[𝑬𝒔𝒄𝒐𝒏𝒅𝒊𝒕𝒆 𝒑𝒂𝒓𝒂 𝒅𝒖𝒆𝒏𝒅𝒆𝒔]

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La duda surgió una vez más en mí,había llegado un ángel,uno con los sentimientos fieles en mano,en sus ojos yo no veía ninguna intención de lastimar,no veía odio,pero,¿Él que podía ver en los míos?

Temor,muerte,soledad,inestabilidad.Sin embargo podía equivocarme de ángel.

—Ven,quiero que termines de comer -cambió el tema-. ¿Interrumpí tu desayuno no es así?

La sonrisa que pronto iluminó su rostro me hizo recordar lo que era tener una vida,dentro de este infierno conocí a una persona que si sabía sonreír,y encontrar una entre millones me hacía querer luchar por vivir.

Fue cuando un jueves por la tarde pasaba por el callejón del diablo,mi tía había salido a ganarse el pan como todos los días,recuerdo que fue a subirle la bastilla a una de las hijas del vendedor de tomates y a cambio le pagó con comida.Fue de los pocos y contaditos días que cada uno pudo tener su propia rebanada de pan,pero no existe felicidad completa,claro que yo lo sabía.

Éramos pueblerinos,éramos pobres,había cosas por las que luchábamos todos los días para tener una vida digna,pero había momentos en los cuales la frustracion nos cegaba;Mi tío pronto se embriagó con un par de botellas,y a pesar de lo mucho que lo amaba,al momento de emborracharse perdía todas las esperanzas en él.

Tomé la rebanada de pan y huí de casa,quizás una de tantas cosas que jamás me perdonaría.Yo era consciente de lo que mi tío podía llegar a hacer en ese estado,y aún así dejé sola a quien siempre había procurado mi bienestar,la abandoné y me lavé las manos de cualquier situación.Esa misma tarde,me visitó un perro de cruza,le había escuhado las pisadas unos metros atrás.

Me preparé para darle un zapatazo por si éste decidía morderme con tal de robar mi comida,me aferré a mi pan y en el momento en que lo miré a los ojos mi corazón se ablandó,podía jurar que me acariciaba con la mirada,los perros no podían hablar pero éste si;y vino a decirme que le diera la mitad de mi pan.No recordé cuando fue la última vez que en mis manos tuve un bocado que llevarme a la boca,pero no me costó ni dos segundos para partirlo a la mitad.

A cambio me movió la cola,y su felicidad pagó mi acción.

—Esto no está bien.. -dudé en caminar-.

—Bien..-respondió-. Termina la comida de tu plato y vuelvo a encerrarte -me miró directo a los ojos-.

Comprendía lo que me estaba pasando,sabía que me encerraban en el sótano para tirarme a llorar hasta que me secara por dentro,pues no lo decía de broma,pero quizás no sabía hasta donde era capáz de llegar.No me pude negar a comer,había pasado una semana entera sin probar vocado,pero dejó de saberme y empecé a disfrutar su compañía.

—¿Y tú quién eres? -me atreví a sonreírle-.

—Mi nombre es Kim Soek Jin -me devolvió la sorisa-. Es un gusto -me extendió la mano desde el otro lado de la mesa-.

—Yo me llamo Park Hee -acepeté su mano-. El gusto es mío -ambos reímos,entedimos que jugábamos-.

—Park Hee -pronunció-. Es un  feo nombre -me miró de reojo-.

—¿Qué?..

—Comparado con el mío,que es Hee -movió la cabeza-. ¿No te lo crees todo o si? -al ver su sonrisa de bobo entendí que bromeaba-. En realidad me gusta -soltó-. Si tengo una hija consideraré tu nombre

—¿Una hija? -le miré con detenimiento-. ¿Cuántos años tienes?,Te ves muy jóven

—Eso parece verdad -sentí el ambiente cómodo,él me hacía sonreír-. Ya lo sabía,pero de vez en cuando me cae bien un cumplido -guiñó el ojo-.

La muñequita de un demonio |JJK (+15)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora