[𝑨𝒏𝒊𝒎𝒂𝒍𝒆𝒔 𝒆𝒏𝒋𝒂𝒖𝒍𝒂𝒅𝒐𝒔]

1.4K 97 66
                                    


—¿Para qué son esas cadenas? - tartamudée-.

—Para que no vuelvas a escapar -respondió irritado-.

—¡No soy tu puto animal! -de inmediato tapé mi boca con ambas manos-.

—¿Ah no? -su voz se volvió intimidante-. Ya veremos quien terminará pidiendo comida y rogando por agua

Sus palabras se encargaron de helar mi cerebro y no me di cuenta de cómo fue que logró esposarme,sentí el tirón de mi brazos por el peso de estas,las seguí con la vista,esto no era normal,esto se usaba para rodear a un tractor.

—Quítamelas.. -sollocé-. Quítamelas por favor
-hice un esfuerzo por no llorar,pero fui sintiendo como la desesperación aumentaba al no escuchar respuesta-. ¡Dije que me las quitarás!

Agité mis manos con todas mis fuerzas,ante sus ojos me veía ridícula,soltó las primeras carcajadas,al parecer era su animal,y también su entretenimiento,las lágrimas inundaron mis ojos al instante pues ya no solo era la angustia,ahora también me ardían las muñecas.

—Así solo vas a lograr sangrarte las manos -dijo conteniendo la risa-.

—¿Porqué te desquitas conmigo? -gruñí-. ¿Te recuerdo a alguien?

Me calló con un puñetazo en la mejilla.

—Eres patética -escupió-. Acábate las pocas energías que tienes,mañana amanecerás muerta justo ahí y solo abriré la puerta para ver cómo tú carne se va pudriendo

Aún no me recuperaba del golpe cuando sus dedo pulgar volvió a mi rostro,tenía miedo de lo que pudiera hacerme.Sin embargo esta vez sentí que me acariciaba como si quisiera quitar algo.

—Déjame -volteé la cara-. No me vuelvas  a tocar -dije en un hilo de voz-.

(..)

Y fue así como sus palabras se volvieron un decreto,estaba pudriéndome en mi celda,como un animal,las cadenas no eran lo suficiente largas para cambiar de posición,acababa de secarme las lágrimas cuando entraba por la puerta tán imponente como siempre.

—Y decías no ser mi animal -bufó-.

Me llevaba un punto a su favor,pues no podía moverme,mi cuerpo estaba congelado por el frío del sótano,me había plantado el miedo en cada pequeña célula de mi cuerpo,apenas oía sus pasos y la garganta se me hacía un nudo,quería gritar y salir corriendo,pero solo agachaba la cabeza cual cachorro asustadizo.

Necesitaba hacer lo que cualquier humano hacía;defecar,tuve que aguantarme el asco que me provocaba estar sentada en un charco de mi mi propia orina,y fue cuando me volvió a pegar con otro de sus hirientes burlas.

—¿Sabes que hacen los conejos? -preguntó parado-. Viven en sus eses y lo único que pueden oler es su penetrante olor -explicó a detalle-. Tú eres igual que ellos Park Hee -terminó por decir-.

Y era cierto,dormía y despertaba encima de mis desechos.

Parecía que todo estaba perdido,quizás él pensaba que no podía humillarle más,veía la sensación de victoria en sus ojos,lo sentía tenso,quizás ni ganas tenía de abrir la puerta para ver lo patética que era mi existencia,pero de pronto,desde lo más profundo de su ser sacaba cualquier insulto o comparación que se le ocurriera al verme y cuando estaba satisfecho,se iba con la frente en alto.

Más aún,con todo la resignación y con todo el miedo,había algo en lo que aún no cedía y no le iba a dar el gusto.Dejé que me humillara,le dí permiso de tratarme como un animal enjaulado,pero jamás le pedí comida ni le rogué por agua,y eso lo retorcía por dentro.

La muñequita de un demonio |JJK (+15)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora