Esta noche, dónde en Coimbra la inquietud sospechaba entre el frío viento, que los árboles eran rozados por él. Al observar la carreta, sus asientos de piel eran lo bastante cómodos como para relajarme en el camino. La mirada del jefe apuntada hacia mis ojos no dejaba que pudiera sentirme aún lejos de él, aún si él estaba frente de mi. Las carretas de estos tiempos, tienen asientos a espaldas de la carreta y enfrente. Al brincar un gran puente, no se sentía, gracias a el tipo de rueda que parecía estar hecha de cojines. O más bien dicho, de dónde está puesta la rueda desde la parte de abajo. Digamos "Neumáticos medievales" sin embargo, no estábamos en el siglo XIV para decirlo así, pero lo describo de esta forma ya que es lo más cercano a las carretas de madera o de carga que utilizaban y que no servían, para hacer leña, la diferencia es que no te golpeaban el trasero cuando brincabas junto y carrera. Este recorrido, pero con ruido, me recuerda al tren bala.- Señorita Sayuri -- me llama que tuve que voltear los ojos -- No tardaremos mucho en llegar a nuestra primera parada -- Eso me cambio la idea que tenía en la cabeza. Que a la primera saldría matandolo a este hombre si se tratara de abusar de mi. ¿Quiere decir que toda la noche? -- No tardaremos mucho. Por favor, sonría
Por lo que veía en su vestimenta, no tenía ninguna arma, espada o cualquier otro punto contundente. No me confiaba de las armas que él pudiera llevar consigo, sino su fuerza que él tiene. Si llegara a atacarlo, podría cometer una tontería ante él, pero los planes que tengo podrían servir. Depende de que haga él.
- ¡German, detente aquí! -- El jefe pidió a el hombre que pararan. Y a su orden, inmediatamente los caballos chocaron sus pezuñas con el suelo. El jefe dudo en extenderme la mano está vez pero lo hizo. La tomé y sonrió. El frío era leve, pero soportable -- ¡German, deja aquí la carreta, puedes ir a un lugar acogedor mientras recorremos el pueblo!
- ¡Gracias!Nos habíamos quedado solos, a unos cuantos para sentarnos en la fuente del centro del pueblo. El jefe se fue adelantando pidiéndome que no me pusiera nerviosa. El dió paso delantero, que por seguridad yo fui atrás. Podría decirse que un "guía" me acompañaba.
- Señorita, aquí en el pueblo no hay muchos comercios que se podrían decir "muchos" pero si lo suficientes para que todo un pueblo tenga sus necesidades. De parques, el más importante al que usted visitó con nosotros "Quinta das lagrimas"
- ¿Ya tiene tiempo ese parque? -- El jefe se ríe
- Hace ya cuatro siglos -- al pasar al otro lado, muchas especies de árboles eran tan hermosos, robustos, curvos y con mucha madera que los representaba que si los tocabas, podrían astillarte los dedos. El jefe me tenía en la mira, sonriente, mostrando una pizca de lo que él dice llamar "atención hacia las damas" las mujeres recargaban su energía. Me mantuve lejos de él. Esto era un bosque lleno de árboles, que sus caminos llenos de hojas verdes con el color vivo, podías esconderte o jugar. Pero al parecer, en el siglo XIV dejo de serlo.
- ¿Hay una historia sobre este bosque? Parece que puede haberla.
- Señorita, todo el mundo tiene sus secretos -- ríe, su tono de risa era conquistador, pero no para mi -- Hubo dos personajes de alta sociedad que tuvieron una historia en este parque. Del cual abarca más de una tercera parte de Coímbra, que esto apenas es el comienzo del recorrido.
- Santo cielo... -- Comienzo a tener los latidos más fuertes que al bajar de la carreta hace diez minutos. El sacacorchos lo llevaba preparado en la parte de atrás de mi vestido. La capa que cubria mis espaldas, mis hombros desnudos por la espalda, mis senos apenas viéndose y mi cabeza, no podría verse, pero tampoco sospecharía donde llevo mis manos. Empezó a hacer calor dentro del edificio, la hermosa entrada sin mantenimiento de algas trepadoras, me dió un calor bochornoso. El jefe me pidió la mano y pasamos a la parte interesante del bosque. El jefe noto mi desesperación por quitarme la capa, noto mis manos quitando la capa de mi, que él corrió y me ayudó a quitarla. Por intención rozo sus dedos en mis hombros. Suavemente y sin prisa. Estábamos solos. Mi estómago revoloteaba de cosquillas que ponían nervioso a uno o a una. Sentía sus intenciones. Pensaba que haría algo que yo no permitiría. Quería llevar mi capa, eso me mantenía segura. El hombre veía a cualquier lado. Saque el reloj y mostró 10:30 con las manesillas. Guardarlo era evitar preguntar qué era "eso" no llevaba conmigo reloj de bolsillo que los hombres llevan en sus chalecos junto con su traje. Mi interior decía que algo tramaba el jefe, y que si me mira demaciado es que hará algo lo más pronto posible. Que evada sus preguntas respondiendo inteligentemente. El jefe no es tonto, lo sé.
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EL AMULETO CENTRAL DEL UNIVERSO - EL VIAJE A COIMBRA VOLUMEN II
Teen FictionLa época de la juventud de Sayuri la ha llevado por un camino borroso, que por un poco que trate de verlo se corta el camino. Ella intentará de encontrar las gemas que le faltan para completar la magia que está dentro de ella, de Shin y de su famili...