Cap 48 Desesperación

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- No llegara a su hogar con los pies rojos. ¿Vive muy lejos de aquí?

- No, bueno. Es un tramo largo que tengo que recorrer. ¿No me diga que quiere llevarme? -- le pregunté al chico frunciendo el ceño
- Planeo llevarla. Su expresión al cargar esa canasta no la esta ayudando mucho -- me mira cargando la canasta sobreesforzandome
- ¿Qué? No... No necesito ayuda. ¡Yo puedo con esto...! -- Jadeaba de cansancio. Sentía que cargaba pesas de cuarenta y cinco kilogramos cada una. Pesaba mucho. No contaba con que pasara lo anterior, y Hanabira me dejara cargar con esto. No quiero que me mencione nada este chico en el camino. Sobre los españoles llegando al continente asiático me daría migraña. El chico me pidió darle la canasta. Amablemente me quito la canasta de mis manos. Sin problema lo hizo. No hacia un quejido de lo pesada que estaba la canasta para mi. Yo me sentí avergonzada de la ayuda que me estaba brindando. El chico no tenia remedio. Quería llevarla por mi, pero algo me dice que no es mala persona. Quiero desconfiar de un semi-desconocido. Ya son cuatro veces las que nos vemos las caras. Es extraño sentir la sensación de no tenerle miedo. Era amable. No tenia muchas alternativas. No podía seguirlo hasta el castillo, y llevarme consigo lo que compre. El chico me dio una alternativa de cargarme. Solo bastaba eso. Que un hombre me cargue, yo permitiéndoselo. El chico esperaba una respuesta de mi parte.

- ¡No tiene opción señorita! ¡Yo la llevo! Con su permiso... -- El chico bajo la canasta para cargarme. Yo me hice para atrás. Algo me advertía... Sentía que debía de protegerme, pero no de el. Llevaba un objeto conmigo bajo el Obi. Lo había escondido. Algo me decía que lo llevara conmigo al irme con Hanabira. Todavía no llegaba el medio día. Estaba cálida la mañana. Los pinos del bosque ocultando y reluciendo el brillo del sol, me ayudaron a calmar mi ansiedad. Había pájaros muy lejos de donde estábamos. Sentía que alguien estaba cerca de nosotros. No muy cerca ni lejos. Sentía una tercera presencia aparte de nosotros, pero no quise alarmarlo. El chico se sorprendió un poco y sonrió. Dijo que no haga lo que tenga pensado hacer. Que él no era lo que yo pensaba. Un acosador o un abusador. Al principio lo pensé. Entonces ¿Por qué me salvo esa media noche de aquellos hombres tomados fuera del castillo?. Dude de lo que iba a hacer. El chico piensa que voy a atacarlo, pero era tan obvio como decírselo sin resoplar. Estuve a un metro de él. No me acerque. Me sentía alarmada

- Si intentas hacerme algo... -- Intente tomar algo de mi Obi. El chico se sorprendió, y mantuvo sus manos levantadas hacia adelante para calmarme.
- ¿Qué? ¡¿Abusar de usted?! ¿Quién cree que soy para hacer ese tipo de cosas? -- me respondío frunciendo el ceño
- Me has estado persiguiendo... ¿Cómo puedo estar segura de que no eres un espía? -- El chico confundido me miro sin despegar sus ojos de los míos. Estaba confundido o se ofendió tal vez. Sonrió un poco arqueando sus cejas. Su tono de voz decía que estaba confiado en llevarme. Él me contesto
- Se lo esta pensando mucho, señorita... Si yo fuera un espía, tal vez yo sabría cual es su nombre, cuantos años tiene, de donde viene, y quienes son sus amigos. Hasta ahora se que hay una chica que estuvo a su lado. Voy a ser realista. Si lo fuera, intentaría seducirla. Sentirme nervioso cuando usted me descubra. Cuando, y como seguirla. No cualquier mujer tiene algo escondido bajo su Obi. No soy así. Esa no fue la educación que recibí. Deje eso de lado, sino como podría hacerle daño a usted.
- Sabe muchas cosas de espionaje para ser tan asertivo -- dije alejada de él
- Y usted es muy educada, señorita... -- me contestó el chico
- ¿Qué intentas...?
- ¿Hacerle? por favor... Si quisiera ya lo haría. Haría mi plan. Cualquier plan. Ademas no estaría solo. Tendría a alguien a quien pasarle información. Ademas, podría haber abusado de usted estando aquí sola. Sin que nadie la ayude. Además. Si desconfía de mi, usted no me habría permitido tocar sus suaves pies. ¿La avergoncé? lo siento... Venga... Sus pies están muy cansados y llenos de tierra húmeda, cubriendo sus pies. No tiene opción...
- Hablas mucho... -- El chico estaba quieto. Me decía que no hiciera nada malo. Sus ojos estaban tranquilos. Estables. Me decían la verdad. Era un chico que quiere contarle o decirle algo a alguien. Lo veo así.
- Cuidado, hay gusanos y animales que pican
- ¡¿Qué?!
- Déjeme llevarla hasta su hogar... ¿Me lo permite? -- Se acerca lentamente hacia a mi sin quererme hacer algo. Me regalo una pequeña sonrisa. Yo acepte bajando mi mirada subiéndome a la roca donde me senté. Apoyándome de sus hombros anchos, y nuca hasta que el me cargo. Me lleve mis zetas y la canasta sobre mi.

EL AMULETO CENTRAL DEL UNIVERSO - EL VIAJE A COIMBRA VOLUMEN II Donde viven las historias. Descúbrelo ahora