[ 𝑬𝒍 𝒗𝒆𝒔𝒕𝒊𝒅𝒐 𝒓𝒐𝒕𝒐 ]

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Un cosquilleo en mi nariz fue el motivo de mi sobresalto al despertar y darme cuenta de que no había sido un sueño,todo estaba siendo real.

Mi cuerpo estaba helado,y no era por el miedo que sentía,si no por el frío que emitía el piso.
Aún seguía aturdida de los odios debido al zumbido de ayer.

Mis ojos se abrieron lentamente al percibir una pequeña luz que pegaba en en mis párpados.
Un pequeño sentimiento de felicidad emanó mi cuerpo al pensar en una posible salida.

Costó un poco despegar mi cachete del suelo por la temperatura,pero eso no impidió que me incorporara en mi forma natural en busca de la entrada de ese rayito de sol que iluminaba.

En efecto,a cierta altura de la pared se encontraba una ventana donde bien podría entrar un gatito sin problema alguno.

Ese gato sería yo,tomé una silla de madera que estaba en un rincón para poder llegar y dar un brinco,pero ese impulso solo hizo que la mitad de mi cuerpo quedara afuera provocándome un sonido de dolor.

Tener la cabeza fuera de la habitación me hizo respirar,la brisa refrescó mi cara,y como hace unos momentos,el sol se posicionó en mi cara.
Lo verdoso del césped me provocaba ganas de hacer un último esfuerzo por salir de aquí.

Por mi mente cruzó la idea de la libertad.

—Ya casi.. -quejé-.

Mis piernas imitaron los movimientos de una tijera para que pronto cayera de golpe en el jardín.La caída poco suave que mi cuerpo recibió,hizo que en mi cara se mostrara una sonrisa solo para mi.

En efecto,el pasto estaba lleno de vida,se sentía como lucía y quizás,solo quizás podría llegar a gustarme esos pequeños brotes de la tierra.

Me dí el lujo de acariciarlo por debajo de mis manos,era como si jamás hubiese tenido contacto con la naturaleza.Vaya que por unos momentos la tristeza se resbaló de mi cuerpo dejándome con las ganas de salir corriendo.

Ante mi mente todo parecía fácil,bastaba con caminar como lo hacía todos los domingos después de misa,hasta llegar a los puestos y comprar un par de tomates para el desayuno.

Llegando a casa tendría una maravillosa historia que contar a la hora de la comida sobre cómo logré escapar de las garras del león.

Mi tío siempre me contaba sus historias de las cual,el siempre era protagonista,mientras que mi tía nos ofrecía un poco de pan recién salido del horno.

Ahora yo sería quien robara su atención con mi cuento.

De pronto la angustia invadió mi cuerpo al sentir presión en mi brazo,dolía a muerte,pues aún no me recuperaba del de ayer.Un hombre con traje negro que de lejos se veía la plata,me agarró bruscamente.

Me hizo pararme del jardín y me obligó a seguirlo.Me parecía imposible seguirle el ritmo de sus pies.

Lo que la noche de ayer me impidió ver, ahora lo veía con una gran expresión de asombro,me sentía del tamaño de una hormiga ante semejantes objetos.Me atrevía a decir que esto no era una casa,esto era una pequeño país.

Este hombre no se detenía,me dió un recorrido por toda esta ciudad,a pesar de que esas no fueran sus verdaderas intenciones.

—Adelante -se oyó tras de la puerta-.

—Sr.Jeon -se abrió paso-. La encontré tratando de huir por la ventana

La muñequita de un demonio |JJK (+15)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora