Cap 69 Protegiendo lo querido

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"Dos horas después, 13 de julio, 1:35 AM"

[Luis]

Nuestro viaje era muy extenso desde las lejanas orillas de las zonas pesqueras de punto a punto con Vigo y Oporto. Se podía ver desde mi asiento, en medio de mis hijas, la oscura noche que nos acobijaba con el gran escalofrío que pasaba por nuestros hombros y nuestras espaldas, aun teniendo abrigos gruesos que se suponían tapar el acobijador frio que persistía en todo el viaje. Si hablamos del frio dentro del carruaje, me imagino del cochero que la conduce con el sueño arrullador. Me preocupaban varias cosas. Muchas en realidad. Estaba atento a cualquier información que se presentara con el tono más amable posible, sin que pueda asustar a mis hijas. Aun no se reflejaba las luces nocturnas en las esquinas del carruaje negro, luces de casas o bares de los que se pueda uno tomar un descanso. Beber algo.

Pasábamos por un bosque, era totalmente oscuro. Me ponía a observar atento y sin interrupciones de alguien, una hacienda, casa o cabaña a donde pasar la noche. Al pasar los árboles unos diez minutos después, no había más que varios troncos que sujetaban las ramas de un conjunto de puntos negros, que se volvían cobijas de la noche por la oscuridad de la noche y en donde el viaje aún seguía en continuidad. Un dolor en el pecho salió hacia mis manos. No podía abrir o cerrar las manos. Se sentía como jalar el esqueleto del pez, desde el puerto después de quitarle la hueva y prepararla. Era un cosquilleo tremendo. Arrugaba mis cejas y expresaba cansancio. No sentía esa fuerte sensación de dolor, apenas podía ver el movimiento de la mano inclinada, por el trasfondo del vestido claro de Margaret. El frio seguía jodiendo la noche, aun si la puerta estaba cerrada, desde la vista entraba el afilador temblor por los poros sensibles de las tres mayores. Me preocupaba que trague saliva, pensando en que las cosas tendrán una gran solución a partir de ahora o nunca.

- ¿Qué es lo que sucede, Antonio? ¿Por qué te detienes? -- Este hombre tiene finalidades para poder hacer o realizar una actividad que aún no se le ha dado. me intrigó ese detenimiento por parte suya, ya que se veía con ganas de decirme algo. Si es algo que debe de tomarse rápidamente, él lo hará.

- ¡Don Luis...! ¡Puedo ver luces, al fondo de este camino! -- Quise bajar a verificar de lo que Antonio hablaba y efectivamente, se podían ver brillando con tranquilidad. Esto me recuerda a las luciernagas mediterraneas o también conocidas como Nyctophila reichii ' Mi expresión siguió de la misma forma que, pude ver que las luces estaban a "poco" de poder llegar y tomarse algo para dormir o tragar para el siguiente día. Continuamos los pasos restantes que nos faltaban por llegar hasta ese lugar. Tenía en mente una catedral donde mis hijas y mis acompañantes pudieran refugiarse. El señor me ofreció su ayuda en tiempos de crisis. Una sonrisa se marcó en mi tez. Se sintió bien. Estoy muy agradecido.

De lo feliz que me había puesto por qué mis hijas pudieran dormir tranquilas, la situación se hacía eterna. Mientras más deseaba llegar aún no. Me veréis impaciente, pero es una situación de la que soy responsable de mantener al tanto, como cuidar un jardín repleto de rosas rojas en una noche de una tormenta fuerte y moribunda sin cesar.

- Don Luis... Espere dentro de la carreta. Hace mucho frio... -- Vuelve la vista hacia el mismo lugar que volteó a ver la primera vez. Ya no estaba tan oscuro. El suelo ahora era más rocoso con mucho lodo -- Hay una catedral que puedo ver desde aquí. No creo que ninguna de esta gente pueda darnos un apoyo en esta situación... -- Posiblemente era la mejor opción. Ya que nadie nos conocía o que tratarían de hacer con los acompañantes. Antonio recibió mi instrucción diciendo que era lo más conveniente. A unos diez minutos de la fuente principal del pueblo, al fondo de las demás haciendas con bellas adornaciones florales, una catedral se encontraba en espera de nuestra presencia. En el exterior no había luz, pero sí de las casas a nuestras espaldas. Antonio y Valentín, otro cochero de la familia, llegó a pasos firmes y apurados a las puertas de la gran catedral opaca que se encontraba arriba de nuestros ojos y pies.

EL AMULETO CENTRAL DEL UNIVERSO - EL VIAJE A COIMBRA VOLUMEN II Donde viven las historias. Descúbrelo ahora