor.

Todavía se preguntaba porque presumía de sus dotes naturales para la cocina a cada hora de servir.

Il tavolo da pranzo è pronto? (¿Ya está lista la mesa del comedor?) -no había necesidad de preguntar al tenerla cerca, pero la anciana buscaba sacarle un par de palabritas. Mi, sabía lo cansado que podía ser para una adolescente contestar a cosas como esas-.

—Sì è quello (Sí, ya está)

Pasado el tiempo y tras ver la monotonía en la rutina de Hee, la anciana le propuso aprender una segunda lengua, la que ella conocía bien era el italiano y cuando estaban a solas, la mayor le hablaba en aquel idioma para que ella se fuera acostumbrando. La enorme sorpresa que se llevó al notar la facilidad con la que la niña, pudo pronunciarlo, no se le enredaba la lengua, pero su ánimo tan apagado, era el causante de que la entonación fuera pésima, casi desagradable.

Youg-Mi, se atragantó con los comentarios que quisieron saltarte de los labios. "Quita esa cara larga", "vive tu juventud", "ríe y deja la seriedad", "sonríeme hasta que llegue él". Podía imaginarse el dolor que la acompañaba sobre los hombros, bastaba con mirarle las ojeras cinco segundos para que se te pusiera la piel de gallina, podía sentirse culpable de lo que le acontecía, podía lamentarse. Pero lo que no podía, era ayudarla como sus impulsos maternos le decían.

Park Hee, miró de reojo como sus manos arrugadas tomaban la radio y retorcía la palanquita hasta que las canciones dejaran de sonar, luego, juntó los párpados con fuerza al saber lo que seguía. Presionar el botón de apagado y sacar los platos de cerámica. A veces, no necesitaba la guía de un reloj para saber la hora, únicamente tenía que prestar atención a las acciones que su entorno realizaba. Fue bajando las manitas poco a poco hasta sentir el dobladillo de su delantal y lo estrujó con euforia.

De espaldas, con los ojos cerrados frente a la ventana de la cocina, se estremeció ante el chillido de la puerta de la entrada.

Eran las cinco y media de la tarde, cuando giraba la perilla de metal dorado y las cinco y treinta y uno, cuando los tacones de sus zapatos se hacían presentes en los azulejos. Cinco y treinta y tres al momento del escándalo de sus pesadas llaves y cinco y treinta y cuatro, cuando colocaba su portafolio en una mesita en medio de la sala. No perdía segundos, ni un minuto menos, ni un minuto más. A las cinco y treinta y cinco, se posaba detrás de ella en la barra de mármol y contemplaba su enorme sombra.

La muñequita de un demonio |JJK (+15)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora