Cap 53 Resistencia

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Directo a España, un viaje largo, no estábamos ni a la vuelta de la esquina. Era como pasear más de dos continentes sin tener ningún descanso para dormir (por ahora). Estos días en el barco, tenían la mirada hacia nosotros dos sin dejarnos en Paz, pero lo que más fastidiaba y cansaba, era la presencia de Musume y Hana juntas acechándome. Sin embargo, la mirada de "muchos" ojos mirones estaban sobre encima de nosotros, aplastando nuestras energías para seguir. Esto era por ayudarlos.

- Sayuri, no hagas esa expresión -- Hanabira me acerca una charola llena de comida. Hanabira habló mientras mordisqueo el pan que tomo de la charola. Toda esa comida era para nosotros -- Ten, toma los que quieras. Necesitarás energía para después... -- Tomo lo que me llama la atención, pero no lo como al momento. Hanabira en tono serio y mirando hacia enfrente, me dice -- No bajes la guardia, este tipo sabe lo que quiere y desea. Ahora somos una simple joya para él, como lo dijo. "Le gustan las joyas y las mujeres" está más centrado en ti que en mi. Tengo que estar cerca de ti, no puedo perderte de vista -- se rasca la cabeza
- Hanabira, ¿Desde cuándo decidiste ser un samurai juvenil? -- pregunté mirando al pan en mis manos
- ¿A qué viene eso...? -- responde después de una pausa frunciendo el ceño -- ¿Qué no lo recuerdas...?
- Sobre tú abuelo... -- asiente con su tono de voz mientras come -- ¿No te has puesto a pensar sobre como vivir una vida normal sin guerras no sangre?

Hanabira voltea a verme confundido

- Sí -- cambia de posición sentado para ponerse cómodo -- dejar de ser protector y samurai, para estar cerca de los que quieres, no es nada fácil... -- Hanabira suspira y dice mirándome -- No puedo hacer eso... Yo me hice una promesa, de no renunciar a lo que decidí. Le guste o no a mí abuelo, en dónde quiera que se encuentre, lo voy a hacer... -- saca su espada dejando sobresalir un poco el grabado que estaba en ella, que anteriormente ví. Su katana morada relucía el espíritu fuerte que Hanabira poseía -- No voy a dejar ese sentimiento de lado, es como traicionar a mi familia -- deja de comer bajando la cabeza -- he pensado hacerlo, pero ese tipo de sensación que nacen de mi ser, nunca antes las había sentido, puesto que esto lo hago por protegerlos. Además tengo que cumplir a los Kensaku. Fui elegido para salvar a estos mundos. Tengo que...

Pienso y respondo

- Hanabira, en realidad ¿Estás de acuerdo en ser protector de una familia desconocida?
- ¿Desconocida...?

De repente dos tipos hablan en voz alta, como si estuvieran en un bar a lado de mujeres a cambio de dinero

- ¡Oigan! Les había dicho que hay mujeres que ví en el bazar, ahí en el pueblo, se veían muy... -- Dijo un largo "muy" -- Muy, muy jugosas, que me dieron ganas de decirles que me hicieran compañía. No debí de desaprovechar ese momento
- ¡Eres un tonto! -- exclamó uno de los tipos que lo acompañaba -- y ¿Cómo era?
- Una de ellas era de estatura mediana, una cintura curva y un trasero lindo...
- ¡Pudo haber Sido tu imaginación! ¡Tengo mejores gustos que los tuyos, enano prepotente!
- ¡No...! ¡Dejen decirles que era como la mujer que está ahí! Pero pienso que es mejor esta que la otra mujerzuela...
- ¡Disculpa!
- ¡Gonzaga, ya fue suficiente de tus estúpidos parloteos! ¿Ya hiciste tus deberes?
- ¡S-sí! ¡Sí, señor! -- nervioso respondió
- Muy bien, Gonzaga. Yo sé que no mientes, pero también me alegro que hayas cumplido lo que todos y cada uno debían de hacer. -- el jefe mantenía una sonrisa tranquila mientras veía al tipo -- sin embargo, ¿Escuché que faltaste a la señorita...?
- Bueno, sólo dije mujer... -- el jefe interrumpe antes de que el otro hombre terminara de decir aquella expresión.
- Se que es lo que dijiste, no le compongas porque te ahorcaras tu mismo. No me has respondido.
- Jefe, deje decirle...
- ¡¿LE FALTASTE A LA SEÑORITA?! ¡¡CONTESTA!! —— suspiró calmando su coraje desde adentro —— Bien... Desde ahora ya no eres parte de este clan de barcos. Desnúdate, Gonzaga, y las manos atrás. ¡Caballeros, sujeten a este hombre con la soga usada!
- ¡¿Qué?! ¡Esto es una locura! ¡Una tontería!
- Tontería que provocaste. La señorita es una visita que va a España, y no debemos de tener palabras vagas al arribar el continente. Antes de lo que haré contigo, Gonzaga. ¿Tienes algo que decir en esta planta con alguien? No voy a permitir más estupideces tuyas, hazlo rápido. Antes de que haga algo peor con tú lengua sucia.

