Cap 49 Huida

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- ¡Esa mujer se quedará aquí o nos meterá en problemas! -- dijo uno de los hombres del fondo -- Hay que dejarla aquí
- ¡Hay que sacarla de aquí! ¡No cuidaremos a alguien que nos puede meter en problemas! Sería un suicidó
- ¡No lo haremos! Ella está lejos de su hogar y el bosque ya está rodeado de ellos. No la dejaremos morir -- dijo el chico amable. Me miró desde abajo cuando tenía mi plato de barro. Sentía que debía de escapar los más pronto posible, moriré -- Nos la llevaremos, y no regresaremos al bosque dentro de días, o hasta más
- ¡¿Qué?! ¡N-no! ¡Yo no puedo alejarme del bosque! Hay personas viviendo allá arriba. ¡No puedo dejarlas!
- Tenemos que irnos... Los tipos están rodeando el bosque. No llegaremos. Lo más probable es que lleguen a esas personas que dicen -- el chico cambio de expresión al decirme sobre el patrullaje que hacían los españoles en el bosque. Mis ojos empezaron a irritarse. Quería llorar. Después el hombre agresivo fue hacia mi señalandome. Diciendo todo directamente
- ¡Escucha! Se cambiaron las cosas para tí. No llegaremos a salvar a esas personas. No podremos llegar ni a la punta del bosque. ¡Y no habrá un rescate! ¡¡No iremos a salvar a nadie, nos largaremos y no hay vuelta atrás!!
- ¡No puedo dejarlas! ¡Morirán!
- ¡No me interesa!
- ¡Por favor, ellos son inocentes! ¡Hay niños allá! -- arrugue su ropa jalandola y el me golpea. Todos lo calman jalandolo hacia atrás. Sentí el golpe con los nudillos en mi mejilla izquierda.

Quedó ardiendo mi cara como agua caliente en el cuerpo pasando por golpes corporales. Así lo describo. El plato de comida había Sido tirado al piso al momento de que el tipo me golpeara. Me dolió, pero estaba desesperada por Tsukino y los niños. Ellos estaban viviendo sus vidas sin darse cuenta de que podrían ir a por ellos. Estaba nerviosa.

- ¡Te lo merecías, estúpida zorra!
- ¡No le hables así! -- exclamó el chico -- No te permitiré que le hables como tu boca sucia te lo permite
- ¿Qué? -- hace gesto de risa burlona -- ¿Acaso te gusta? -- se vuelve a reír. El escopetazo se escuchó a unos kilómetros de dónde nos encontrábamos. Los españoles estaban cerca. Estabamos rodeados
- ¡Mierda! Hay que largarnos. Estamos rodeados

Estabamos a punto de irnos. Todos tomaron sus cosas ya preparadas para irse. Yo fui jalada del brazo por uno de los hombres. Era una carga segura para ellos. Estaba con los pies desnudos. Me dolería correr en el transcurso del camino a la huida. Nos íbamos en dirección opuesta del pueblo. Miraba hacia arriba, a mi costado izquierdo, que era donde estaba el castillo de Tsukino. Quería regresar. Estaba cerca, a diez minutos de subida. Podría correr e ir a avisar. El bosque estaba rodeado de los españoles. No me imagino cuántos habían en cada punto del bosque. Lo más probable es que Hanabira este ahora peleando contra los españoles junto con sus compañeros samuráis. Había más españoles que japoneses unidos. Las otras ciudades han de estar mirando y tratando de saber de dónde vienen esas balas. O posiblemente estén buscando ayuda. Corrí lo más rápido que pude hacia el castillo de Tsukino. El grupo de hombres me dejaron, corrí como podía con los pies desnudos al castillo. Estaba preocupada por ellos. Me preguntaba que estaba haciendo el jefe mayor en estos momentos, si sabe sobre esto. No lo sabía. Solo pensaba evitar que les hicieran daño a dos niños indefensos y a una mujer que podría ser ejecutada o hasta algo peor. Mis pies estaban llenos de tierra. Mi kimono apestaba a sangre, y estaba cansada. Llegué hasta lo más próximo del castillo, y no había nadie. La puerta ya estaba abierta antes de que llegara. Grite adentro del castillo subiendo las escaleras. Las sirvientas tampoco estaban. Los niños ni tampoco Tsukino. Se habían ido. La casa estaba tirada. El chico llegó gritando "señorita" me encontró y se quedó igual de callado que yo. Sus pisadas se escuchaban lentas y huecas. Estuviera asustada no me daba el derecho de rendirme. No quisiera morir a mis dieciocho años de edad.

- Ya es tarde... Se fueron, puede que lejos. El pueblo sería una muerte segura. Hay que irnos. No hay tiempo, hay que alejarnos del bosque.
- Iré por algo rápido, espera aquí

EL AMULETO CENTRAL DEL UNIVERSO - EL VIAJE A COIMBRA VOLUMEN II Donde viven las historias. Descúbrelo ahora