Cap 62 Comodidad en la sala del jefe

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"Coímbra, España, Julio 1868"

[Adán]

- Príncipe Adán... -- Las seis miradas de mis conocidos esperaban una respuesta amable de mi parte. Por mi parte era un tema que tenía que tratar con calma, sin apresurarme. No quería joder las cosas -- ¿Vos cuál fue su intención de hablar con vosotros?
- Se notaba las ganas de decirnos algo que le importaba... -- mencionó la mayor de las dos mujeres, Isabel.

Ya tenía preparada mi respuesta inicial ante sus caras. Saque la hoja cellada y firmada, con el cello nacional y oficial de España. Un contrato que no pensaba mostrarles a ellos, ya que no debería de importarles, pero quería saber que pensarían. Necesitaba respuestas base para actuar sino yo mismo me ahorcare en el futuro junto con mi reputación.

- ¿Recuerdan mi viaje al occidente, en el país del sol naciente? -- todos afirmaron con su cabeza. Las manos cuidadas de las mujeres al fondo de la mesa, acomodaban su vestido de tela de alta calidad. Un encaje y unas mangas que mostraban sus muñecas y manos pequeñas. Ese detalle me dió una pista -- Bueno, tuve una cierta aventura en ese país y -- suspiro riéndome -- Tiene cosas interesantes allá.
- ¿Usted de qué habla? -- preguntó el hombre mayor con piel de papel arrugado de decoración. Sus ojos apenas resistían ver desde lejos con los rayos del sol, trasluciendo en las cortinas oscuras, mis ojos redondos pero con extrañeza de lo que pensaba este hombre -- Había dicho que tenía cosas que hacer en ese país -- sus ojos centrados a mí me dejaron una culpa. Parecía tener no en claro lo que fuí a hacer a el país rojo. Tuve un poco de culpa al retirarme y llegar a mi país -- ¿Tuvo problemas cuando llegó? -- me lo pensé. Un frío temblor corporal paso de espalda a brazos. El traje era acobijador. Esa pregunta me provocó dudas en mi cabeza. Yo sabía que llegaría esa pregunta directamente en la sala comunicativa. No fui directo, sólo dije lo importante.-- ¡Con confianza!
- Tuve desacuerdos... -- mire a mis manos -- unos que acabaron mal... ¡Pero los estoy arreglando...! No se tienen que preocupar. -- una sonrisa que apenas me creía sentir por gusto a lo que mencioné. De lo que observé en Japón y toda esa gente corriendo, pero en un campo completamente diferente, muy frío, niebla y más frío. Pude verlo en otra época, en un sueño. -- Las cosas se complicaron, pero no para mí -- mantuve mi sonrisa. No estaba feliz pero quería cambiar algo pendiente.
- Príncipe Adán -- ¿Qué es esa hoja que tiene sobre la mesa?
- Tiene el cello del imperio español -- se fijaron bien que el cello rojo estaba junto a las cuatro firmas de los más importantes superiores de España, a parte de mi familia. Una quinta firma más. Pusieron tanta atención como la tribu de voladores cuando cambian de hábitat, pero en seis personas apreciando un documento muy importante que no deben de interesarles, es decir, no tengo que decirles, aún si tengo una buena relación con ellos. Sólo busco consejos. Soy muy práctico en cualquier cosa. -- Se ve que es de suma importancia esa hoja, firmada y cellada. ¿Eso está incluído en la conversación? -- dirigió su mano a el documento, sin tocar. Se refería a la hoja. El documento que tenía en mis manos es muy aparte con el futuro de dos civilizaciones y una amistad de siete. Nada que ver con ellos.
- Para nada, señor -- la verdad no tenían que saberlo, porque no tenían el mando en mis decisiones, no se involucraban. ¿Para qué contarles a tus amigos tus planes, si esos plabes se irán a la mierda? Todo lo que hago es de mi compromiso cambiarlo. Mis amistades son algo muy diferente con mi puesto. Dicen por ahí "no confundas trabajo con placer ". -- este documento tiene unos fines, muy importantes.
- Claro, no tocaremos ese tema, ya que no es de nuestra incumbencia -- empezó a sonreír dándome un guiño de respetar mi espacio aún si tenemos una buena relación de amistad. Se lo agradecí con el mismo gesto. -- ¿Verdad?
- Así es -- agregué -- eso dice muchas cosas buenas de usted, señor Márquez -- Isabel toma la mano de su padre mientras los dos sonrien. Su bigote era formalmente cómodo en la conversación. Estaba casi listo para ir al grano sin ir al grano. ¿Me entiendes? -- Les agradezco la atención de venir a esta sala que, ha sido compartida para nuestras platicas personales. De verdad... -- se me cae la sonrisa con una mueca de la descepción que me lleve al ir a Japón. Puedo recordar esa sensación de lo cabrón que fue cuando mis planes se torcieron. Pero la mitad de todo esto no salió para mal, pero si para ellos. -- ¿Ustedes que pensaréis si le falló a mi país y no a mí mismo? ¿Ustedes que pensáis? Digan... -- estaban confundidos
- ¿Fallarle al país...? -- asentí a mi pregunta -- ¿Por qué fallaría a su propio país?. Usted no se está planteando bien la pregunta o lo que siente ahora mismo... -- agregó una pregunta muy personal -- ¿Está confundido con si mismo? ¿Se siente... -- se lo pensó --... que algo le falta?

EL AMULETO CENTRAL DEL UNIVERSO - EL VIAJE A COIMBRA VOLUMEN II Donde viven las historias. Descúbrelo ahora