El hombre estaba nervioso, me volteo a ver, teniendo el coraje de apuntarme con el arma, pero eso no fue posible ya que el jefe no se lo permitio, disparando hacia su mano, despedazandola al momento del impacto. Yo solo grite cubriendo mi boca por el susto. La sangre llegó a Hanabira y a mi. La carne quedó en el suelo de madera y la sangre salpicada encima de los tipos que quedó esparcida a plens mitad del barco. El hombre grito de dolor, y el jefe apuntando a su cabeza, sólo lo observó sin expresar ninguna emoción con gotas de sangre en su cara.

- Te soporte cada palabra de tu boca. Soporte más mente sucia tuya que palabras dirigías a una mujer. Piensas que solo fornican y nos entretienen, pero te equivocaste... Las mujeres son más que un diamante reluciente siendo vendido por los mejores exportadores naturales. Las mujeres son una obra de arte hecha por dios. Antes de que dejes de existir como un fornicador, ignorante e impulsivo, déjame decirte, que tú miserable existencia ya estaba siendo vendida al miserable diablo.

- ¡NO POR FAVOR! ¡LE RUEGO ME DE OTRA OPORTUNIDAD! ¡NO ME HAGA ÉSTO!
- Por última cosa, morirás pecando por el resto de tu existencia fuera de este mundo y del otro. Muere

El tipo muere siendo atravesado múltiples veces por el arma del jefe. La pólvora estaba mojada que los sonidos solían ser similares a los cañones. Hanabira quedó estático con tal escena violenta y lamentablemente, tuve que vivir por tercera vez una masacre cómo estás, de nuevo. Podía respirar, pero mis pensamientos no llegaban a mi mente, no llegaban por más que quisiera. Hanabira volteo su mirada a otro lado aguantando su nerviosismo. Recogieron el cadáver con una tela blanca, cocieron las puntas de extremo a extremo enrollando al hombre para lanzarlo al mar, en la nada, aún sangrando. El jefe dijo limpiándose la mejilla con el pulgar

"Las mujeres son como el arte cultural, lo más bello son sus curvas y sus ojos, pero lo más preciado que debe de conservarse es su corazón"

En ese último enfasis, un mensaje reflexivo, mis pensamientos pudieron llegar rápidamente como la energía eléctrica llega por una corriente más rápida sin tener retraso. Instantáneamente llegaron a mi cabeza. Voltee a otro lado. El jefe me llamo, tuve que voltear hacia él

- Señorita, espero que sin él, pueda estar más tranquila. Está noche podrá dormir sin preocupaciones. No me agradezca

Me muestra su sonrisa tranquila al guardar su arma, sin que su locura salga a mostrarse en el día. Mi corazón palpito rápidamente, estuve nerviosa que no pude acostumbrarme a esta tensión tan fuerte. Era horrible, muy exitante, que el frio de mi espalda me hizo temblar diligentemente. Fue aterrador.

Hecho por:
Abigail Ruiz

EL AMULETO CENTRAL DEL UNIVERSO - EL VIAJE A COIMBRA VOLUMEN II Donde viven las historias. Descúbrelo ahora